Por Karisa López y Francisco Poleo
Daniel Ortega asumió el pasado martes su cuarto mandato en Nicaragua con un discurso que duró poco más de una hora, en el que estuvo acompañado de mandatarios de la región, entre ellos Nicolás Maduro.
El inicio del discurso se lo concedió a su esposa, compañera de fórmula y actual vicepresidenta, Rosario Murillo, pues “las mujeres no están para tener un esparadrapo, de tal manera que ordeno a la compañera Rosario (Murillo) que dirija” la alocución, en la cual la también primera dama reconoció la labor de la mujer en Nicaragua.
Durante el discurso de Ortega, agradeció al gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez por el apoyo de ambos para que Nicaragua superase la crisis eléctrica que se mantuvo hasta 2007.
Finalmente, dio un recorrido por su época como guerrillero sandinista y su intento de llegar al Gobierno desde los 90. Además, excusó el apagón del lunes en la noche con los ocurridos en gobiernos anteriores y habló de su polémica llegada al poder, tras hacerse del Parlamento con una sentencia del Poder Judicial que dejó al Legislativo sin escaños de la oposición.
“Entonces aplaudían al magistrado Roberto Rivas (presidente del Consejo Supremo Electoral)”, refiriéndose a las elecciones que ganaron Arnoldo Alemán (1996) y Enrique Bolaños (2001), opositores a su partido.
¿Guiño a Trump?
Sin embargo, lo que sorprendió a propios y extraños fueron las palabras de Ortega contra el radicalismo, las alabanzas constantes al ex presidente de Costa Rica Oscar Arias y cuando aseguró que cuando los congresos toman nuevas mayorías hay que aceptarlas. Todo eso, con Nicolás Maduro sentado ahí mismo.
Cabe recordar que el mandatario venezolano ha radicalizado el chavismo tanto en políticas económicas como políticas, desatando una lucha constante entre su gobierno y la oposición. Precisamente, son los opositores quienes controlan el Parlamento con la máxima mayoría posible, situación a la cual se respondió declarándola en desacato a través del Tribunal Supremo de Justicia. El Poder Judicial, según la dirigencia opositora, se encuentra bajo control del Ejecutivo. En cuanto a Arias, el costarricense se ha convertido en uno de los máximos paladines del movimientos de ex presidentes iberoamericanos que se ha posicionado en contra de Maduro.
Para entender el mensaje ambiguo de Ortega, se debe considerar que la ayuda venezolana a su gobierno está en mínimos históricos por la crisis económica en el país suramericano. Mientras tanto, la construcción del canal que permitiría comunicar el océano Atlántico con el Pacífico a través de Nicaragua, compitiendo con el de Panamá, se encuentra paralizado. En ese sentido, una inyección de capital estadounidense no vendría mal.