Suprema felicidad es que todos puedan comer, beber y celebrar fechas, personales o religiosas

Por Jaime Granda

Suprema felicidad es que todos puedan comer, beber y celebrar fechas, personales o religiosas, sin problemas de transporte ni de seguridad ciudadana.

Hasta las tradiciones religiosas en Venezuela permiten lucir el espíritu festivo y alegre de sus habitantes, más allá del hecho de que cada santo ha tenido que pasar penurias en la Tierra para conseguir ese rango post mortem.

Junio es un mes que muestra ese espíritu alegre, muy cercano a la felicidad ideal, de los venezolanos con motivo de la adoración a  San Antonio de Padua el 13; a San Juan Bautista el 24 y a San Pedro y San Pablo el 29 de junio.

Lo de San Antonio es motivo de parranda en varios pueblos del estado Lara con el baile del Tamunangue. En toda la costa la excusa para tocar, bailar y beber es el día de san Juan y en barlovento lo es el día de San Pedro y San Pablo. En todos esos lugares la celebración comienza días antes de la fecha y todos contentos.

Para los zulianos, la parranda libre y espontánea es en homenaje a San Benito, el santo negro, cuyo día se celebra el 27 de diciembre y  para quien suenan tambores propios de sus ancestros.

Esas son fechas que demuestran, sin montajes ni manipulaciones mediáticas, que los venezolanos somos gente feliz e incluso superando nuestros desaciertos a la hora de escoger gobernantes.

Por cierto que jamás los adoradores de esos santos habían tenido tantas privaciones para agradecerles los beneficios recibidos, como se ha mostrado en los últimos años.

Entre tragos, rezos, bailes y canciones surgen los comentarios porque todo está muy caro. No hay buen transporte para ir a las parrandas en El Tocuyo, Curarigua, las costas o Curiepe en Barlovento, como se hacía 20 años atrás.

Alguien preguntaba por allá, cerca de Barquisimeto, sobre los supuestos logros del Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, cuya creación apareció en Gaceta Oficial número 40280 del 25 de octubre de 2013.

Alguien respondió que suprema felicidad es que todos puedan comer, beber, alabar a sus santos y celebrar fechas, personales o colectivas, sin problemas de transporte ni de seguridad ciudadana.

Lo cierto es que cualquier excusa es buena para que los venezolanos desplieguen su felicidad mediante la música y la danza. Las devociones religiosas no escapan a esa tendencia. Para este pueblo no es necesario que se cree un ministerio o el gobierno decrete la felicidad. Por encima de cualquier mal gobierno, el pueblo se divierte. Lo que queda probado es que la felicidad no se decreta, pero la miseria sí. Si este o cualquier otro gobierno quiere que este pueblo siga feliz, debe permitir  que la comida, la bebida, el transporte y la seguridad ciudadana estén al alcance de todos, sin exclusión alguna. Eso es suficiente.

Lo demás son discursos de campaña electoral que deben ser revisados frente a la situación crítica que sufren millones de venezolanos, dentro y fuera de su país. La actual crisis humanitaria debe ser enfrentada con responsabilidad por los que manejan los recursos del Estado. Después no se quejen porque Dios y sus santos los pueden castigar para seguir disfrutando de la devoción de los alegres venezolanos.

@jajogra