«Asalto al Congreso» parte III o cómo en la época revolucionaria se llenan las paredes de sangre

EFE

Este 5 de julio se conmemoraban los 236 años de la firma del Acta de Independencia. Sin embargo, el día termino más cercano a 1848 cuando ocurrió el «Asalto al Congreso» durante el gobierno de Jose Tadeo Monagas.

Lo que parecía un día «tranquilo», tuvo su primera sorpresa casi al estilo de «amaneció de golpe». Y es que, el tren ministerial encabezado por el vicepresidente Tareck El Aissami junto a militares del Alto Mando, se aparecieron en la Asamblea Nacional desde temprano para realizar un acto en conmemoración del día. 

Solos no fueron. Camionetas ultimo modelos, numerosos escoltas en moto y varias personas simpatizantes del oficialismo, así como funcionarios públicos se encontraban en el lugar. 

Un orador de orden, daba cuenta de las «bondades» de la Constituyente haciendo especial énfasis en el cambio territorial con la aparición de las comunas, las cuales tendrían rango constitucional. 

Ese acto se realizó sin la presencia de la directiva del Parlamento. Incluso, con desconocimiento de ésta sobre dicho acto. 

Hay que recordar que el Salón Elíptico, lugar donde se resguarda el Acta de independencia, es un espacio que está bajo el control del Ejecutivo pese a que se encuentra en la Asamblea. 

Sin embargo, nunca se le aviso a los diputados opositores que ostentan la mayoría parlamentaria, que esto se realizaría. Ni siquiera, para coordinar, hecho que reclaman. 

El diputado Tomás Guanipa lo calificó como «toma del Palacio» y señaló que es la muestra de como este gobierno «toma por asalto todos los ámbitos de la vida de los venezolanos». 

Aún bajo este escenario, las primeras horas de la mañana transcurrían en paz. El oficialismo daba una demostración de «Fuerza» al tomar la Asamblea, sin violencia, y sin que los opositores pudieran hacer nada al respecto. 

Hasta las 10:00am, el gobierno iba 1 y la oposición, 0. 

Luego de esa hora y cuando el vicepresidente se retiró, no sin antes hacer un llamado al «pueblo» a acudir a la Asamblea a «leer el Acta de Independencia», todo cambio. 

Un grupo de «colectivos» como ellos mismos se hicieron llamar, llego a las puertas de la Asamblea para anunciar que habían decidido realizar un trancazo de seis horas durante las cuales se le impedirían a los parlamentarios salir de la institución. Hecho que cumplieron con creces. 

Al principio, el «trancazo» se limitó al lanzamiento de cohetones «aliñados» que al explotar, disparaban piedras y pedazos de vidrio y consignas al estilo de «la derecha no volverá», «esta Asamblea caerá» y la muy famosa en estos días, «la Constituyente va». 

Las dos puertas de acceso al Palacio estaban «custodiadas» por los oficialistas quienes tampoco escatimaron esfuerzos en rodear la puerta que da acceso desde la esquina de San Francisco a los Hemiciclos. 

Una puerta de madera que tuvo que ser reforzada con escritorios, sillas y alfombras enrolladas para que no sucumbiera a la embestida de golpes y cohetones que eran lanzados desde la calle. 

Un escenario que tuvo de espectadores fieles a los Guardias Nacionales que ¿custodian? El Poder Legislativo. 

Cercano al mediodía y mientras se llevaba a cabo la, segunda, sesión solemne del 5 de julio que tenía como oradora de orden a la historiadora Ines Quintero, los oficialistas ingresaron al Palacio. 

Su ingreso no fue abrupto. No. Entraron «tranquilamente» por las puertas ya que la Guardia se hizo a un lado y se lo permitió. 

Una vez adentro, la tranquilidad cambio a la violencia. 

Hombres encapuchados portando tubos, armas de fabricación casera (morteros), cuchillos y hasta pistolas. Mientras diputados e invitados se trataban de resguardar en los Hemiciclos, los oficialistas golpeaban todo a su paso. 

Era una escena que se repetía en cámara lenta. Golpes, cohetones, humo y sangre. 

Durante un espacio de, aproximadamente media hora, la Guardia no activó una lacrimógena o disparó un perdigón. Esto si lo comparamos con el comportamiento que asumen en el «este» y en algunas zonas del oeste con grupos opositores. 

Los minutos pasaban. Personas con pasamontañas impedían a la prensa grabar lo que ocurría. Robaban celulares, cámaras. Rompían trípodes, paredes. Y agredían. Agredían a diputados frente a un recién condecorado coronel Lugo, quien luego, cargaba a ese mismo diputado que vio en el suelo golpeado. 

La violencia es abrasiva. Se contagia y expande con una facilidad y rapidez pasmosa. 

Los golpes iban y venían de todos lados. Los agredidos se defendían y terminaban convirtiéndose en agresores y así…

Finalmente, la Guardia consideró que había sido suficiente y comenzó a sacar a los oficialistas. Nunca con represión o dispersión. Ni siquiera con el amague de hacerlo. 

Una vez estos afuera, el control de daños fue contundente. Cinco diputados heridos; tres de ellos de gravedad siendo el diputados Américo de Grazia el que más golpeado, quedo al punto de convulsionar a raíz de un golpe en la cabeza propinado por un tubo. 

Siete trabajadores del Parlamento heridos, muchos robados y daños materiales considerables. Incluyendo un ventanal en el que impactó una bala. 

Una fecha histórica que cobra, ahora, un nuevo matiz. 

Los diputados debieron prácticamente suplicar a la Guardia que permitieran el ingreso de una ambulancia para trasladar a los heridos y éstos, hacer lo mismo con los oficialistas. La cadena de súplicas dio resultado y la ambulancia, en una operación casi comando, retiró a los heridos de gravedad de una zona de secuestro. 

Y es que, aún y cuando los oficialistas se habían retirado del interior de la Asamblea, no lo hicieron de los alrededores. 

Los cohetones y consignas volvieron. También amagues de un nuevo ingreso. 

Varios diputados rechazaban y criticaba lo ocurrido. Otros, rostro de indignación, hablaban por teléfono, hacían periscope o mantenían reuniones en esquinas de los pasillos. 

El primer vicepresidente, Freddy Guevara, señalaba que estos hechos no los harían cambiar la agenda. 

Tan así fue, que ingresaron al Hemiciclo de sesiones y debatieron -y aprobaron- el Acuerdo para llamar a un plebiscito este 16 de julio que busca rechazar la Constituyente. 

Las horas pasaban y los pronunciamientos internos y externos comenzaban a salir: la Fiscal, el Defensor y hasta el propio presidente Nicolás Maduro rechazan lo ocurrido y todos pedían se investigará. Cada uno a su manera. 

Afuera, numerosos gobiernos y Parlamentos también se pronunciaron. 

Seguían pasando las horas

Cumpliéndose la número seis, apareció el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, para manifestar que lo ocurrido es la demostración de lo que vendría con la Constituyente. 

«La violencia tiene nombre y apellido: Nicolás Maduro», aseguró. 

Mientras, la banda sonora seguían siendo los cohetones, los cuales cesaron durante unos minutos cuando la directora del acervo histórico ingreso al Palacio Federal para cerrar el cofre que contiene el acta. Luego, se retiró e iniciaron las detonaciones. 

Las personas comenzaban a perder la calma. Casi ocho horas sin agua ni comida y bajo el constante sonido de detonaciones, exigían la actuación de la Guardia. Una señora, visiblemente alterada, exigía poder salir de la situación de secuestro. Gritaba y lloraba luego que una de las botellas lanzadas por los oficialistas le cayera en los pies.  Debido al estado de alteración, se desmayó y fue atendida. 

Cumplidas ocho horas, una mujer salió hacia el balcón donde se ubican las oficinas de «ANTV», frente al Palacio Federal y con un megáfono decían que «los objetivos fueron cumplidos. Esto es una muestra de lo que viene. Retirémonos camaradas». 

A pesar de esta «exhortación», no lo hicieron. 

Con la presencia de varios Generales, entre ellos, Fabio Zavarce, la Guardia comenzó una especie de operativo  de «extracción» para sacar a las personas secuestradas de la Asamblea. 

Todo muy similar a lo ocurrido el pasado martes 27 de junio. A través de una especie de «pasillo» confirmado por Guardias y Policía Nacional Bolivariana, se iban sacando en grupo a las personas. 

Esto no impidió que los oficialistas continuarán lanzando botellas, piedras, cohetones y hasta enseñar sus pistolas mientras colocaban música y se burlaban de la forma en que salían los opositores. 

La Guardia solo se limitaba a decir «tengan cuidado que están lanzando piedras. Y tengan cuidado con los vidrios». 

Y es que las personas eran llevadas hasta la sede administrativa de la Asamblea, frente al Consejo Nacional Electoral. Hasta allí llegaron un grupo de afectos al gobierno y reventaron dos de las puertas que dan acceso a este edificio. También hicieron lo propio con varios vehículos que salían del lugar. 

Todo esto, a 25 días de realizarse el proceso constituyente y a 10 de una consulta que, aunque simbólica, podría tener un gran impacto. 

Las paredes llenas de sangre, el piso con huellas de pólvora y las diversas imágenes que quedan en el imaginario colectivo, tanto de los presentes como de quienes lo vieron por diversos medios, dan cuenta de los días que estarían por venir. 

Foto: Miguel Gutiérrez / EFE

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