Esquelas: El son de Cuba aterrizó en Miami

El son se fue de Cuba y aterrizó en Miami. Y aquí lo recibieron con las manos arriba, cintura sola, da media vuelta y… no te canses ahora que esto solo empieza, como en la cadenciosa Danza Koduro de Don Omar.  Estamos hablando del Son Cubano de la ciudad de Coral Gables -hay otro similar en el Riverwalk de Nueva York. Este lugar está diseñado bajo el concepto de bar-restaurante contemporáneo, esto es, con vidrieras abiertas a terrazas que permiten a los clientes estar en las aceras de la calle para disfrutar tanto el sereno de la noche como el rocío de la madrugada -y a los fumadores tener su cigarrito outside, cerquita de la iluminada barra. Justamente uno de los mayores atractivos del lugar es la agradable iluminación del local, ni oscura ni deslumbrante, aunque sin llegar a la media luz de los cabarets cubanos de los cincuenta. Es decir, el dimmer está bien regulado para controlar la intensidad de los focos. Su sobria y minimalista decoración en tonalidades gris, blanco y negro contrasta con las inmensas lámparas de cristal chandelier y las velas de los sencillos candelabros que decoran las mesas de estilo contemporáneo, esto unido a la atención en la barra de muchachas bonitas, elegantes y desenfadas, crea una atmósfera única. Sí, indiscutiblemente, tiene clase.

Celia, la reina del Son Cubano.

El Son Cubano es un enclave latino en Ponce de León donde se dan cita los latinos que añoran sus raíces, pero que también es frecuentado por los americanos que gustan de la cultura cubana y van más que a bailar a bucear desde la inmensa barra de mármol blanco, a las hermosas mujeres que cimbrean sus voluptuosos cuerpos con inigualable cadencia caribeña al son de los ritmos de moda, salsa, merengue y reguetón, y así el hit Despacito, de Luis Fonsi, y que todo el mundo baila:

“Tu eres el imán y yo soy el metal,

me voy acercando y voy armando el plan.

 Solo con pensarlo se acelera el pulso.

 Oh, yeah!

Justin (Kiwi), el hombre orquesta.

Gente de Zona suena La Gozadera y nadie se queda sentado, al grito de ¡Viva Venezuela! y los venezolanos se lucen en improvisadas coreografías saliéndose del lote una pareja de jóvenes que acaparó la atención para adueñarse de la pequeña pista. Estaban de concurso.

“Y se formó la gozadera,

Miami me lo confirmó

Y el arroz con habichuela.

Puerto Rico me lo regaló

Y la tambora merenguera

Dominicana ya repicó

Con México, Colombia y Venezuela

Y del Caribe somos tu y yo

¡Repicando!

Pero si hablamos de jóvenes bailarines capaces de serpentear el cuerpo con la cabeza rígida, los “usados” no se quedaron atrás. Realmente delicioso ver a los mayores bailar los clásicos ritmos habaneros como danzones, guarachas, y chachachá con un swing único:

 El bodeguero bailando va

 En la bodega se baila así

Entre frijoles papa hay aquí

El nuevo ritmo del chachachá

 Toma chocolate paga lo que debes…

Des-pa-ci-to esta pareja se adueñó de la pista. ¡De concurso!

Obvio, el omnipresente son cubano surgido de la mezcla del danzón con la guaracha y la guajira, fue lo mejor. ¡Y se volvió aprender la gozadera! A bailar todo el mundo, con o sin pareja. No faltó quien recordara el famoso Tropicana de la Habana, el Edén Concert creado por el empresario Víctor de Correa. En este punto de la noche, cuando el aguacero arreciaba puertas afuera, Celia Cruz lanzó su grito de guerra: ¡Azúcar, azúcar!  Y otra vez la gozadera. Porque lo mejor del Son es la música, de lunes a jueves con DJ y los fines de semana, en vivo. Y a uno la nostalgia lo carcome y el pensamiento vuela hacia la bella y espectacular Caracas, la de los mejores restaurantes y chefs del mundo, cuando las madrugadas en El Rosal eran una fiesta, con los tablaos flamencos madrileños reproducidos a todo dar por Espartaco Santoni, ex de Tita Cervera, hoy dueña y señora del Museo von Thyssen Bornemisza. También La Polaca, sensual bailaora española ligada sentimentalmente al presidente Carlos Andrés Pérez, tuvo su comedero por los predios de La Castellana. Todos estos lugares vomitaban a los alegres bonchones en los amaneceres de aquella época irrepetible. Y nadie los atracaba. Éramos felices y no lo sabíamos.

En vivo: Habana soul.

Y todavía hay más. La sorpresa es mayúscula cuando, en el camino a los restroom, nos tropezamos con el santuario de Celia Cruz. ¡Susto! Un altar santero de lo más chic, decorado en blanco y, sobre un sideboard blanco, porcelanas y flores blancas, un candelabro de cristal con una vela blanca encendida ilumina la fotografía en sepia de la reina del son cubano que parece decirnos:

Si quieres llegar derecho

Mejor Camina de frente

Para que no haya tropiezos

Y vengan y te lamentes.

¡Aaaaazúcaaar!

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