Cambiando balas por votos FARC renace como partido

La organización guerrillera más vieja de Latinoamérica se transformó en partido político. Esa metamorfosis no se hizo desechando su pasado armado sino montándose sobre él con gran orgullo. Insistieron en la “vía exclusivamente política”, pero se estima que ella dependerá de que el próximo presidente, que se elegirá en 2018,  continúe la implementación de los acuerdos.

Del 27 al 31 de agosto los antiguos narcoguerrilleros de las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se reunieron en su primer  Congreso Nacional para convertirse en partido político, tal como se convino en los Acuerdos de La Habana, firmados el 24 de agosto de 2016.

La reunión

Unos 1.200 de exguerrilleros de las FARC o “faracos” se reunieron en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, en la capital colombiana, para realizar su primer Congreso a fin de debatir, entre otras cosas, temas de organización, sus estatutos como partido, sus principales orientaciones políticas y el programa de gobierno con el cual  consideran que construirán “la nueva Colombia”.

Esta fue una reunión a puerta cerrada, pero se supo que no todos los puntos fueron agotados. Por ejemplo, no se  escogieron sus candidatos para las elecciones de presidente  y al Congreso que se efectuarán en agosto de 2018, como se esperaba. Pero se anunció que  ellos serán electos por la Dirección Nacional compuesta por 111 faracos. Aunque dicha dirección y los estatutos de la organización del partido aún no han sido aprobados.

Castrochavismo

Al salir de la reunión Iván Márquez  leyó una declaración política donde señaló: “Queremos poner a disposición nuestras ideas para un Gobierno de transición y participación de cara a las elecciones de 2018 bajo el entendido de que su fundamento puede concebirse desde una gran coalición democrática de amplia convergencia, unida a partir de lineamientos compartidos. Hemos ingresado a la política legal porque queremos ser Gobierno o hacer parte de él”. Para ellos esta convergencia se estructuraría con base a la crisis de los partidos tradicionales y el “deterioro evidente del régimen existente”. Y agregó: “Este camino lo queremos transitar con los hombres y mujeres del común, con la población asalariada, con los desocupados, los desplazados, los profesionales sin empleo, las mujeres maltratadas y excluidas…”. Para finalizar Márquez dejó claro que sus luchas “son parte de los movimientos  y luchas  que se adelantan en nuestra América con propósitos y aspiraciones similares”.

Fueron enfáticos en que habían cambiado las balas por los votos y en que su compromiso es con una “vía exclusivamente política”. Pero estaban muy vagos en cuanto a sus  definiciones ideológicas. Se sabe que  han discutido muy a fondo la conveniencia de presentarse como un grupo de orientación marxista-leninista imbuido del proyecto bolivariano de Hugo Chávez, pero esto no fue parte de la declaración.  Todo parece indicar que en esto hubo mucha cautela.  En todo caso afirmaron: “Sobre nuestra trayectoria histórica es que queremos concebir el carácter de nuestro partido; como un partido revolucionario”.

La FARC

Aunque ya había sido anunciado, oficialmente se dio a conocer que la nueva agrupación política se denomina Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), pues este nombre había ganado con 628 votos a la otra opción: “Nueva Colombia”. Con el acrónimo  FARC no se produce una clara ruptura con el pasado y esa es la intención. Como dice Márquez, aunque “la sigla FARC arrastre una carga negativa, … también representa nuestro acumulado histórico, nuestro pasado revolucionario que no se va a desfigurar”. Las críticas a esa decisión han sido abrumadoras, el acrónimo FARC está ligado a la violencia, imagen de la cual deberían desligarse, en especial pues  estudios de opinión  muestran que las FARC tienen una imagen desfavorable de más del 80%.

La bandera tricolor con dos fusiles cruzados y un libro sobre el mapa de Colombia que durante más de medio siglo enarbolaron los faracos fue dejada de lado. Con la nueva bandera trataron de suavizar su imagen al adoptar la rosa roja símbolo internacional de la socialdemocracia. Pero su opción no es por el reformismo socialdemócrata, en especial pues esta rosa protege una estrella roja de cinco puntas típica de los regímenes y movimientos comunistas. La intención según Márquez  es  “… que cuando vean una rosa roja vean a las FARC (…) que a nuestro partido se vinculen de una u otra manera todos los colombianos que quieran cambio”.

La organización

De la recién creada Dirección Nacional, compuesta por 111 faracos,  ya son parte los  71 miembros del viejo Estado Mayor de las FARC. El  Congreso ratificó a Rodrigo Londoño (“Timochenko”) como su máximo jefe. La intención, según han declarado, es tener una dirección colectiva democrática. El problema es que después de medio siglo de organización militar piramidal con base a un mecanismo de organización política leninista,  el tránsito hacia formas democráticas será difícil.  En realidad muchos piensan que no se dará sin crear problemas internos.

Esta dirección no solo deberá escoger los candidatos a los 10 curules fijos (cinco en diputados y cinco en el senado) sino de todos los que participarán en el proceso electoral, en cada uno de los circuitos electorales.  Adicionalmente está el tema de la candidatura presidencial .

Para la FARC es vital que el nuevo presidente de Colombia no dispute los acuerdos de La Habana. Si el nuevo mandatario neogranadino, que se elegirá en 2018, interrumpe el proceso de “implementación” de los acuerdos –y esto es posible pues algunos partido ya han anunciado una revisión de ellos- la FARC  podría argumentar que  al romperse  esa “implementación”. ellos volverían a la guerra. Por eso, la posibilidad de que “la FARC vuelva a ser las FARC”  tiene una alta probabilidad. Como hemos explicado en artículos anteriores “las” FARC han mantenido una retaguardia bien  apertrechada de armas, dólares y hombres que serían llamados a la guerra. Y en esa retaguardia y en ese renacimiento de “las” FARC  el pranato castrochavista que nos gobierna será clave.  Por esto está en el mejor interés de la Colombia democrática que Maduro y su aliados dejen el poder en Venezuela.