Aveledo cree en la importancia del diálogo para establecer acuerdos

Aveledo

En octubre de 2016 se inició un proceso de diálogo entre Gobierno y oposición que contó con la participación de tres expresidentes, José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana), junto al secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper. Sin embargo, este diálogo duro hasta diciembre.

De este diálogo, Zapatero es el único mediador que se mantiene hasta el momento, porque hasta el Vaticano se retiró, después que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) abandonara por el incumplimiento de acuerdos por parte del gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, el expresidente español ha sido criticado por los dirigentes de la oposición por su cercanía con Maduro, pero para el exsecretario ejecutivo de la MUD y presidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, Ramón Guillermo Aveledo, “no deberíamos confundir la posibilidad del diálogo (…) con la confianza o desconfianza que nos pueda generar una persona”.

¿Cuál es su opinión de la participación de Zapatero como mediador en el conflicto de Venezuela?

Aprecio que ha tenido varias fases, tengo la impresión de que él llegó a nuestro conflicto por una iniciativa gubernamental vía Unasur, la Secretaría de la Unasur recabó el apoyo de varios expresidentes, que tuvo una fase inmediatamente posterior cuando a solicitud de oposición y gobierno se incorporó al Vaticano y luego un corte abrupto de ese diálogo en noviembre del año pasado cuando, a raíz de lo que consideró la oposición el incumplimiento por parte del Gobierno de los compromisos, vino todo aquello de la carta de Pietro Parolin y demás.

Después de eso no ha habido un reinicio del diálogo que fuera oficialmente gestado por las partes y al contrario hubo, de parte de voceros de la oposición, expresiones que mostraban una gran desconfianza en su persona, que son cosas que ocurren en los procesos políticos y creo que alguien de su experiencia lo entendería perfectamente.

Ahora, ha trascendido que ha estado actuando como mediador entre el Gobierno y la oposición. De esa actuación no tenemos resultados que no sea el cambio del estatus de Leopoldo López.

Creo que no deberíamos confundir la posibilidad del diálogo y la negociación política como una posibilidad real y una consecuencia natural del gravísimo conflicto que vive Venezuela con la confianza o desconfianza que nos pueda generar una persona.

En este caso, si yo fuera dirigente de la oposición lo consideraría como un emisario de las propuestas del gobierno, lo que en si mismo no es ni malo ni bueno en la medida en que uno lo tenga claro. Se trata de alguien que trae las propuestas del Gobierno y que puede escuchar los pareceres de la oposición.

Ahora, no creo que tenga la confianza de ambas partes, como alguien imparcial porque no ha demostrado serlo.

¿Considera que Zapatero era la persona adecuada para llevar a cabo este proceso de negociación?

Pienso que no, fíjese que esa posibilidad ha fracasado varias veces y el factor principal por el que ha fracasado el diálogo de negociación política es que el Gobierno no ha tenido la disposición sincera de comprometerse, recordemos que es el Gobierno el que ha causado todo este conflicto al simplemente desconocer la vigencia de la Constitución.

Porque si aquí estuviéramos cumpliendo la Constitución claramente no se presentaría el problema de la Asamblea Nacional (AN), no habría presos políticos ni tendríamos la incertidumbre sobre las elecciones ni habría ocurrido que se suspendió el revocatorio sin que aparecieran razones jurídicas de peso para eso, todo se resume en desconocimiento de la Constitución.

Entonces es muy obvio que, en una crisis de este tamaño, los actores fuera del poder como es el caso de la oposición tengan un abanico de acciones políticas posibles.

Una de estas es la búsqueda del voto, que aquí se ha trancado, otra es la del uso de la tribuna parlamentaria o la búsqueda del equilibrio institucional de poderes, una opción que ha sido bloqueada y obstruida por el Gobierno con la convivencia del Tribunal Supremo de Justicia.

Qué otras cosas quedan, pues la batalla de la opinión pública y por eso cada espacio de opinión y en medios de comunicación es muy valioso porque está muy restringido.

Otra batalla política licita es la protesta pacífica en la calle, otra es la búsqueda de presión internacional con una actividad consistente y coherente, cosa que ha venido haciendo la Unidad, así como la protesta en la calle y otra herramienta es la posibilidad del diálogo político o la negociación que sea el resultado de la presión interna y externa, eso es perfectamente válido.

Ahora, en esos procesos lo fundamental es la disposición de ambas partes a dialogar y negociar, lo que significa llegar a acuerdos, en esa disposición no se dialoga porque allá acuerdos, se dialoga para llegar a acuerdos y que haya esa disposición con toda claridad es muy importante.

Si hay disposición y objetivos claros, no hay ningún motivo para no dialogar, aunque el conflicto esté en la situación más álgida, pero precisamente esos son los momentos en que hacen falta la búsqueda de salidas.

¿Considera que el gobierno y la oposición estén dispuestos a negociar?

Creo que no veo en el Gobierno disposición verdadera a ceder por los desacuerdos internos por una parte y la otra es que constantemente está el Gobierno atrapado en su discurso.

Uno puede apreciar en el mundo opositor que hay gente partidaria de un enfrentamiento más fuerte y gente que es menos partidaria de eso, aunque la actuación haya sido bastante unida.

En cambio, en el Gobierno uno no puede discernir, yo no sé decir quien es menos duro o más moderado, porque pareciera haber una competencia por decir cosas más duras que es difícilmente un camino para el entendimiento y el diálogo.

Es muy difícil que sea creíble una invitación a dialogar cuando está acompañada de insultos, descalificaciones y además de persecuciones y endurecimiento de las posturas, eso hace muy difícil que sea creíble y de algún modo justifica en el otro lado la desconfianza que es el caldo de cultivo para las posiciones más duras.

¿Qué se debería hacer para lograr un diálogo político en Venezuela?

Los protagonistas de cualquier negociación son los actores políticos, pero es necesario un tercero, que es algo de lo que yo siempre he sido partidario, porque hay mucha desconfianza mutua, nosotros no confiamos en el gobierno y por lo que ellos dicen, tampoco confían en nosotros.

Como hay tanta desconfianza debe haber un tercero, pero como en este proceso no bastan las promesas tienen que haber garantías de cumplimiento, a mí me parece mucho más práctico que la tercería sea de organizaciones internacionales o de gobiernos, porque tienen estructuras para poder hacer seguimiento al cumplimiento de las garantías que se ofrezcan, porque cualquier acuerdo aquí tropezará con la incredulidad del incumplimiento porque es la experiencia que hemos tenido.

Los planteamientos que causaron la contención por parte de la oposición han sido que se cumpla la Constitución, que se respete a la Asamblea Nacional, que haya un calendario electoral y que se cumpla, y que salgan libertad los presos políticos, eso no es una petición es extremista o que se podría considerar coloquialmente ahora «radical».

Frente a eso el Gobierno ha respondido que no a ninguna de esas cosas, después ha arreciado la represión y ha aumentado el número de perseguidos y procesados, pero en adición a todas esas cosas está la Constituyente que, aunque la propaganda del Gobierno dice que es para la paz y el diálogo, el discurso de los dirigentes es de amenazas, es que desde el domingo en adelante aquí empieza una gran degollina.

Por supuesto ese progresivo endurecimiento les quita mucha credibilidad a esas ofertas de diálogo del Gobierno. Ahora, ¿eso hace que el diálogo no sea necesario? No, eso lo que provoca es que el diálogo sea más necesario, lo que pasa es que se necesita que sea posible e insisto que la política no es nada más el arte de lo posible, es el arte de hacer posible lo que es necesario.

Si el diálogo es necesario porque la negociación es la desempacadura normal de toda esta presión nacional e internacional que se viene haciendo para que el Gobierno, entonces hay que ver cuál es la manera de hacer posible esa salida.

 Foto Archivo Zeta

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