El Monseñor Jesús González de Zárate, obispo auxiliar de Caracas y secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ofreció en entrevista a El Nuevo País y Zeta, detalles sobre el encuentro sostenido entre los representantes de la Iglesia venezolana y el Papa Francisco en Colombia.
Para el obispo venezolano, la reunión fue un “signo de cercanía”, en la que el Sumo Pontífice pudo expresar su preocupación por la difícil situación que vive Venezuela, la cual ha seguido de muy cerca.
Cuestionó, que un sector de la población cree “falsas expectativas” sobre una supuesta “agenda secreta” del Papa, pues asegura que este siempre ha reiterado su apoyo a buscar soluciones, abiertamente.
-¿El encuentro estaba en la agenda como tal?
JGZ: El viaje apostólico del Papa era fundamental a la iglesia colombiana para encontrarse con los actores de la vida pastoral de Colombia. Este encuentro no estaba originalmente en la agenda, pero luego fue incorporado dado precisamente ese interés que tiene el Papa por la situación en Venezuela, y que además del encuentro, se manifestó en otras intervenciones públicas, tanto en el vuelo de ida como en el vuelo de regreso, así como en el Ángelus en Cartagena tiene por la iglesia de Venezuela, la posibilidad de la cercanía con Venezuela, propició el que se diera ese encuentro.
-El Vaticano ha sido muy reservado con los detalles del encuentro. ¿A qué cree que se debe?
JGZ: El encuentro fue muy breve y se ha hecho público a través de la oficina de información de la Conferencia Episcopal se ha informado sobre lo que se trató en ese encuentro. La preocupación del Santo Padre por la situación en Venezuela y el conocimiento que tiene. Nosotros los obispos, le manifestamos una vez más nuestra adhesión y como el proceso que estamos viviendo se ha radicalizado y eso provoca el sufrimiento de la gente en Venezuela. No hay ninguna agenda secreta, porque el Papa nos recibió al final de la Santa Misa después de un programa largo de trabajo, donde se había dirigido a los obispos de América Latina, donde estábamos nosotros presente, recibiendo directrices más generales.
En ese sentido, lo que allí se habló fue eso. Los obispos mostramos, una vez más, cuál es la difícil realidad de Venezuela, pues agradecimos al Papa su compañía y su palabra de aliento y lo que pueda hacer a nivel internacional, para solucionar la situación que vivimos.
-Usted indica que no existe una “agenda secreta”, sin embargo, el silencio del Vaticano ha dejado ver que existen algunos posibles acuerdos a puerta cerrada…
JGZ: No tengo ningún comentario sobre eso, porque no tengo la información.
-El Cardenal Urosa sí reveló que los obispos le indicaron al Papa que el diálogo no era posible actualmente por el carácter totalitarista que estaba reflejando el régimen de Maduro…
JGZ: Esas declaraciones del Cardenal corresponden a lo que el Papa había dicho en el viaje de venida, que como siempre lo hace había invitado al diálogo. Es evidente, que nosotros dijimos que el diálogo es muy difícil porque las condiciones no están dadas. Si no hay signos concretos que lleven a un diálogo eficaz, no se puede hablar ciertamente de diálogo, no es simplemente una formalidad, va orientado a dar respuestas a las soluciones de Venezuela y en esa línea era que el señor Cardenal presentaba su consideración. Hoy es muy difícil un diálogo.
-¿Cómo fue la receptividad del Papa con respecto a este punto?
JGZ: El Papa está bien dispuesto a ayudarnos en todo lo que él nos pueda ayudar, fue lo que manifestó, cuando le preguntaron acerca de la posición de la Santa Sede con respecto a la situación en Venezuela. La Santa Sede ha estado por intervenciones personales, por intervenciones públicas, a través de comunicaciones, de la diplomacia, permanentemente atenta a la situación del país. Se crean expectativas falsas de parte de algunos sectores de la población, cuando creen que el Papa puede hacer una intervención mayor de lo que ya ha hecho. Ha hecho lo que estaba a su alcance para dar respuesta y permanecerá dispuesto a ayudar en lo que sea necesario, pero lo que pueda hacer como un pastor de la iglesia universal, como líder moral, como líder religioso, no como un líder político, porque no lo es.
-El Papa reiteró que la Santa Sede había hablado claro y fuerte…
JGZ: Lo ha hecho en reiteradas veces, en diversas comunicaciones, se ha hecho público al Presidente de la República, a las instituciones y a los actores políticos del país. Ha intervenido y seguirá interviniendo de acuerdo a sus posibilidades.
-Sí, aunque en esta última declaración si se notó un tono más elevado con respecto a lo que Maduro pudiese hacer con esta propuesta… ¿Se trataría de un nuevo nivel de presión, podría generar avances?
JGZ: El Papa está claro desde el principio, porque los que han venido como enviados suyos son como él dijo, personas de alto nivel dentro de la diplomacia de la Santa Sede. La Santa Sede ha hablado con claridad sobre las dificultades que hay que vencer, presentando las condiciones y lo que se espera es que las partes, sobretodo el Ejecutivo Nacional con su responsabilidad particular, tienen que cumplir para poder avanzar.
-Con el presidente Santos, ¿el Papa también logró tocar el tema de Venezuela? ¿Ustedes pudieron reunirse con el mandatario colombiano?
JGZ: No hablamos con el presidente colombiano. Nosotros fuimos invitados por la Conferencia Episcopal para compartir ese momento alegre, de gran repercusión pastoral en la iglesia en Colombia y otros fuimos porque pertenecemos a la coordinación general del Consejo Episcopal Latinoamericano y estábamos en una reunión de trabajo, de la cual formó parte el encuentro previsto en la Nunciatura Apostólica de Bogotá. No tuvimos vinculación con líderes políticos en Colombia.
-El presidente Maduro dice escuchar cada consideración que hace el Papa Francisco, pero cuando se trata de los representantes de la Iglesia en Venezuela, el presidente suele atacarlos… ¿A qué cree que se deba esto?
JGZ: Las posiciones de la Conferencia Episcopal son claras con respecto a las actuaciones del gobierno y no son distintas, ni estamos separados a las posiciones de la Iglesia universal ni del Papa. Tenemos una misión concreta que cumplir ante la realidad nacional, que es una misión de anuncio de la verdad de Dios, de su amor y su justicia. Y también una misión de denuncia de aquellas realidades, que vemos que no son conforme a ese plan de Dios, y a través de los diversos documentos, señalamos reiteradamente como nos hemos venido alejando del talante democrático, que era propio de la vida social de Venezuela, con unas decisiones que excluyen a una parte de la población, con acciones que vulneran los derechos políticos, civiles de nuestro pueblo. No podemos sino cumplir nuestra misión.