Leyendo la entrevista que concedió al diario El País el tenor estadounidense Gregory Kunde (Kankakee, Illinois, 1954), me llama particularmente la atención lo que el diario español destaca en su titular: En la ópera, cantas un aria de 10 minutos y te vas a tomar un café. Avanzo en la lectura y la frase toma sentido, la idea queda redonda: En un concierto tienes que estar ahí, entre dos y tres horas seguidas, frente al público. No así en la puesta en escena de una obra completa, en la cual intervienen otras voces en los distintos papeles, y en varios actos marcados por pausas, esto es, caídas de telón, oberturas. Son pequeños intervalos que las cuerdas vocales agradecen puesto que el bel canto exige elementos virtuosísticos como la coloratura, registro vocal, brillantez en los agudos, manejo perfecto de la respiración etc, y sin el recurso del micrófono  porque en la ópera es esencial la voz natural. Bueno, estos son los pequeños coffee break, los «airecitos¨ entre aria y aria a los que se refiere Kunde. Aunque no deja de ser cierto que en los conciertos multitudinarios en arenas y al aire libre, los cantantes de ópera pueden hacer uso del micrófono y hasta empinarse la botellita de agua en pleno concierto. Hasta es común en otros tipos de conciertos la utilización del playback, esto es, cantar sobre una pista de fondo donde el esfuerzo del cantante se limita al movimiento de labios. Que así cantó Enrrique Iglesias en su desastroso concierto en Alicante. No solo subió al escenario de mal humor, porque el tío se da aires de divo y hasta malcriado es, sino que abandonó el escenario sin despedirse. No ocurrió así en el grandioso concierto en la Arena de Miami del viejito Paul McCartney, en el cual cantó e interactuó durante tres horas ininterrumpidas, sin pistas, sin más acompañamientos que su banda y su inigualable voz, que sigue siendo extraordinaria, a sus 75 años de edad.

Volvemos al tenor Gregory Kende, él está considerado como el Otelo más codiciado en el mundo de la ópera. Su voz de tenor lírico spinto cambio y desde hace una década se convirtió en tenor dramático. «No sabrás como será tu voz hasta los 50 años.», cuenta que le dijo su amigo Kraus. Y así fue, dice, me ocurrió de forma natural, a los 53 años, mi voz se hizo más apta para el verismo.

Es probable que el cáncer testicular que padeció en 1996, le afectara la voz. Lo cierto es que es el único tenor en la historia del bel canto que interpreta en una misma temporada tanto el Otelo verdiano como el rossiniano. Otelo, drama lírico inspirado en la tragedia shakesperiana, fue la última ópera del compositor italiano Giuseppe  Verdi, estrenada en la Escala de Milán en 1887.