Ahora más que nunca unidad, disciplina y coherencia

Antes de hablar del orden en la política venezolana, hay que poner un poco de lógica en las ideas y apreciación de la situación del país en este mes de agosto 2017, que debería ser de vacaciones y es de gestación con dolores.

Los constituyentes que buscaban el maná caído del cielo, a la semana ya parecen experimentar un duro despertar a las realidades y los que pueden, empezando por el vicepresidente del improvisado cuerpo, Aristóbulo Istúriz, intentan asegurarse algo más firme y provechoso candidateándose a una gobernación.

Las candidaturas a las gobernaciones son un despelote en ambos lados – gobierno y oposición -, además de que el propio CNE está tan caótico como lo fue en las «y que» elecciones del 30 de julio, donde hasta la fecha no hay datos de cuántos votos recibió cada candidato para ser electo o haber perdido su apuesta.

Ahora, ante las anunciadas elecciones de gobernadores, el CNE entra en otro torbellino donde nada está claro. Se vio forzado a cumplir en tres días, todos juntos, los múltiples procedimientos que normalmente requerían semanas cada uno por separado  (recepción, revisión, rechazo o admisión de postulaciones; revisión del registro electoral, etc. etc.). Además de que no se sabe qué harán con las máquinas Smartmatic, ni con qué o cómo las sustituirán, ya que anunciaron que no serán utilizadas.

Esos apresuramientos implican un caos casi igual en las filas de la oposición, atrapada entre la ira popular y las trampas políticas que le tiende el gobierno. Hay un profundo descontento con los dirigentes de la oposición, acusados de verse más ocupados de posicionarse en gobernaciones que en sostener lo que más teme cualquier gobierno comunista, como lo es la manifestación de calle que la gente sostuvo heroicamente durante cuatro sangrientos meses con el sacrificio de más de cien vidas jóvenes. El público cree ahora que su ejemplar disciplina cívica, sus inmensos sacrificios – que son múltiples y dolorosos – no trajeron  el resultado por el cual se luchó en un movimiento coordinado y de amplitud nacional. Por el contrario, la gente percibe que las manifestaciones trajeron una salvaje represión, como nunca se había visto en toda la historia de Venezuela y que ahora amenaza a todos quienes salieron a manifestar acudiendo al llamado de la oposición.

 La gente no piensa, que fue precisamente su nunca antes vista en América Latina salida organizada y desarmada a la calle enfrentando balas y golpes, sostenida día tras día,  lo que movió la acción mundial a su favor y tampoco piensa que la partida está lejos de haber terminado.

A ver, qué aconseja Cuba

Vamos por partes retomando cada uno de los puntos enumerados arriba.

La Constituyente, efectivamente, se cree de vuelta a los años 60, cuando en Cuba Fidel Castro fusilaba a los oficiales del ejército en La Cabaña, mientras el mundo alababa una romántica figura del Ché, olvidando que ese mismo Ché era quien presidia las sesiones de asesinatos. Esos tiempos ya no existen. Hoy estamos en la época del Internet, redes sociales y difusión mundial de cada crimen contra los Derechos Humanos. No sería extraño que en una  novedosa  aplicación de la joven, pero ya mundial justicia internacional suprafronteras,  la tal «intervención» con la que amenaza Donald Trump a Venezuela, cambie su nombre a «profilaxis hemisférica».

Cuando este pasado miércoles Nicolás Maduro acudió en vuelo de emergencia a Cuba, según el periodista Leopoldo Castillo el consejo que le dio Raúl Castro habría sido «Todo dentro de la revolución, nada fuera de ella. Todos somos presos de la revolución. Por ella existimos!». De ser así, se ve que la siempre perspicaz política internacional de Fidel – cuya tumba ambos visitaron -, hoy le hace falta a Cuba. Cuando Fidel se vio arrinconado por acusaciones de narcotráfico, sacrificó a su mejor general  – Arnaldo Ochoa – y dio media vuelta a su política. Los pupilos no tienen la misma celeridad de reacción. La ceguera cubana  dictada por la necesidad de asirse del petróleo venezolano, parece más bien un empecinamiento sin visión de futuro.

Las protestas en la calle

Hoy, los venezolanos se encuentran arrinconados en unas condiciones de vida imposibles de soportar. Si antes los alimentos eran escasos, lo que se vislumbra es que lo serán cada vez más, debido a la triple combinación de reducción todavía mayor de producción nacional, disminución casi a cero de las importaciones oficiales sin dólares para pagarlas, y el crecimiento de unos precios dolarizados impuestos por la porosidad de las fronteras de donde sí llega mercancía por los caminos verdes o mojados. Pero esa última se vende a precios que la gente no puede pagar, lo que aumenta la exasperación del público. El hecho de  que se necesite actualmente la inalcanzable suma de 2 millones de bolívares mensuales para suplir la cesta básica de una familia según Cendes, anuncia hambre pareja y disturbios espontáneos.

En muchas partes del país, no hay gasolina, no hay gas para cocinar, se va la luz y en toda Venezuela, no hay comida a precios accesibles. Tampoco hay dinero efectivo, porque hasta en eso el gobierno hizo el milagro de dejar los bancos con los cajeros automáticos vacíos, a tal punto que cuando un ama de casa consigue un kilo de arroz en la acera a Bs. 20.000 ese kilo, ni teniendo esa plata lo puede comprar, porque un buhonero parado en la calle no cobra con una tarjeta de débito, sino con dinero efectivo, que el ciudadano no pudo conseguir porque los bancos no tienen billetes.  Mientras tanto, en los supermercados, donde podría pagar con tarjeta, no hay arroz. La gente se siente atrapada en un tinglado donde todo se transforma en una trampa. De manera que eso de que la calle permanecerá sin manifestaciones – es cosa imposible.

   Lo que puede ocurrir si no hay un fuerte liderazgo opositor, será un caos de protestas espontáneas que por la desesperación y las necesidades, terminen tomando formas violentas -Dios no lo quiera.

Un poco de orden, por favor

Después de observar dos claros impasses -la política oficial diseñada al estilo cubano de los años 60 y la situación invivible que azota a los venezolanos, falta ver qué puede hacer la oposición.

Por el momento, está fallando en lo esencial -en mantener su unidad. Manifestaciones como las de «me separo de la MUD», indican que la trampa urdida por el madurismo de dividir a la oposición mediante elecciones regionales, a Maduro le está funcionando. En cuanto al grupo de independientes «espontáneos» que intentan aparecer en el tarjetón de votos, es de marcarlos para siempre como esquiroles profesionales. Unas primarias de la oposición son en este momento, condición vital para poner orden dentro de lo que ahora, se ve como otro caos más.

¿De que todo ese llamado a elegir fue formulado como una trampa? ¡Claro que sí! La oposición pierde si no acude, y pierde en muchos aspectos si lo hace, pero el asunto es otro: es que no se deben perder los puntos ganados durante cuatro meses de sacrificios, cuando por fin, el mundo ya está dispuesto a apoyar la democracia en Venezuela.

¿Que si el mundo hará algo útil? El apoyo de la opinión pública mundial, tan difícil de lograrlo,  ya está ganado. La oposición no puede hacer el error de no capitalizar ese importantísimo factor. Nuevamente, y ahora más que nunca, hace falta la unidad y la coherencia en una oposición desorientada, pero que las trampas no han dislocado… hasta ahora.

Sería criminal dejar perdido el sacrificio de 123 vidas de gente joven, muy bella, valerosa y valiosa. Cumplirles es un deber de todo venezolano. Se cumple primeramente, salvaguardando el orden, la disciplina y sobre todo  la unidad.

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