Estrategia trazada por Putin da oxígeno financiero a Maduro

Venezuela's President Nicolas Maduro, left, speaks to Russian President Vladimir Putin during their meeting after the World Energy Congress, in Istanbul, Monday, Oct. 10, 2016. The leaders of Russia and Turkey on Monday voiced support for the construction of a gas pipeline, a plan that was suspended amid tensions between the two countries. (Alexei Druzhinin/ Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP)

 

El reciente acuerdo suscrito entre Rusia y Abjasia, república separatista de Georgia reconocida por Moscú tras la breve guerra de 2008, aunado al reciente crédito valorado en US$6.000 millones otorgado por la petrolera rusa Rosneft como salvavidas financiero para el gobierno de Nicolás Maduro, son signos evidentes de que el presidente ruso Vladimir Putin está trazando sus esferas de influencia geopolítica desde el Caribe hasta el Mar Negro, a fin de contener el eje de presión de Washington.

Dos súbitos movimientos impulsados desde el Kremlin en los últimos días, y que tuvieron escaso interés informativo, dan a entender cómo el presidente ruso  Vladimir Putin avanza con decisión sus piezas establecidas dentro del tablero global.

Mientras la atención informativa ha estado ocupada por el atentado yihadista en Barcelona (España) y la incertidumbre en la crisis norcoreana, Putin no ha perdido el tiempo para posicionarse respectivamente con fuerza en dos escenarios geopolíticos: uno contiguo al espacio euroasiático bajo la influencia rusa, como es el Mar Negro; y otro en el Mar Caribe, con epicentro en Venezuela, escenario que altera la esfera de influencia de Washington.

Los préstamos de Rosneft

La semana pasada, el Kremlin anunció un préstamo valorado en US$6.000 millones para el gobierno de Nicolás Maduro. La operación parece haberse cerrado entre la petrolera estatal rusa Rosneft y PDVSA, a cambio del otorgamiento de la explotación de cinco campos petroleros en la Faja Petrolífera del Orinoco, otros tres en el Lago de Maracaibo y un proyecto en el Golfo de Paria, según afirmaron fuentes a la agencia Reuters.

En abril pasado, Rosneft ya había prestado otros US$1.000 millones a PDVSA. La semana pasada, Rosneft anunció la apertura de una línea de crédito valorada en US$6.000 millones para PDVSA en concepto de adelantos de suministro petrolero venezolano con plazo hasta 2019. Esta operación ha sido vista como un evidente balón de oxígeno financiero para Maduro. Desde 2006, Rusia ha prestado a Venezuela más de US$17.000 millones.

En este proyecto parece también estar Citgo. Rosneft se ve persuadida a mudar su filial operativa en Citgo para marchar a Venezuela a la explotación de estos campos. La razón parece obedecer a la necesidad de la estatal rusa de reducir la presión judicial en el estado de Delaware por el controvertido otorgamiento del 49% de las acciones de Citgo a favor de Rosneft, realizada en diciembre pasado a cambio de un préstamo de US$2.000 millones. Las autoridades judiciales estadounidenses, así como la Asamblea Nacional en Venezuela, consideraron como fraudulenta esta operación.

Por tanto, el préstamo financiero de Rosneft a PDVSA buscaría igualmente reducir el impacto que podrían tener en la estatal rusa las sanciones económicas que el gobierno de Donald Trump ha lanzado tanto hacia Venezuela como hacia la propia Rusia. Rosneft también se ha erigido como un intermediario para PDVSA a fin de benefiarle en las ventas de crudo en el mercado internacional.

Tras la reducción de préstamos por parte de China, Rusia se ha convertido en el bálsamo financiero para el gobierno de Maduro.

La reciente decisión de la Asamblea Nacional Constituyente de usurpar los poderes legislativos que constitucionalmente pertenecen a la Asamblea Nacional, supone igualmente un punto de inflexión a favor de Moscú, ya que permitiría neutralizar o bien sepultar las investigaciones que se llevan a cabo en el poder legislativo venezolano sobre las operaciones de Rosneft y PDVSA.

En Moscú, el líder opositor Andrei Navalny, en prisión domiciliaria por impulsar una serie de protestas en abril pasado contra la corrupción gubernamental, escribió en su blog la semana pasada que Putin se ha convertido en el gran prestamista de Maduro a través de Rosneft.

Navalny sugirió en su blog que la incapacidad de pago venezolano ha persuadido al Kremlin a dar por perdidos más de US$8.000 millones, cuya contraparte sería la explotación de recursos energéticos en Venezuela.

La semana pasada, el presidente de Rosneft, Igor Sechin, un privilegiado miembro del círculo de poder de Putin, aseguró que Venezuela tiene las mayores reservas de hidrocarburos a nivel mundial y que “nosotros nunca nos iremos de allí”.

Para completar la ayuda, Rusia envió a Venezuela 30.500 toneladas de trigo desde el puerto de Novorossiysk, uno de los principales puertos rusos en el Mar Negro, ubicado al suroeste de Rusia. Es la primera vez que Moscú exporta trigo a un país latinoamericano. Sus principales mercados hemisféricos son EEUU y Canadá.

Eje de presión en el Mar Negro

El anclaje geopolítico de Putin continuó este lunes 21 a orillas del Mar Negro. En la localidad rusa de Sochi, Putin y su homólogo de Abjasia, Raúl Jádzhimba, elegido presidente hace apenas unas semanas, firmaron un nuevo tratado de amistad y de cooperación que refuerza la posición rusa en el Mar Negro y el Cáucaso.

Abjasia es una república separatista de Georgia, reconocida únicamente por Rusia, Venezuela y Nicaragua, así como por parte de las islas de Nauru y Vanuatu en el Océano Pacífico. La independencia abjasia fue posible tras la breve guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008. En este conflicto, Moscú amparó la separación de Abjasia y Osetia del Sur del territorio georgiano. Ambas entidades son Estados de facto no reconocidos por la ONU.

El tratado contempla un espacio de defensa común entre Rusia y Abjasia, así como la apertura fronteriza, la cooperación entre las fuerzas armadas y la coordinación de la política exterior, aspectos que evidencian los claros intereses geopolíticos detrás de esta maniobra de Putin.

El objetivo es garantizar la integridad de Abjasia y su estabilidad ante cualquier anclaje militar que pueda surgir entre Georgia y la OTAN, tomando en cuenta las avanzadas negociaciones de eventual admisión georgiana en la Alianza Atlántica. Fuentes regionales consideran que este tratado podría abrir una eventual reinserción de Abjasia en la Federación rusa.

Lo cierto es que con este tratado, Putin refuerza la presencia rusa en el estratégico Mar Negro, inicialmente impulsada tras la anexión de Crimea a la Federación rusa en marzo de 2014. Del mismo modo, Moscú refuerza la entrada rusa al Cáucaso Sur a través de Abjasia, erigiendo así una especie de muro de contención ante cualquier pretensión georgiana vía OTAN.

Las autoridades abjasias consideran que este tratado, cuya vigencia es de diez años con otros cinco prorrogables, permitirá la facilitación para que ciudadanos rusos puedan adquirir la nacionalidad abjasia (esencial para facilitar las inversiones económicas) así como permitir a abjasios acceder a la ciudadanía rusa. También permite a Abjasia armonizar su legislación con la Unión Económica Euroasiática, proyecto de integración impulsado por Putin desde 2015.

El anclaje de Putin desde el Mar Negro al Mar Caribe con epicentro en Abjasia y Venezuela tiene enormes repercusiones geopolíticas dentro de las tensas relaciones entre Moscú y Washington.

Putin refuerza así el apoyo ruso a Maduro en una coyuntura de crisis diplomática y de seguridad con EEUU, incluso ante las advertencias de la administración de Donald Trump de eventualmente propiciar una intervención militar para solucionar la crisis venezolana.

El aliado turco

Del mismo modo, Maduro ha encontrado otro inesperado y súbito aliado en Turquía, miembro de la OTAN cuyo viraje geopolítico euroasiático hacia Rusia está incrementando la tensión con Occidente.

El gobierno islamita cada vez más autoritario de Recep Tayyip Erdogan ha mostrado su frontal apoyo a Maduro. Ya en agosto de 2016, Maduro ensalzó la purga post-golpe que Erdogan llevaba a cabo en Turquía. Desde entonces, y más aún con la crisis venezolana instalada desde abril pasado, los medios turcos pro-Erdogan se han manifestado públicamente a favor de Maduro y en contra de la “derecha golpista y oligárquica venezolana”, a la que acusan de ser apoyada por la CIA.

Este inédito apoyo turco a Maduro bien puede ser otra estrategia trazada por Putin, cuyos lazos con Erdogan se han reforzado principalmente desde el opaco intento de golpe militar en Turquía acaecido en julio de 2016. En los últimos meses, ha sido notoria la presencia del embajador turco en Caracas en actos públicos de Maduro.

Turquía, como ahora Abjasia, también ha mostrado interés en integrarse en la Unión Económica Euroasiática, toda vez congela indefinidamente las negociaciones de admisión en la Unión Europea, cada vez más lejanas. Y ahora parece también que juega sus cartas, vía Rusia, en la crisis venezolana.

Roberto Mansilla Blanco

Corresponsal en España

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