La depresión económica, que no ha sido atendida por la administración Maduro ocupada en no perder el poder, hunde a Venezuela en el colapso general. La población no tiene alimentos, el dinero efectivo se esfuma porque la inflación se lo “traga”, se le suma la escasez de gasolina y gas doméstico en gran parte del país. El conjunto configura un peligroso “cóctel explosivo” de orden social.
Factores fundamentales para el desempeño de la sociedad están en pleno colapso y amenazan con empeorar la crisis, mientras la administración Maduro luce paralizada ante lo que está latente, en materia alimentaria, en cuanto al dinero en efectivo y ahora, con la escasez de gasolina.
Se trata de la conjugación de situaciones que han sido arrastradas a tal punto que la crisis está recrudeciendo, debido a que cada uno de los factores señalados, son extremos en sí mismos y se están manifestando todos al mismo tiempo.
Ante tamaña crisis, el oficialismo, a través de la asamblea nacional Constituyente, instalada a pesar de que no contó con el referendo consultivo previo y de manera fraudulenta en cuanto a los votos que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció, según versiones de la propia empresa tecnológica que brindó el soporte, no muestra señales de que el tema económico sea abordado con medidas creíbles, confiables y en el marco de una política de recuperación. Al contrario, este nuevo “poder”, emite amenazas y más persecución contra la dirigencia política democrática.
Sin comida
La semana pasada la GNB salía a las calles a decomisar a los “bachaqueros” alimentos importados que vendían en la calle a la manera de buhoneros. . Arremetía contra esos llamados “bachaqueros”, nombre que la gente da a los vendedores informales que viajan a las fronteras, compran afuera y llevan alimentos no perecederos hasta las capitales. Estos vendedores cumplen un rol importante actualmente en la sociedad venezolana, son los principales surtidores de harina de maíz y de trigo, azúcar, aceite, leche en polvo, pastas alimenticias, productos de aseo personal, que no se producen en Venezuela en las cantidades suficientes para dar cobertura a la demanda interna, debido a que la administración Maduro mantiene un esquema cambiario, con una crisis de divisas, que le impiden importar materias primas y alimentos procesados en las cantidades que se requieren. Las empresas venezolanas apenas producen 2 mil millones de dólares en rubros alimenticios al año, lo que no es suficiente para dar cobertura al consumo de comida de todo el país, ni siquiera para un mes.
Los entes oficiales, como la Sundde (Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos de Venezuela) y los militares, estuvieron realizando operativos, para quitar los rubros a los revendedores, con el pretexto de que existe sobreprecio en esas operaciones. La acción correspondió a la orientación de una sesión de la nueva asamblea Constituyente, en que el mandatario Nicolás Maduro, decía que había que terminar con la “especulación”, refiriéndose a los altos precios. Sin embargo, el oficialismo no explica, que así como se desploman los bonos de deuda venezolanos en el extranjero, cae el valor del bolívar por la misma razón en que caen los títulos de Venezuela y Pdvsa: por la desconfianza.
Esta desconfianza produjo una subida súbita del precio del dólar paralelo, lo que al mismo tiempo ha hecho que el precio de todos los rubros que se comercian en casi todo el país, se vieran afectados al alza con mucha fuerza, sumando de manera agresiva a la inflación venezolana. El factor de desconfianza sigue aún instalado.
Tampoco hay dinero
En la población de Mérida, en dos automercados contiguos de una de las principales avenidas, llegaron rubros básicos, y se expendió un par de kilos de harina de maíz, una mantequilla y una mayonesa, por personas, que a pesar de que tienen precios prácticamente liberados, se formaron largas colas para adquirirlos debido a la crisis alimentaria que hay. Empezó a fluir el proceso de venta de los rubros y surgen los primeros reclamos en las cajas, las operadoras anunciaban que el sistema electrónico para pagos con tarjetas de débito, los famosos “puntos de venta”, no estaban en línea. La molestia fue grande, porque gran parte de quienes intentaban comprar los escasos rubros, no tenían dinero efectivo, hubo momentos de tensión que fueron superados.
La escasez de billetes tiene que ver con la inflación. La subida de precios es tan acelerada, que cada vez se necesita más dinero físico para cubrir las operaciones de intercambio con dinero efectivo. Ya se ha vuelto costumbre ver en las calles a personas con altas cantidades de billetes para pagar un pan, por ejemplo.
La administración Maduro ha decidido emplear una nueva familia de billetes, de más alto valor, para reducir el manejo de dinero efectivo, pero la medida ha tenido un efecto contrario. La liquidez monetaria sigue en aumento y cada vez se acelera más, el año pasado subía 100,36% al cierre de julio 2016, es decir duplicaba la cantidad de dinero circulando en el sistema y para julio de 2017, la subida ha sido de 385,10%, es decir, cuatro veces más. Esto implica que la agresiva expansión monetaria destroza el valor del bolívar, a pesar que se introducen billetes de más alta denominación.
En el cono anterior el billete más alto era de 100 bolívares, el nuevo billete de más valor es de 20 mil bolívares, existe allí un ajuste al alza de 19.900% entre un espécimen y el otro, lo que indica de como el Ejecutivo aumenta la liquidez que al mismo tiempo, al aumentar la oferta monetaria, impacta los precios de bienes y servicios.
Al mismo tiempo, la subida de liquidez es mucho más fuerte en su forma electrónica, no sólo se imprime dinero efectivo sin una estrategia articulada para estabilizar la economía, sino que el déficit estatal y las pérdidas de Pdvsa por vender gasolina a precios extremadamente bajos, se cubren emitiendo créditos desde el Banco Central de Venezuela (BCV) que se convierten en gigantescas masas de dinero, que sólo es posible moverlos de manera virtual o electrónica; se trata de dinero que físicamente no existe, sino en cuentas contables, en asientos en libros, en deuda. Por cada bolívar que hay en dinero efectivo físico en circulación en el sistema monetario venezolano, hay 14,31 bolívares electrónicos. Lo anterior explica la escasez de billetes. A los bancos se les hace imposible manejar con tales distorsiones en materia de la disposición de efectivo. El costo de transporte de dinero, seguros, de un camión de valores, es mucho más alto que el valor nominal del dinero que lleven en los camiones, lo que genera pérdidas a la banca por mantener las operaciones con billetes y monedas.
Está ocurriendo igual para sostener la infraestructura de cajeros automáticos, los cuales están saturados de usuarios y colapsan a cada instante, aumentando así los costos operativos. Las pérdidas del BCV para el manejo de efectivo es tal, que un billete de los nuevos, de 500 bolívares, al precio actual del dólar Dicom, cuesta producirlo 1.900,80 bolívares, y si ese costo se calcula con el precio del dólar paralelo las pérdidas se quintuplican.
Sin gasolina
El tercer factor crítico, que se suma al “cóctel explosivo”, es la escasez de gasolina y gas doméstico. No sólo se está cocinando a leña en el interior del país. Las gigantescas colas por falta de gas doméstico, rememoran las imágenes del paro petrolero del año 2002-2003. Al mismo tiempo sucede igual con la escasez de gasolina.
El occidente venezolano está fuertemente impactado con la escasez de combustible. La producción venezolana de gasolina, según datos del sindicalista Iván Freites, se ubica en 90 mil barriles diarios. Se debe importar 80 mil barriles diarios de componentes para fabricarla, la importación es desde Estados Unidos principalmente. Los pagos de los envíos deben hacerse de contado y hasta que Pdvsa no paga las facturas, no se hace descarga de la nafta. En ocasiones los cargamentos pasan días en alta mar esperando la verificación de las órdenes de pago para la descarga, esto retrasa la fabricación del poco combustible que se hace en Venezuela con una capacidad instalada de hasta 900 mil barriles diarios y a ello hay que sumar el contrabando hacia Colombia, Brasil y el Caribe, que las mafias privilegian por las gigantescas ganancias que perciben, que son las que debería tener Pdvsa para hacer rentable la operación.
Sin alimentos suficientes, sin dinero efectivo y sin gasolina, se configura una situación muy tensa en el orden social, que la asamblea constituyente no está en capacidad de atender o resolver en lo inmediato.