La región se encuentra dividida en cuanto lo que se debe hacer en Venezuela. Un reducido grupo de gobiernos de países pequeños y economías débiles apoyan al régimen. El otro grupo mayoritario, que concentra los países más grandes y dinámicos de la región optan por la vuelta a la democracia.
Dos reuniones sobre Venezuela se dieron concomitantemente en el con-tinente. Una en Lima, Perú, para evaluar “…la situación creada por las elecciones para una Asamblea Constituyente y su impacto sobre el orden democrático en Venezuela”. Y otra en Caracas, la VI Reunión Extraordinaria de Consejo Político del ALBA-TCP “en defensa de la soberanía y la paz en Venezuela”. Dos mundos apartes.
Fuerza centrifuga
La Venezuela chavista ha sido una fuerza destructiva en el continente. Se empeñó en debilitar a la OEA y casi lo logra. También en crear nuevas organizaciones multilaterales que ahora están, por su culpa, en crisis como Unasur y la CELAC.
Las últimas reuniones de la OEA han mostrado un continente partido sobre el tema venezolano entre un grupo de países dependientes económicamente de la Venezuela chavista, al que se suman los conquistados ideológicamente por el castrochavismo, los cuales se reúnen en la Alianza Bolivariana para las Americas (ALBA). Y otro grupo de países democráticos que no tienen – o tenían – hasta ahora ninguna organización.
Como sabemos la ALBA es parte de una intrincada red de apoyo al castrochavismo en el continente -y posiblemente en el mundo- bajo el liderazgo del Foro de San Pablo.
Dos visiones
Sobre lo que pasa en Venezuela hay dos visiones que se plasman en los resultados de las dos reuniones realizadas. El comunicado de la ALBA divaga en las generalidades a las que nos tienen acostumbrados, pero no menciona la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Se centra en denunciar una campaña internacional “… de desprestigio mediática internacional y las acciones unilaterales”. Señala “…que los enemigos históricos … han lanzado una guerra no convencional contra los gobiernos y pueblos …, cuyo único objetivo es destruir los avances alcanzados en la región..”. Muchos se preguntan ¿Cuáles avances?
Más interesante es que en el ALBA, aunque blanden el expediente de la no intervención, postulen que “ la defensa de Venezuela y de su revolución no es problema exclusivo de los venezolanos”. Consideran que lo que suceda en Venezuela es definitorio de lo que sucederá en la región cuando señalan que “en Venezuela se libra hoy la batalla de Ayacucho del siglo XXI”. Finalizan avisando de “la existencia y el desarrollo de un Plan impulsado por el Imperio.. (contra los) … gobiernos progresistas”. Postulan un diálogo “constructivo y respetuoso con vistas a avanzar en la estabilidad política y económica de Venezuela” y dan la bienvenida a la iniciativa del CARICOM.
Mientras en Caracas asistían solo cinco Cancilleres de los 13 estados miembros del ALBA: Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, y el anfitrión, en Lima se reunían 17 países con 14 Cancilleres.
Declaración de Lima
En Lima los Cancilleres se reunieron con un solo propósito: “abordar la crítica situación en Venezuela y explorar formas de contribuir a la restauración de la democracia en ese país a través de una salida pacífica y negociada”. Y fueron contundentes. Sus cuatro primeros puntos van al grano. El primero condena a la ruptura del orden democrático.; el segundo afirma “su decisión de no reconocer a la ANC, ni los actos que emanen de ella, por su carácter ilegítimo”. A la Asamblea Nacional (AN) le dan “su pleno respaldo y solidaridad” y reconocen su valor por ser “democráticamente electa”.
El desconocimiento de la ANC y de los actos que de ella emanan tiene como corolario el cuarto punto, es decir, que cualquier decisión que por Constitución envuelva a la AN, no será reconocida por estos 12 países. Esto va desde nombramiento de embajadores hasta Convenios internacionales, pasando por contratos con el Estado. Por eso desde ya desconocen al nuevo Fiscal General nombrado por la ANC y respaldan a Luisa Ortega Díaz (punto 6)
Derechos Humanos
La declaración de Lima se centra luego en el tema de los derechos humanos y las libertades fundamentales, al condenar su “violación sistemática”, así como denunciar que “Venezuela no cumple con los requisitos ni obligaciones de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas”.
También condena al régimen “por no permitir el ingreso de alimentos y medicinas en apoyo al pueblo” y reitera su posición de “continuar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela”.
Como una medida punitiva, este conjunto de 12 países claves en el GRULAC (Grupo Latinoamericano y del Caribe de NN.UU.) no va a “apoyar ninguna candidatura venezolana en mecanismos y organizaciones regionales e internacionales”. Esta medida, que no se aplica a otras dictaduras como Cuba, supone que al no haber consenso en el GRULAC, Venezuela si quiere optar por algún cargo que le corresponde a la región, por no ser presentada por consenso, deberá forzar una votación en el plenario.
Redefiniendo el escenario regional
El penúltimo punto de la declaración de Lima establece un grupo de “seguimiento de la situación en Venezuela, a nivel de Cancilleres, hasta el pleno restablecimiento de la democracia en ese país”. Y aunque su intención es” reunirse a más tardar en la próxima sesión de la Asamblea General de NN.UU., oportunidad en la que podrán sumarse otros países”, este puede ser el germen para reconstruir el escenario internacional regional. Baste recordar como el grupo de Contadora se creó para la búsqueda de la paz en Centroamérica y como derivó en el Grupo de Rio y este en el CELAC.
Este grupo de seguimiento podría convertirse en un mecanismo de concertación de gobiernos democráticos del continente.
Los no firmantes
De los 17 países asistentes 12 firmaron la declaración: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú. De los latinoamericanos asistentes solo Uruguay no firmó. A este país, cuyo partido de gobierno es miembro de Foro de San Pablo, se le ha hecho difícil alinearse con las democracias regionales. Los otros cuatro que no firmaron son del Caribe: Guyana, Granada, Jamaica, Santa Lucía.
Los caribeños les ha costado mucho denunciar la destrucción de la democracia en Venezuela y emplazar al régimen. Liderados por el filocastrista, Ralph Gonsalves, Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas, se han venido escudando en el principio de no intervención y la condición del Consenso del CARICOM.
Pese al bloqueo de Gonsalves, entre los caribeños hay cada vez más posiciones encontradas. Ahora están discutiendo de nuevo sus posiciones donde los asistentes a Lima se enfrentan, especialmente a San Vicente, San Cristóbal y Nieves, y Dominica. Por cierto que estos últimos no han tenido problema en apoyar abiertamente al régimen de Nicolás Maduro en diferentes declaraciones públicas.