Todas las encuestadoras daban por ganadora a la MUD en las elecciones regionales y eso no se concretó. El análisis de lo acontecido durante el proceso y los resultados oficiales nos dan luces para explicar lo sucedido.
Por ALFREDO MICHELENA
Varias son las explicaciones que nos asaltan a diario sobre las razones -o culpas- que explican que una evidente mayoría no se expresara en los resultados de las elecciones regionales. Confiados en nuestra capacidad de movilizar y controlar el proceso, no nos preparamos para una trampa que como en 2004 no puede ser probada con actas en la mano, salvo honrosas excepciones.
El cuándo
El régimen sintió que después de las frustraciones producidas por el no avance -en lo nacional- de los cuatro meses de protestas de este año, era el momento ideal para medirse electoralmente. La encuestadora Varianzas, mostraba en su encuesta de septiembre pasado que, en el municipio Libertador del Distrito Capital, el 74% de los entrevistados mostraban actitudes negativas como decepción (25%), molestia (23%), pesimismo (14%) y tristeza (13%), especialmente entre los opositores, mientras el chavismo se mostraba alegre (18,35 %) y esperanzado (24,6%). Y al comparar esta encuesta con la de diciembre pasado se revelaba que el nivel de desconfianza hacia la MUD, había subido de 55.5% a 70.7%.
El cómo
El cambio de fecha de unas elecciones anunciadas para fin de año, en agosto para octubre, puso a todos a correr. La obligación de inscribir candidatos en solo dos días sin permitir a la MUD realizar sus primarias y la posterior negativa a eliminar del tarjetón electoral los nombres de los candidatos que no ganaron las primarias, así como la eliminación de la tarjeta de la MUD, que sacó mayor votación en 2015, además de la no elección de los Consejos Legislativos, para controlar a los gobernadores de la MUD si ganaban, muestra una perversa intencionalidad. Y así muchas cosas entre ellas la reubicación de centros electorales que en su mayoría ganaba la oposición, como lo recordaba el periodista Eugenio G. Martínez especialista en temas electorales. La lista de violaciones previas graves serían unas 16 según el informe de la ONG SÚMATE.
El durante
El día de las elecciones, según la Red de Observación Electoral de la Asamblea de Educación, se produjeron hechos que ponen en duda la transparencia del proceso. Entre ellos que, al momento de la instalación en el 22% de las mesas observadas, el cotillón no estaba completo o que el 15 % de ellas mesas se constituyeron sin los miembros principales o suplentes designados por el CNE o que el 10 % de ellas no tenía testigos debidamente acreditados. En el 3,5% de las mesas no se respetó lo del voto asistido y casi el 40% de las mesas no se cerró a la hora indicada por el CNE, “aún cuando ya no habían electores en la fila”. En el 8% de los centros “no se siguió el procedimiento establecido para la selección de las mesas para la verificación ciudadana”. Además la Red reportó “bandas intimidadoras creando temor y zozobra en los votantes”.
Lea también: Maduro y sus amigos
José Domingo Mujica, vocero de esta ONG, informó que casi el 40% de los testigos de los partidos no pudieron ejercer sus funciones, simplemente “en muchas partes se bloqueó la entrada de los testigos”. Y concluye que esta elección estuvo “signada por tal cantidad y variedad de vicios, que superan con creces los conocidos en elecciones anteriores, que hace imposible considerarlas una expresión fiel de la voluntad ciudadana”.
Según el informe de Carlos Ocariz, candidato a la gobernación de Miranda, “hubo al menos 403 centros donde no hubo comunicación con los testigos. De esos centros, 227 tuvieron la votación más alta en la historia del PSUV.” También que “83% de los centros de votación que tuvieron fallas con las máquinas de votación, se ubican en sectores opositores”. En ese informe se señala que solo se hicieron 26% de las auditorías ciudadanas que debieron realizarse y 22,9 % de las actas se firmaron sin presencia de testigos.
Abuso de poder
El profesor del IESA, Michael Penfold, analizando los resultados electorales, nos dice “el chavismo pareciera haber mutado a un nuevo mecanismo de coacción y condicionamiento del voto que es altamente efectivo y que luce logística y tecnológicamente muy sofisticado” este sería una articulación de los “puntos rojos”- estaciones del PSUV- cerca de los centros de votación con el “carnet de la patria” (CP), carnet que asegura al poseedor acceso a las bolsas del CLAP y a otros programas sociales del régimen. Penfold estima que 3,5 millones de familias pudieran estar registrados en este carnet. El uso del CP junto a estos puntos rojos en que renovaban y donde se pedían antes de entrar a votar “le garantizó al PSUV una movilización prácticamente automática del voto a un muy bajo costo”. “La posibilidad de perder acceso a los CLAP por no renovar el CP pudo haber llegado a generar un potente condicionamiento del voto y también pudo haber garantizado una mayor movilización” nos dice Penfold.
Lea también: Parlamentos activados por la democracia en Venezuela
El mecanismo le permitió al PSUV chequear en tiempo real quienes no habían ido a votar para buscarlos a votar, en esas horas se extendió la votación en casi la mitad de las mesas. Lo que fue facilitado por la ausencia forzada de testigos de la MUD. Penfold termina aseverando que “si este mecanismo llegó a tener una tasa de efectividad por ejemplo del 30% sobre el número de votantes que utilizan el mencionado carnet, … es posible explicar no solo el cambio en la movilización de la votación chavista, sino incluso por qué no se materializaron las predicciones de las encuestas en cuanto al comportamiento del voto opositor”. Con el mecanismo habrían “logrado ‘voltear’ alguno de los votos de la oposición con respecto a las elecciones legislativas”
Abstención
Penfold arguye en contra de explicar los resultados electorales con base a la abstención pues ella no fue significativamente menor que en otros procesos electorales. Argumenta que “en el agregado estadal, la idea de que la oposición perdió en aquellas provincias donde los votantes se quedaron en sus casas luce un tanto débil”, aunque deja abierta la puerta a que esta hipótesis pueda ser refutada cuando se realice estudios con base a municipios.
Pero lo que si es cierto es que, sea que se corrijan estadísticamente los datos- como él hizo- o no, la oposición cayó con respecto a 2015 en cerca de 2,5 millones de votantes y el PSUV apenas creció en unos 150.000.
El perverso mecanismo descrito solo pudiera explicar como el PSUV mantuvo su votación de 2015 y su aumento de solo un 2,6%, mientras la MUD caía en un tercio de su votación. Si bien el PSUV ganó solo pudo mantener su votación y los votantes de la MUD no pasaron masivamente hacia al régimen y siguen siendo potenciales votantes de la oposición. Por lo que la abstención y su contraparte: la incapacidad de la dirigencia de la MUD para movilizar a esta población siguen teniendo mucho que explicar al no lograr convertir la intención del voto previsto en las encuestas en votos concretos.