El colapso general de la sociedad tiene su origen en la parálisis de todos los sectores económicos. Por extensión, la amenaza que se cierne en la región rebasa las fronteras donde el último “bien de canje” que quedaba, era el precio de la gasolina que permitía aceptar bolívares y luego hacerlos valer en la forma del contrabando de gasolina. Al no haber gasolina, se paraliza la aceptación del bolívar, con todas las consecuencias que esto trae.
El derrumbe o colapso general de la economía venezolana es un hecho prácticamente consumado: el país se paraliza y casi todos los sectores van cayendo uno detrás de otro. El último sector en venirse abajo es el del mercado de la gasolina.
Fuentes de la petrolera estatal, han informado que ya en este país no se fabrica gasolina. Los problemas son dos básicamente: los craqueadores catalíticos de todas las refinerías venezolanas, dejaron de funcionar, ante la imposibilidad de seguir dándoles mantenimiento o realizar nuevas inversiones para nuevas unidades. La petrolera venezolana ha quedado a merced de importar gasolina ya fabricada en otros países, pero con el problema de que toda operación que vaya a realizar tiene que pagarse de contado y la estatal venezolana no tiene capacidad de para estos pagos, así como también la ha perdido Citgo, que desde EEUU ha estado endeudándose para mantener el envío de componentes para fabricar gasolina y para que se mantuvieran al ritmo de casi 100 mil barriles diarios (mbd). Actualmente con la deuda del complejo de refinación en EEUU perteneciente a Venezuela, estas operaciones han cesado.
Confirma la fuente que apenas se podría estar importando 20% de la demanda nacional y una gasolina de menor octanaje de 91, lo que compromete e gran parte del parque automotor venezolana, el cual también colapsa junto al resto del país.
Los efectos se comienzan a sentir, tal como se adelantó en El Nuevo País del 23/09/2016: “El año venidero, (…), sólo tendrán posibilidad de tocar dos cuentas: aumentar la gasolina en una gran proporción, ya que los precios internacionales son el punto de equilibrio, y liberar totalmente el precio del dólar. Eso deberán hacerlo, (…) con 85% del país en contra, medidas que requieren de mucha popularidad, la cual el gobierno no tiene. La razón es que para 2017, no se contará con recursos para pagar los vencimientos de deuda, ni para cubrir gastos internos, luego de los compromisos de noviembre de este año”.
Si bien no ha ocurrido oficialmente el aumento del precio de la gasolina, de facto ya ocurre. En los estados fronterizos, donde la situación se volvió más aguda, se consigue tanta gasolina con los “pimpineros”, como en las estaciones de servicio. Es decir, un oficio que era exclusivo de los colombianos y brasileños, allende las fronteras, ahora se produce en Táchira, Zulia, Mérida, Apure, Barinas, Trujillo, Bolívar, Amazonas, y se comienza a generar en estados del centro. Por ejemplo, en Las Claritas, en el estado Bolívar, en que el caos y la destrucción de la economía se muestran crudamente entre la población, un litro de gasolina se consigue en 10 mil bolívares con los “pimpineros”, ahora venezolanos. En los estados fronterizos, el precio es menor y suele estar entre dos mil y seis mil bolívares por litro. Hay un aumento de la gasolina en los hechos, que lleva el rumbo de alcanzar los precios internacionales.
En occidente las colas por gasolina son tales, que la población deja los vehículos estacionados desde el día anterior en las estaciones de servicio, con la esperanza de que llegue en la mañana el camión cisterna a cargar la estación de servicio y que puedan repostar, aunque en muchos casos el suministro ya es regulado, sólo 20 litros por vehículos según las órdenes de los militares que ahora custodian las estaciones de servicio. Los usuarios se quejan y denuncian. En occidente Pdvsa implementó un sistema de “chip”, que no es otra cosa que un código de barras que identifica al vehículo y que sólo permite repostar según esté regulado, los días que pueden hacerlo, en la cantidad de combustible que puede colocar y cuántas veces en el mes tiene el “derecho”. No falta entonces la corrupción y hay quienes tienen entre tres y ocho “chips”, que les permiten repostar una y otra vez. Hay taxistas, que se han dedicado sólo a colocar gasolina, la revenden, antes que prestar el servicio natural de transporte que es su cometida.
La crisis de la gasolina tiende a agudizarse, más ahora que Pdvsa tiene sobre sí una serie de sanciones en el área financiera, en la de emitir o reestructurar deuda, lo que no le permite acceder al crédito internacional para nuevas inversiones. Aunque lo anterior tampoco lo hacían sin tener las sanciones, debido a la corrupción, el despilfarro y las cuentas de la estatal con una caída de casi 40% de la producción petrolera y de productos derivados.
La tragedia final
El problema, que ya es muy grave, porque se comenzaron a ver colas en Caracas para colocar gasolina, es mucho más grande de lo que se piensa. En artículo anterior del 22/12/2016, en El Nuevo País, se explicó el mecanismo de por qué los colombianos en la frontera reciben bolívares: ”Para que la moneda venezolana sea recibida al otro lado del país, requiere tener un valor de respaldo y en el caso particular del bolívar, se trata del combustible, que en Venezuela cuesta el litro entre 2 y 6 bolívares, mientras que en Colombia, termina en 1.711 bolívares al cambio actual. Un diferencial de ganancias de 42.675% desde que la red empieza, hasta que termina.” Resulta que al menos unas 100 mil familias a lo largo de la frontera de Venezuela, viven del contrabando de gasolina. Se comprende la preocupación del presidente Juan Manuel Santos, la militarización y dotación con equipos antimotines de sus ciudades fronterizas, porque se teme por los efectos del colapso general de Venezuela.
Se explicaba en aquella ocasión la razón de por qué los colombianos recibían bolívares, que “no valen nada”. Los venezolanos necesitan alimentos y dólares, que aportan los comerciantes colombianos. Los colombianos necesitan gasolina a precio subsidiado, la cual pagan de vuelta con bolívares, lo que les permite generar gigantescas ganancias al convertir el precio de la gasolina a pesos colombianos y venderla en su territorio. Una persona va a Cúcuta, por ejemplo, paga con bolívares por alimentos o por dólares, estos bolívares, el comerciante los vende a las mafias del contrabando de gasolina que incluso pagan un premio de hasta 40% por el efectivo, lo que no deja rastros en las operaciones de intercambio. Los venezolanos pasan la gasolina y reciben de nuevo los bolívares. Una cisterna de 42 mil litros, que podría costar unos 30 mil bolívares, termina pagada en unos 100 millones de bolívares. En este modelo económico, las ganancias las asumen las mafias, que involucra a militares, políticos de lado y lado, y personal de Pdvsa, mientras las pérdidas, al importar gasolina y revenderla en bolívares o prácticamente regalarla, las cubre el Banco Central de Venezuela (BCV), remitiendo dinero para prestarlo a la estatal petrolera venezolana, cuando estas masas de dinero entran a circular al sistema monetario donde en un país desabastecido, los precios se disparan.
Lo anterior es un esquema que involucra al menos a unas 100 mil familias “bachaqueras”, en la frontera, en ambos lados, incluyendo el contrabando que va a las islas del Caribe. Eso sin mencionar el contrabando de gran calado, con barcos, cisternas y demás, controlado por factores radicales corruptos en el oficialismo, junto a militares. Todo lo anterior hace una “economía”, que está valorada en al menos 7 mil millones de dólares al año.
El caos que se está produciendo en Venezuela con la escasez de gasolina, que muestra claras señales de que el esquema se derrumbará pronto, hará que todas esas regiones entren en una crisis económica más fuerte de la que ya hay, que involucra el consumo de gasolina de 38% del oriente colombiano. Si esta se acaba, los colombianos ya no tendrían incentivo de recibir bolívares, porque no habría gasolina para comprar y revender en Cúcuta y esto tiene un efecto directo en el desabastecimiento de alimentos, porque el venezolano no podrá seguir comprando comida en Colombia, por la sencilla razón, que el respaldo o el incentivo del bolívar, está basado en el combustible. Sin éste, ningún colombiano recibirá un bolívar más, por lo que el país ya no podría seguir abasteciéndose desde las fronteras.
@alexvallenilla