El bolívar será un mensaje de texto

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Ante la debacle de los billetes que no alcanzan y están menos disponibles físicamente en los bancos, se asoma una propuesta de pagos con teléfonos, usando mensajes de texto: en esto quedaría reducida la moneda venezolana. Así que en la práctica, el bolívar pasa a ser un mensaje de texto, pero también ese puede llegar a su destinatario con 24 horas de atraso por fallas en las comunicaciones electrónicas.

Venezuela está en las puertas de la hiperinflación: la reciente subi-da de precios, producto de que Pdvsa ha realizado pagos en bolívares a sus proveedores y estos se han volcado de inmediato a comprar dólares en los mercados no autorizados, así como la incertidumbre generada por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), golpean los indicadores venezolanos en todos sus sectores. La población percibe como los precios se están duplicando cada semana, mientras la administración Maduro, sin recursos suficientes, con un país con su aparato productivo destrozado, sin ingresos, con sanciones económicas a personeros del gobierno que afectan llevar adelante operaciones internacionales, con una guerra interna de facciones del PSUV, que no permite llegar a acuerdos para implementar medidas económicas correctivas para que la situación mejore, hace que la economía da pasos agigantados para entrar en la hiperinflación, la que según algunos expertos podría ser una de las peores registradas en la región.

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Según el economista Asdrúbal Oliveros, en los últimos tres meses la subida intermensual de la inflación se ubica en 29,1%. Según las teorías económicas más utilizadas, al llegar a 50% mensual durante 12 meses, se está técnicamente en hiperinflación.

Lo que vive el venezolano ya es algo similar a lo ocurrido en otras economías que han sufrido la hiperinflación, aunque este caso tiene la particularidad de que los ingresos de los ciudadanos no aumentan según suben los precios. Además la situación de desabastecimiento y caída de la producción interna, son un complemento que hacen la situación mucho más crítica y difícil.

En apenas un par de semanas, el precio de la carne saltó de 15 mil bolívares el kilo, hasta 40 mil bolívares. Se especula entre los consumidores que un cartón de huevos llegue a costar en pocos días al menos unos 100 mil bolívares y el precio de la harina de maíz, por kilo, en 30 mil bolívares.

El precio de la ropa, los muebles, artículos electrónicos, teléfonos celulares, vehículos, son inaccesibles para una población cuyos ingresos no alcanzan a más de 80% de los venezolanos, ni siquiera para comer. En Caracas se ven personas que viven a orillas del río Guaire y mantienen como oficio, tamizar los residuos del río para conseguir joyas y piezas de valor que han caído por drenajes. Son personas que quedaron en pobreza crítica, que luego deben buscar en contenedores de basura restos de alimentos de restaurantes, panaderías y abastos, para lograr alimentarse.

La crisis y el cambio político

Según todos los observadores, la espiral alcista de precios no se va a detener, llegará a extremos insospechados, mientras la población espera pacientemente la realización de elecciones regionales, que señalaría nuevos caminos y permitiría a la comunidad internacional, una vez conocidos los resultados, abrir una nueva fase de presión y negociaciones, para acelerar las elecciones presidenciales y terminar la crisis política de manera civilizada, produciendo un cambio en las estructuras de poder nacional y dar paso a un proceso de reconstrucción.

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La subida de precios se estima en al menos 1.400% al finalizar 2017, según nuevas revisiones de distintos entes analistas y economistas del país. Aunque la realización de elecciones regionales, que según las estimaciones entregaría al menos entre 18 y 20 gobernaciones a los factores democráticos, podría permitir bajar la presión a la carrera alcista de precios, y del dólar paralelo, que es con el que a final de cuentas, la mayoría, incluyendo a factores del oficialismo, calculan sus costos operativos, sin embargo la incertidumbre nacional se mantendrá, mientras no haya medidas económicas que corrijan ese curso.

Hasta ahora no hay una política económica para cambiar esta realidad. Mientras el madurismo y las facciones chavistas que le enfrentan internamente, sigan medrando de lo poco de la renta petrolera, al mantener el acceso a divisas preferenciales, (un “negocio” de gigantescas ganancias para estos sectores), no habrá medida económica que se aplique, o que se acuerde entre los bastiones “rojos”. Hay que recordar que quien ahora es candidato a la gobernación de Anzoátegui, Aristóbulo Istúriz, siendo vicepresidente dijo públicamente que si se eliminaba el control de cambios, tumbaban el gobierno. Ha sido imposible en lo interno de la administración Maduro que se decida qué hacer con la grave situación, que cada día se hace insostenible: les hace perder ingresos, por la misma inflación y no tienen manera de alcanzar negociaciones con los sectores productivos y políticos en Venezuela para lograr algún consenso, debido a las posturas radicales que existen en muchos sectores oficialistas.

El ámbito internacional mantiene cercado al oficialismo, la ola de sanciones a personeros del gobierno, cuestionados por corrupción, con fondos y bienes congelados en el extranjero, se ha extendido de lo personal a lo estatal, debido a que muchos funcionarios ya no pueden representar a la República en negociaciones con factores extranjeros, si no existe la aprobación de la Asamblea Nacional (AN). A lo que se le denomina en el léxico común, “las sanciones”, los pesuvistas le llaman “el bloqueo” para efectos de propaganda política.

En medio de todo lo anterior, la administración Maduro sigue la misma dirección, emitiendo dinero y ahora viene a insertar nuevos elementos, que hacen del bolívar una especie de moneda ya rara en el mundo. No sólo físicamente en la práctica casi no existe, sino que ahora pasará a ser un mensaje de texto. Ante la debacle de la liquidez, que paradójicamente mientras más aumenta, menos alcanza o menos disponible hay físicamente en los bancos, se asoma una propuesta de pagos con teléfonos, usando mensajes de texto, en esto quedaría reducida la moneda venezolana, en una especie de activo electrónico, soportado por las precarias telecomunicaciones que ahora tiene el país, una plataforma en crisis, en que un mensaje de texto al ser enviado, llega al otro día, si hay señal buena.

Crisis nunca vista

Se acelera el camino hacia una situación todavía más compleja. Al cerrar septiembre de este año, la liquidez monetaria (M2), indicador que permite saber hacia dónde se dirige la “política monetaria” de Maduro, ha cerrado con otra alza record, de 533,92%, es decir, se ha sextuplicado la cantidad de dinero circulante y a pesar de que hay seis veces más, a los trabajadores venezolanos, les alcanza cada vez menos.

La M2 llegó a la cifra histórica de 42,3 billones de bolívares, mientras en septiembre del año pasado, era de 6,6 billones de bolívares. Al mismo tiempo las reservas internacionales, volvieron a sufrir otra caída anualizada de -17,49%, al cerrar en 9.929 millones de dólares. Es decir se mantiene la tendencia de aumento de oferta del dinero venezolano en grandes proporciones y una caída sostenida de las reservas internacionales con un promedio mensual de -20,17%. Toda esta situación ha hecho que los precios de los bienes y servicios se disparen como nunca se había visto en Venezuela: un país petrolero con hiperinflación, es tal vez una marca que no se verá nunca.

Sólo queda determinar qué tiempo durará la hiperinflación venezolana y si esta producirá definitivamente el cambio político, tal como ha ocurrido en todos los países que han sufrido hiperinflación, aunque como señala el analista Asdrúbal Oliveros, no fue igual en el caso de Zimbabwe, debido a una serie de circunstancias que no están en Venezuela.

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