Si el gobierno intentó contar con el voto de una población beneficiada a última hora con 40% de aumentos de sueldos y salarios, en vez de ganar puntos, creó un embudo que exaspera a la población entera.
Por REGINA O.
Pareciera que la fecha fijada por el Consejo Nacional Electoral de celebrar las elecciones de gobernadores fue fijada para cuando todavía hay paquetes Clap y no después de que éstos, como era previsible, desaparezcan por falta de dólares para importar el contenido de cada caja de alimentos. De modo que para ganar las elecciones, el gobierno inundó el país con 40% de aumento de todos los salarios, en un aparente cálculo de tener a los votantes contentos precisamente en la fecha de los comicios.
Todo parecía muy bien calculado, pero… en vez de aliviar, complicaron la vida diaria a todos los venezolanos, que ahora culparán por sus problemas a un gobierno incapaz de prever las consecuencias de sus buenas intenciones.
Por ejemplo, se apresuraron a aumentar sueldos y salarios para tener a la gente contenta el día del voto, que además fue fijado un día de pago de quincena (15 de octubre), pero no contaron con que no tenían billetes para cubrir los aumentos, que además son dinero sin respaldo. El inmenso crecimiento del circulante computado por el Banco Central sin poder entregarlo como dinero de contado, en lugar de aliviar la vida al votante, se la complicó hasta unos extremos que rayan situaciones absurdas. Destruyen un comercio tan importante como el de los buhoneros, de los que solamente algunos tienen la posibilidad de cobrar su mercancía por tarjetas de débito. Allí cae también el transporte, el cafecito de la esquina, el periódico y cualquier compra que debe pagarse con dinero en efectivo, incluso algo tan sencillo como una hora de estacionamiento o una carrera de taxi.
Otra consecuencia de esos aumentos de salarios, fue el golpe brusco de una desmedida inflación. Calcularon los estrategas electorales del gobierno, que para el 15 de octubre, todavía habrá suficientes alimentos para contentar a los estómagos y circulará mucho dinero en la calle para comprar comida. No calcularon que la emisión de dinero sin respaldo inflará los precios más rápido de lo previsto. En las dos semanas entre el 1º de octubre y el día 15, para dar un ejemplo, la carne pasó de Bs.28.000 a Bs. 45.000 el kilo. El queso blanco duro, saltó a Bs.54.000. El pollo, que es lo único que quedaba de proteínas accesibles, pasó a Bs.20.000 el kilo, de modo que un pollo entero va por los Bs.50.000. Si a eso agregan que el tomate sorprendió con un precio de Bs.24.000 el kilo, será poco lo que sirva para calmar la población. Ah, y faltan los huevos: el cartón de 30 huevos saltó de 20.000 a 37.000 bolívares. ¡Y era tradicionalmente la proteína del pobre!