¿Cuántos venezolanos ya se olvidaron de algo tan normal en todo el resto del mundo, como ir a un mercado con el papelito donde anotaron las compras por hacer – harina PAN, aceite, azúcar, leche, papel toilette? Con solo recordarlo, hoy, en Venezuela, es como si nos hablaran de un mundo perdido. Hasta desapareció la memoria de que así se vivía en Venezuela, igual que en cualquier otro país de América o Europa. Hoy, los venezolanos son la única nación condenada a no disfrutar de un modo de vida normal y lo más extraño, es que no parecen darse cuenta de lo que perdieron.
Se ha llegado en Venezuela al increíble extremo, de que algo tan normal y fácil como entrar en una panadería a comprar pan, no es posible. ¿Cuántos venezolanos están claros que ellos son de la única nación en el mundo, que deben esperar en una cola, en la calle, su turno para comprar un pequeño pan, generalmente una canilla, una sola, porque venden solamente una por persona?
Seguimos con los olvidos. Se olvidaron los venezolanos de los tiempos cuando iban a la farmacia a buscar un medicamento y lo compraban sin que el farmaceuta les dijera «no hay». Se olvidaron de la época cuando del grifo salía agua a cualquier hora del día y la luz eléctrica no se iba a cada rato. Se olvidaron de que al igual que en todos los demás países, los venezolanos también se levantaban en la mañana, podían bañarse en una ducha con agua corriente, desayunar café con azúcar y leche (¿eso todavía existirá en alguna casa privilegiada?) e irse al trabajo en un transporte regular, sin presiones ni vaporones.
¿Alguien recuerda todavía que así se vivía hace apenas unos años? ¿Alguien se da cuenta que Venezuela es el único país de América que retrocedió más de un siglo a los tiempos que eran sin agua corriente, sin luz eléctrica y sin transporte motorizado?
Pasemos a otro plan. ¿Alguien podría imaginar siquiera, que en una democracia, llegada la fecha cuando por mandato constitucional deben celebrarse unas elecciones, éstas no se celebran y ni siquiera existe indicación alguna de la voluntad de celebrarlas? Imaginen por un momento, que por ejemplo en Estados Unidos, llegada la fecha de elecciones parlamentarias, al poder Ejecutivo le entren las ganas de no celebrarlas. Esta aberración está ocurriendo en Venezuela con las elecciones de gobernadores que por mandato constitucional debían haberse celebrado en 2016, pero ya se anuncia que ni en la segunda mitad del 2017 el Consejo Nacional Electoral estaría listo para que la gente pueda votar. Igual se perdió la fecha de otro mandato constitucional, como lo era el Referendo Revocatorio y nadie parece haber protestado por ello.
Alguien, en un país normal y democrático, ¿podría imaginar que decenas de detenidos políticos con boleta de excarcelación dictada por los tribunales, permanezcan presos porque a la policía política no le dio la gana soltarlos? Alguien, en su sano juicio, ¿podría aceptar un gobierno donde el presidente anterior murió sin que se sepa cuándo ni dónde y sin que existiese un certificado de defunción, al igual como no hay partida de nacimiento ni seguridad en cuanto a la nacionalidad de su sucesor en el cargo? ¿Y nadie exige la presentación de un documento que es de rigor, no digo para ejercer la presidencia, sino para el ciudadano común a la hora de cualquier trámite que implique la presentación de los documentos filiatorios?
Funcionarios de elección popular, son reemplazados a dedo por el poder Ejecutivo y nadie se ocupa de protestar. Así ocurrió con los gobernadores de Anzoategui, Barinas, estaría por ocurrir en Nueva Esparta. También ocurre en Venezuela que un parlamento elegido en buena lid pierde sus derechos y facultades constitucionales, porque una dictadura se las quitó, ¿y nadie hace nada? ¿Qué cosa es esa de un parlamento declarado en «desacato» para impedir su funcionamiento? Guardando las distancias de época y circunstancias, es el equivalente de la quema del Reichstad (parlamento alemán), que fue el primer paso para la instauración de la dictadura de Hitler en Alemania. ¿Dónde está la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos para imponer «un parao» a esa carrera hacia la dictadura?
Viene otra pregunta: en Venezuela, ante tantos indicios de desastre económico, humanitario y legal en sus aspectos de legitimidad funcional del poder legislativo, ¿nadie protesta? ¿Dónde está la gente? En Ucrania, con 20º C bajo cero, el pueblo permaneció de vigilia en la plaza Maidana durante días y semanas hasta que conquistó su libertad. Esta misma semana, en el vecino Ecuador, la gente, pacífica pero decidida, se quedó en la calle hasta que vencieron lo que parecía un sospechoso esfuerzo del Consejo Nacional Electoral ecuatoriano, de torcer el resultado de una votación popular.
En cambio en Venezuela, ¿cuántas veces fue traicionada la gente cuando salió a la calle? Saquemos la cuenta, empezando por el grotesco episodio de la «autojuramentación» de Carmona después del 11 de abril 2002, cuando una inmensa marcha que manifestaba una voluntad popular de rectificación de rumbo político, fue traicionada por maniobras internas entre factores políticos.
Después de ese imperdonable episodio, Venezuela tuvo dos años de maniobras del chavismo (igual que ahora) para demorar y agenciar la smartmática votación del Referendo Revocatorio en 2004.
Vinieron las elecciones presidenciales con Manuel Rosales y las dos elecciones con Henrique Capriles, sin que ninguno de los dos candidatos se haya plantado en su momento para exigir una cabal revisión de los resultados.
Llegó el año 2016 y una multitudinaria expresión de voluntad, manifestada coordinadamente en todas las capitales de estado del país, fue cortada en seco por maniobras, esta vez ajenas a la nación misma, como ahora se evidencia con las revelaciones del ex funcionario del Departamento de Estado, Roger Noriega, acerca del papel jugado por Thomas Shannon, el enviado del entonces presidente norteamericano, Barack Obama. Shannon, según esa información, fue quien impidió a la MUD anunciar la marcha que hubiera podido ser decisoria.
Por no haber respetado la multitudinariamente expresada voluntad de los venezolanos de corregir el rumbo político con una marcha y vigilia nacional que exigiera la fecha y celebración de un Referendo Revocatorio, es que ahora, los dos principales culpables de impedir esa marcha, como lo fueron Estados Unidos y el Vaticano, intentan corregir el error que cometieron. El problema es que Venezuela, país donde la calle sí está unida y los políticos desunidos, tendrá que aprender de los ecuatorianos. Si en el Ecuador van a una segunda vuelta electoral en abril, en el caso de los venezolanos, una votación sería… algo como la décima vuelta, el décimo intento desde el fatídico año 2002, marcado por la traición Carmona. ¿Cuántos más traidores nos faltan?