Dado que la discusión en la OEA será si Venezuela ES O NO ES una democracia, ¿por qué Maduro ofrece cada día más señales de que su gobierno es una dictadura?
El artículo se llama: “Trump podría confrontar una hostil Venezuela”. Está en el semanario “Washington Examiner”, publicación considerada de la mayor influencia política en los círculos más conservadores del partido Republicano. Ha sido de los pocos medios que apoyaron la candidatura de Donald Trump.
El autor del artículo es el ex embajador de Estados Unidos ante la OEA, Roger Noriega, miembro del partido Republicano, especializado en los asuntos hemisféricos. Es de recordar, que cuando Noriega era asesor en el Congreso de EEUU y trabajaba en el equipo del senador republicano Jesse Helms, colaboró en la redacción de la ley Helms-Burton que reforzó en su tiempo el embargo contra Cuba.
Un artículo de Roger Noriega que quizás no hubiese sido sino una opinión personal sin mayores consecuencias en tiempo de Barack Obama, merece ahora la mayor atención desde que la presidencia de Estados Unidos pasó al candidato republicano Donald Trump, perteneciente a esa misma ala dura del partido, de la que Noriega forma parte.
¿Qué dice el artículo? Me limitaré a citar su consejo final: “El presidente Trump debería aplicar sanciones ejecutivas dirigidas a los líderes corruptos de Venezuela, utilizando la autoridad aprobada por el Congreso el año pasado con amplio apoyo bipartidista.” Por otra parte, sugiere que Estados Unidos participe de las medidas que sobre el particular podrían tomar los países miembros de la Organización de Estados Americanos.
Bastante antes de que Noriega mencionara a la OEA, ha sido el uruguayo Luis Almagro, quien desde su primer día en la Secretaría General del organismo internacional, colocó el tema de Venezuela como una de sus prioridades. Almagro fue el primero en manifestar su preocupación por lo que en Venezuela ocurría y fue quien elaboró casi de inmediato el amplio documento sobre el particular, solicitando a los países miembros considerar la aplicación de la Carta Democrática al caso venezolano. Esa “Carta” se aplica si un país dejó de obedecer a los requisitos de una democracia.
Es interesante observar que según el artículo de Noriega, mientras Obama era presidente Almagro actuaba diríamos que contra la voluntad del “imperio“, porque, dice Noriega, “a pesar de que la Administración de Obama prestaba atención al proceso de revocatorio, sus diplomáticos parecían favorecer la estabilidad y bloquear las investigaciones estadounidenses sobre la corrupción generalizada. Cuando el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, presionó por la solidaridad democrática y el socorro humanitario, los diplomáticos estadounidenses lo superaron favoreciendo un diálogo falso promovido por un puñado de aliados izquierdistas de Maduro.”
¿Recibirá ahora Almagro ese apoyo diplomático estadounidense que le faltó con Obama? Es lo que Noriega aconseja a la administración Trump, cuando dice que Estados Unidos pueden alentar una respuesta diplomática multilateral a través de la OEA y observa la posición que tienen actualmente otros importantes miembros de ese organismo, como Argentina, Brasil y Perú. (Sin embargo, observo que no menciona los votos de las islas del Caribe, que hasta ahora han votado siempre a favor de Maduro. Cabría saber si la anunciada llave anglosajona entre Trump y la primera ministra británica, haría cambiar ese voto).
Dicho lo cual, pasemos al campo contrario de esa contienda: el del gobierno de Nicolás Maduro. Su plan está claro y se apoya en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y en el Tribunal Supremo (TSJ).
A través del CNE, demora – pero no cancela oficialmente – las elecciones de gobernadores, que debían celebrarse, según la Constitución, en 2016. De paso crea el caos en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), al exigir de los partidos que la conforman, una “legitimación” imposible de conseguir debido a las restricciones que el propio CNE impone para cumplir con el trámite. Desde hace días no se ha visto a la presidenta Tibisay Lucena y cuando el escándalo de esas exigencias se hizo demasiado estridente nacional e internacionalmente, su colega, Tania D´Amelio, negó lo afirmado el día anterior por el CNE. Lo cual en vez de aclarar, dejó vigentes las dudas.
El TSJ por su parte, intenta anular la Asamblea Nacional desconociendo la voluntad popular que la eligió. Deja un estado entero – el de Amazonas – sin representación legislativa durante un año, anula la legitimidad de sus tres diputados que el CNE había declarado electos, pero no permite elegir otros candidatos. Declara la Asamblea Nacional en desacato y niega la validez de todo lo que la AN ha cumplido en el marco constitucional de sus tareas legislativas.
Dado que los recientes viajes de los diputados miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores eran para asegurar un voto favorable en la OEA a la hora de una decisión sobre la Carta Democrática, autoridades del aeropuerto de salida de Venezuela, anularon el pasaporte del presidente de la Comisión, Luis Florido, e hicieron lo mismo con el pasaporte del diputado Williams Dávila, impidiendo a ambos viajar al exterior. Difícilmente Maduro podía haber encontrado mejor manera de publicitar en todos los parlamentos del hemisferio y en muchos del mundo, el carácter del régimen que gobierna en Venezuela.
De manera que gracias al CNE, al TSJ y al propio Maduro, el informe de Luis Almagro recibe diariamente cada vez más datos adicionales, para invocar la necesidad de aplicar la Carta Democrática.
Ah, se me olvidaba. Volviendo al inicio de esa nota y a la persona de Roger Noriega, quizás valdrá la pena escuchar por Internet, el próximo 24 de febrero, a las 9:00 a.m. hora de Washington, en el políticamente poderoso instituto AEI, a dos participantes, Luis Almagro por la OEA y Eric Farnsworth por el Consejo de las Américas. El tema: Venezuela. El subsiguiente panel de discusión, incluirá, según anuncian, a un periodista de Associated Press, un profesor de la Universidad de Duke, y a Roger Noriega por la AEI. No dudo que será interesante escuchar lo que dirán.