Legitimar a Nicolás Maduro el 22 de abril sería un error costoso y dañino

No se debe legitimar a Nicolás Maduro. No se debe hacer comparsa el 22 de abril. Hacerlo sería un error costoso y dañino.

Política y éticamente sería un error descomunal hacerle la comparsa a unas “elecciones” que han sido confeccionadas para promover que el señor Maduro las “gane”, y por lo tanto tenga el argumento de una supuesta legitimidad de origen. Maduro carece de legitimidad para continuar donde está, y sería una verdadera locura ofrecérsela con motivo de los anunciados “comicios presidenciales” del 22 de abril.

Pero me temo que no pocos están moviendo sus piezas para justificar lo injustificable y servirle de adorno electoral a Maduro. No nos confundamos. Quien esté en eso no es porque lo crea sino porque tiene un interés particular al respecto. Seguramente un interés que es impresentable de forma pública. Buscarán darle la vuelta dialéctica a la cosa, pero el trasfondo es de otra índole. De mala índole.

La llamada salida electoral es deseable, pero no posible bajo el comando de la hegemonía despótica, depredadora, corrupta y envilecida que destruye a Venezuela. A primera vista esto no parece muy difícil de entender, pero los que están comprometidos con la hegemonía, tanto de frente como de trastienda, no lo aceptan, porque no les conviene. El primero de ellos, el señor Rodríguez Zapatero, cuyo cabildeo al servicio de Maduro es público, notorio y comunicacional.

No participar en las anunciadas “elecciones” no es una panacea por sí mismo. Eso es obvio. La abstención se puede convertir en un triunfo si no se queda allí. Si forma parte de una estrategia más amplia de movilización nacional para exigir un cambio efectivo. Y esa estrategia se fortalece, además, si cuenta con el apoyo de aquel sector de la comunidad internacional que está a favor de la democracia y el respeto de los derechos humanos.

Y encima, la catástrofe humanitaria que padece el país -ya no es crisis sino catástrofe, reclama responsabilidades para sus causantes. Y esas responsabilidades no se pueden hacer realidad mientras les ampare la impunidad del poder hegemónico. ¿Vamos a contribuir a darle continuidad a ese poder, y a esa impunidad, y a esa catástrofe humanitaria, con la “legitimación” que Maduro busca obtener?

La repuesta es muy clara. Y es un no, sin matices, ni repliegues, ni condicionantes. Esperemos que ese no, bien concebido y comunicado, suscite el mayor apoyo posible de los denominados factores políticos. Esperemos…

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