Un país en remate

Indigna ver como el gobierno va entregando los activos y haberes de la nación, sus fuentes de ingreso más productivas, en pago de una deuda que ha sido despilfarrada y defraudada.

Por José Curiel

Con asombro y rabia leímos la noticia que el llamado complejo refinador Paraguaná, que incluye las refinerías de Amuay y Cardón, años atrás considerado el mayor del mundo con una producción de un millón de barriles de petróleo diarios, fue entregado a compañías rusas y chinas para abonar a la gigantesca deuda que el gobierno contrajo con ellas. Prácticamente convertido en chatarra por la falta de inversiones y de mantenimiento, bajó su producción a un tercio de la anterior. Esto aunado a que la refinería de Amuay nunca fue recuperada del enorme incendio que ocurrió pocos años atrás, según se supo porque desapareció la plata que se había destinado al pago del seguro. Por eso, el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo se ha convertido en un desvalido importador de gasolina.

Del mismo modo, el régimen entregó en pago a la empresa Rosneff, del gobierno ruso, la mayoría accionaria de la refinería Citgo y su inmensa red de distribución de combustible en los Estados Unidos.

Lo mismo ha ocurrido con las riquezas de Guayana, una de las zonas más ricas en minerales valiosos en todo el mundo. El gobierno, en su desesperación por conseguir más recursos para dilapidarlos, ha ido entregando el llamado Arco Minero, que abarca el 12% del territorio nacional, a una explotación indiscriminada, causando graves daños al ambiente y permitiendo un abierto contrabando de oro, con su secuela de pillaje y corrupción.

La propia Faja Petrolífera del Orinoco, la mayor reserva de petróleo pesado del mundo, se ha ido entregando a empresas no siempre conocidas, algunas de ellas sin la necesaria experiencia en la materia.

Las grandes empresas de Guayana (Sidor, Edelca, Alcasa, Bauxiven y otras), que otrora producían casi al máximo de su capacidad, están trabajando cuando más al 10 % de su capacidad y se están convirtiendo en chatarra, lo que será excusa para entregarlas a los chinos o a los rusos en pago de intereses sobre las gigantescas deudas contraídas.

El fértil emporio ganadero y agrícola del sur del Lago de Marcaibo le fue arrebatado a sus laboriosos productores para entregárselo a los rusos para producir… ¡bananas..!

Y así, se va rematando este país. Todo por la incapacidad, la negligencia, la corrupción y la política de tierra arrasada. No nos extrañe que un día de estos Maduro ceda nuestros derechos sobre la Guayana Esequiba o le entregue el estado Bolívar a Rusia o a China para su explotación, a semejanza del rey Carlos I de España que cedió un amplio territorio en el occidente del país, empezando por Coro, a la familia de los banqueros Welser de Alemania para cancelarles deudas contraídas.

¡El pueblo de Venezuela, con el respaldo de la opinión internacional, los sacará del poder para recuperar la soberanía vendida!