Por Karisa López
Esteninf Olivarez es barquisimetana. Ama Caracas, pero encuentra “paz” en su ciudad natal, donde vive toda su familia. En la capital solo tiene a su esposo y una prima.
Le encanta la tostada caroreña, un plato típico del estado Lara. Es una arepa frita rellena de queso asado, cubierta de queso rallado con salsa rosada; alrededor se le colocan tajadas de plátano, cochino frito, caraotas, papas fritas y ensalada de gallina.
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Las fechas que recuerda con más cariño son el 4 de enero, día en que conoció a su esposo, y el 8 de febrero, cuando nació su sobrino. Asimismo, su pareja representa la figura de su persona favorita, al igual que su madre, su abuela y su fallecido padre.
Esteninf también es periodista. Labora para Globovisión como ancla del programa Primera Página y como reportera para Unión Radio.
El pasado miércoles 14 de junio fue agredida en el Distribuidor Metropolitano por un Guardia Nacional, quien le disparó perdigones a los pies cuando se negó a colgar la transmisión telefónica en vivo con la emisora, durante una manifestación opositora.
“No sentí miedo por mí, sino por mi mamá. Pensar en cómo mi esposo le iba a decir que me mataron mientras trabajaba”, expresó.
Reconoció que estas protestas se han hostilizado, en comparación con 2014. “Los primeros 20 días estuve de cara al viento, luego tuve que usar la máscara y el chaleco, andar en moto, quizás porque nos hicieron sentir vulnerables”, señaló.
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Sin embargo, reconoció que esto no le ha hecho pensar en rendirse. Al contrario, tienes “más ganas de continuar” en la calle. Afirmó que podría retirarse cuando sea una persona mayor. “La calle es mi estilo de vida”, expresó.
“Este Día del Periodista no hay nada que celebrar, desde hace años no hay nada que celebrar. Tenemos que accionar para que se nos respete como trabajadores”, apuntó.
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Esteninf aseveró que ella también debe lidiar con la escasez de medicinas y alimentos. “También pedimos servicios públicos y hacemos colas”, relató.
Reveló que suele llegar desmoralizada a su casa, “a veces lloro debajo de la máscara antigas” y, generalmente, lo hace en su hogar. Asiste a quien lo necesita, violando las reglas que un periodista debe seguir para no involucrarse con el hecho, “porque es mi naturaleza”.
Esto la ha hecho valorar la vida, las conversaciones en las noches con su mamá, a sus colegas, la ha impulsado a rezar más. Es devota de la Divina Pastora y lleva junto a su carnet de prensa y del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) dos estampas de San Miguel Arcángel.
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“Mamá gallina”, como la llaman, ha tenido oportunidades de emigrar pero no tiene planes de irse del país. “Venezuela no me cabe en una maleta, no he tenido el valor de irme, no me veo en otra parte, quiero que mis hijos nazcan aquí”, afirmó.
“Soy entregada, soy guerrera, una persona que ama profundamente a este país. Soy una mujer como cualquier otra, que se levanta temprano. Soy muy sincera, no tengo filtro, creo que hoy más que nunca sé que debo seguir siendo así, para informar, para vivir. Lo que más le agradezco a la vida, y sonará cliché, es vivir aquí, ser venezolana. Hay mucha gente que vale la pena, y hay que seguir por ellos”, expresó.