La reacción mundial por el ataque a la Asamblea Nacional el día solemne del 5 de Julio, precedida de una aparente incitación oficial en las palabras que esa mañana, en ese mismo recinto pronunció el Vicepresidente Tarek El Aissami acompañado de ministros y sobre todo del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, no se hizo esperar y es de enormes consecuencias. Uno difícilmente puede entender cuál fue la meta de esta claramente ordenada salvajada, nada menos que por el vicepresidente del régimen. Era evidente que la condena sería mundial y no se limitará a un simple «lip service».
Era previsible que no quedará -o casi- parlamento alguno en el mundo civilizado que no salga inmediatamente en defensa de sus pares venezolanos. Efectivamente, los parlamentos reaccionaron inmediatamente y al escribir esta nota, ya son muchas las primeras declaraciones que sumadas, harán la vuelta al globo. Serán seguidas de decisiones más contundentes, probablemente siendo las primeras las del Mercosur, cuyos miembros ya se manifestaron y no se quedarán con una mera declaración. Ya fueron llamadas reuniones de emergencia en la OEA y en las Naciones Unidas. A los países que hasta ahora apoyaban el régimen de Maduro en la OEA se les hace cada vez más arriesgado separarse de la mayoría que lo condena. Al verse ahora evidente la caída de ese régimen, deberán pensar en su propio futuro, sobre todo el del suministro petrolero en la era postmaduro, cuando deberán responder por sus actos.
Por otra parte, la oleada de artículos y noticieros en los más diversos países, incluso en medios que hasta ahora solo excepcionalmente mencionaban el caso venezolano, como la Deutsche Welle o el New York Times, facilitan e incluso alientan la acción de los respectivos gobiernos en contra de un régimen revelado por esos hechos, como dictatorial y salvaje. En realidad, es como si encendieran la luz verde a cualquier tipo de acción que pueda acelerar la desaparición de un régimen capaz de esos actos, con el beneficio para los gobiernos de jugar al justiciero defensor de los derechos humanos y los del ciudadano.
Tan aparatosa ha sido la evidencia del salvajismo, que después de esa demostración, cualquier coalición incluso armada y de intervención sería aplaudida, evitándose el prurito de violación de soberanía, puesto que sería por una causa superior, como lo son considerados los derechos humanos.
Dentro de ese drama que toma visos de fatalidad para Maduro, quien más arriesga en el actual momento, es el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, porque estuvo presente esa mañana en el Palacio Legislativo y aparecerá como partícipe de la amenaza proferida durante la visita, que fue oficial. En su caso, su presencia en aquel momento es el equivalente a cruzar el Rubicón.