Uno de los rasgos más resaltantes después de 70 días de represión continua en calles y autopistas de todo el país, es la mentira oficial inmediatamente descubierta con demostración de fotos y videos. Los servicios de represión -no se les puede llamar «servicios de seguridad»- no parecen haber entendido dos cosas: 1. Que la mentira en un país civilizado es pecado mortal. Richard Nixon fue removido de la presidencia de la mayor potencia del globo, por comprobar que había mentido en relación a unas grabaciones hechas en su despacho. 2. Que la imagen grabada está en todas partes y en todas las manos, constituyendo un testimonio irrefutable y lapidario para quien ose mentir en algo tan grave como la muerte de un joven.
En esta nota semanal, no tengo más nada que comentar, salvo recurrir a los centenares de testimonios gráficos, que todo ciudadano dueño de un teléfono celular lanza a las redes sociales. Lo desfasado de la reacción oficial consiste precisamente, en creer que con apresurar el lanzamiento de una mentira, están ganando la pelea – cuando es lo contrario. Nada más que en los últimos par de días, lo más llamativo ha sido el esfuerzo de decir que Leopoldo López está negociando su libertad (falacia inmediatamente desmentida por un video). Amen de los continuos esfuerzos en disfrazar cada nuevo asesinato perpetrado por la Guardia, la Policía Nacional o los «colectivos», cuando abundan las imágenes que muestran la verdad. Porque hoy, la ciudadanía no sólo se defiende en las calles, sino con las imágenes, que hablan y no necesitan guión.