La crisis política y económica de Venezuela ha obligado miles de personas a emigrar y buscar fuera de las fronteras, la estabilidad que en estos momentos no encuentran en Venezuela. Uno de los destinos ha sido Brasil, país que según datos oficiales, ha recibido a más de 77.000 venezolanos entre 2015 y 2016.
Aunque muchos de estos ciudadanos desean regresar a Venezuela, otros buscan asilo. Para ser más exactos, 8,231 venezolanos pidieron oficialmente asilo en 2017 y otros 5,000 que esperan una cita. Aproximadamente las autoridades reciben 150 nuevas peticiones al día.
Migraciones complicadas
Pese a que en Venezuela no se consiguen medicinas ni alimentos fácilmente y que el costo de la vida es elevado en comparación al salario mínimo, la situación para quienes emigran tampoco es fácil.
Muchos venezolanos viven en las calles y en refugios improvisados y otros se han enfermado por las malas condiciones de vida.
La Human Rights Watch (HRW) informó que en 2016 se diagnosticaron casi 2.000 inmigrantes con malaria, mientras que el número de mujeres venezolanas que busca atención de maternidad también se ha disparado.
Sin embargo esto es en cuanto a las enfermedades, ya que también ha aumentado el reporte de casos de secuestro, violación y tráfico para la explotación sexual.
Autoridades buscan soluciones rápidas
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) está trabajando con el gobierno federal de Brasil para elaborar un plan de emergencia. Pero pudiera no ser efectivo ya que el deterioro de las condiciones de vida en Venezuela aumenta cada día más rapido.
Asimismo, no parece haber una estrategia a largo plazo para anticipar situaciones de migraciones masiva en el futuro. En su lugar, los refugiados se quedan a cargo de un pequeño grupo de organizaciones benéficas y organizaciones no gubernamentales que prestan apoyo cuando pueden.
A menos que Brasil revise y se replantee significativamente sus sistemas de migración y asilo a la nueva realidad de la creciente movilidad humana, el país estará en modo de respuesta de emergencia permanente y existen claras implicaciones legales y operacionales de la pasividad de de este país.
A pesar de tener una larga reputación como un país “acogedor”, Brasil nunca ha tenido una institución federal dedicada exclusivamente a la migración. Como resultado, las habilidades y los recursos están dispersos en diferentes ministerios.
Particularmente preocupante es el hecho de que Brasil no tiene un sistema digital para rastrear a sus migrantes y refugiados. Nadie sabe cuántos solicitantes de asilo y refugiados hay en Brasil. No hay información centralizada sobre sus nacionalidades, edad o género, y mucho menos sus necesidades básicas de protección y apoyo.
Con información del Instituto Igarapé.