La fórmula Santos llega en horas bajas para la MUD

Foto cortesía: EFE

La desolación en el pueblo opositor, que es igual a decir en el 80% de los venezolanos, se traslada a la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática. La coalición vive sus horas más bajas tras el varapalo del 15 de octubre, en donde el PSUV aprovechó la falta de organización a la hora de defender el voto para escamotear varias gobernaciones. La abstención jugó un papel clave, pero a eso hay que agregarle la ausencia de testigos en buena parte de los centros electorales.

A la sala de redacción de El Nuevo País y Zeta nos han llegado múltiples casos que demuestran la falta de organización opositora. En el caso del estado que ahora será gobernado por Héctor Rodríguez, a golpe de mediodía el opositor Carlos Ocariz perdió el contacto con el 30% de sus testigos, como reveló la coordinadora de campaña de la MUD, Liliana Hernández. Además, al todavía alcalde del municipio Sucre le jugó una mala pasada la abstención en las zonas más radicales de la clase media -Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo-, que también componen los sectores en donde más votantes han emigrado desde la última medición seria, en el 2015. En ese sector extremista de la oposición, tuvieron éxito campañas falsas como la que aseguraba que Ocariz había entregado al capitán Juan Caguaripano, el líder de la frustrada asonada del Cuartel Paramacay.

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Táchira, por su parte, fue ganada por la oposición al contar con testigos en casi todas las mesas, aunque la historia pudo haber sido distinta si no se reacciona a las 10 de la mañana. A esa hora, la mayoría de los centros de votación de San Cristóbal, la capital del estado, no tenían testigos. Si eso era así en la capital del estado, no hay que imaginarse cómo sería el panorama en los pueblos y caseríos. Sin embargo, Laidy Gómez, quien terminó triunfando en los comicios, apeló a la organización de su partido Acción Democrática para colocar rápidamente a «compañeritos» en donde hiciera falta. Así, gracias a la organización partidista, logró salvarse la gobernación, salvo que la fraudulenta Constituyente termine decretando falta absoluta por no subordinación, como al cierre de este informe se planteaba.

En el caso de Bolívar se tuvieron todas las actas y la abstención no logró derrotar al candidato opositor. Sin embargo, el régimen terminó escamoteándole la gobernación a Andrés Velásquez por la importancia crucial de ese estado para el ala militar del PSUV, que controla violentas mafias que van desde el tráfico de cabillas hasta la minería. De hecho, la jefatura pasó del general Francisco Rangel Gómez al general Justo Noguera Pietri.

La fórmula Santos

La del 15 de octubre puede terminar siendo una victoria pírrica para el régimen. Internacionalmente, el fraude es incuestionable, como el del 30 de julio, porque el proceso estuvo viciado. Recordemos que en Miraflores funciona una administración endeudada hasta los tuétanos que necesita urgentemente de financiamiento externo para sobrevivir. No puede aislarse como Cuba o Corea del Norte. Rusia está dispuesta a ayudar, ¿pero hasta cuándo? Además, la ayuda de Putin es calculada: no hay dinero, sino renegociación de la deuda de Caracas con Moscú para que Maduro pueda honrar sus obligaciones con Occidente. Los chinos, por su parte, apoyan políticamente pero no prestan si la Asamblea Nacional no aprueba y no esconden que agazajan en Beijing a dirigentes opositores.

A pocas horas de haberse consumado el fraude del 15 de octubre, el colombiano Juan Manuel Santos planteó que, como nadie reconoce esas elecciones, se deben convocar comicios generales con veedores extranjeros y un CNE independiente. Ya no es una simple propuesta del uruguayo más venezolano, el amigo Luis Almagro -que ahora opera en conjunto con Diego Arria y María Corina Machado-, sino del presidente de un influyente país que tiene el beneplácito de Washington para solucionar el caso Venezuela. A esa fórmula Santos deben unirse Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Mexico, Panamá, Paraguay y Perú, países que conforman el Grupo de Lima, el bloque regional que busca solucionar la crisis venezolana.

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 La propuesta de las elecciones generales cala en los partidos opositores, pero la misma no está contemplada en la actual Constitución, por lo que habría que habría que acudir a una Enmienda que puede ser acordada por negociaciones con el régimen. Sin embargo, es de esperarse que el oficialismo intente, si es que aceptan la fórmula, que la Enmienda sea aprobada por la Constituyente, quedando legitimado ese organismo fraudulento. La MUD, por su parte, exigiría que sea la Asamblea Nacional la encargada de la formalización, para lo cual el régimen debería levantarle el desacato.

En fin, hay tela que cortar, pero hay una salida, siempre y cuando se mantenga la unidad de los partidos opositores, que como bloque controlan a la Asamblea Nacional, único poder venezolano reconocido por la comunidad internacional. Si se desbandan, quedan sin nada, sin soporte fuera de sus fronteras, y así el 80% de los venezolanos. Hasta ahora, dentro de la MUD vuelan las sillas y sobran los insultos. No están dispuestos a presentarse a más elecciones, por lo que en el PSUV quieren aprovechar el despelote rival para convocar a municipales en diciembre y hay quienes proponen presidenciales para el primer trimestre del 2018. Son horas para hilar muy fino.

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