Entenderse o no entenderse -esa FUE la pregunta. Dejó de serlo el día en que el caso de Venezuela se convirtió en problema del mundo entero. Con cada hora que pasa, con cada nueva triquiñuela del CNE, se desvanecen las esperanzas de un entendimiento.
Hay mal humor y molestia en el aire. Se palpa una percepción general de que cuatro meses de inmensos sacrificios de la población en sus salidas a la calle, dejaron a Venezuela igual o peor que antes, lo cual, a mi juicio es totalmente falso. De esa rebelión que costó en toda Venezuela sangre y lágrimas, pérdidas de vidas y bienes, es que vienen ahora los movimientos mundiales, activados y unificándose, para restablecer un orden democrático en Venezuela.
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El problema inmediato se trasladó ahora a otro grupo de ciudadanos, que son los pocos que creen haber sido beneficiados por las súbitas ganancias que les procuró su pertenencia al círculo activo del gobierno chavista, fuese el de Chávez o posteriormente de Maduro. Entre los más privilegiados, muchos tienen a sus familias resguardadas fuera de Venezuela, los hijos estudiando afuera, sus inversiones, propiedades y/o negocios iniciados en diversos países e incluso los hay que no esperaron y se apartaron de Venezuela buscando la tranquilidad del jubilado en otros lares. Lo cual ha creado una profunda división en el chavismo, entre los que esperan lograr un convenio entre oposición y gobierno que les garantice la inmunidad y ven con creciente preocupación que sus jefes obvian cualquier entendimiento.
¿Es tarde para salvarlos de la pérdida de lo logrado en «toda la vida»? Temo que con cada día que pasa, se les hace tarde. Me pongo a ver quiénes son, en el actual gobierno o en el chavismo de cualquier nivel de ocupación y/o enriquecimiento, y me doy cuenta que los que no tendrán salvación son cada vez más numerosos, cuando hace apenas unos meses, digamos que en los primeros de este año, todos estaban en condiciones de lograr un «entendimiento», seguido de una transición pacífica elecciones mediante. El punto de quiebre, creo, ocurrió cuando desistieron del referendo revocatorio, que hubiera dado lugar a una transición concertada, pacífica y sin un solo «sacrificado», tal como ocurre normalmente en cualquier país democrático y hubiera ocurrido acá, de haberse celebrado ese referendo.
Por el contrario, en Venezuela, ahora es cuando crece el número de funcionarios y/o beneficiarios del chavismo a los que se les cierran las puertas de todo lo que creían tener seguro: las de los bancos, de los negocios, de las visas y de una garantía de inmunidad. Es cuando los que quedan emplazan a los que por tenerlas ya cerradas, obligan a todos los demás a «no entenderse».
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Dado que los dioses ciegan a los que quieren perder, decían los griegos, también en el madurismo, la forma de desconocer las exigencias que ya no son de la oposición, sino de los facilitadores del diálogo, de los gobiernos, la ONU, la OEA, la Unión Europea, el mundo entero, es una forma de ceguera. Nuevamente, los que fueron del chavismo, serán los primeros sacrificados en sus bienes y su porvenir. No parece haber consciencia, de lo que les viene encima no sólo desde Venezuela, sino desde el mundo entero.