La oposición democrática debe articularse en torno a una unidad de propósitos y comando para tener una sala situacional y un comando estratégico que haga eficaz su pelea.
Mientras la oposición deshoja la margarita en el exterior, un grupo significativo de países democráticos sigue empujando una solución a la tragedia que vivimos. Como en el ajedrez, el no haber previsto las jugadas del otro y nuestras contramedidas y respuestas a sus posibles movimientos nos tiene desconcertados a muchos y desarticulados a todos. Es que a pesar de que el pranato es una confederación de grupos delincuenciales, el grupo filocubano mantiene una estrategia y una táctica coherente, al menos en cuanto a lo que hay que hacer para diezmar a la oposición y asegurar su permanencia en el poder, ya que recobrar la confianza de los venezolanos parece imposible, mientras el precio del petróleo no suba por encima de $100.
En el exterior se hace un esfuerzo monumental, por una parte. La AN ha logrado una validación internacional importante, que se puede medir con la reciente visita que hiciera una veintena de embajadores a la AN para protestar la persecución a Freddy Guevara; la vez anterior se contaron con los dedos de una mano. También el trabajo de nuestros diputados, dirigentes políticos y de la diáspora para movilizar el apoyo internacional de los países que conforman el Grupo de Lima, así como los EE.UU. y la Unión Europea ha sido excelente. Pero, en este caso, como en el doméstico, hay que tomar en cuenta que nos enfrentamos a un enemigo -y lo subrayo- que está mucho mejor organizado que nosotros, que no tiene escrúpulos y ni responde a la lógica del bienestar. Esa lógica que hace que un empresario prefiera pactar con sus obreros que perder su inversión. Estos individuos tienen una actitud numantina y prefieren que todos nos hundamos para mantener el poder.
En lo internacional, están organizados en el Foro de San Pablo, con tentáculos internacionales que huelen a Guerra Fría. Allí todos los partidos y grupos de izquierda de la región convergen para proteger al pranato. Por eso vemos cómo se organizan alrededor del mundo grupos de defensa del régimen.
El Grupo de Lima es un primer y gran esfuerzo en articular una posición común para facilitar una salida democrática en Venezuela, pero tendrá éxito si entiende que no se enfrenta solo a fuerzas domésticas en Venezuela sino a esa estructura que creó la mente maléfica de Castro, con su ambición de expandir su revolución y su dominio fuera de la isla.
Pronto se tratará por segunda vez el tema Venezuela en el Consejo de Seguridad dentro de la fórmula Aria. Un esfuerzo importante que se está haciendo, pero entendamos que allí están dos de los aliados del pranato: Rusia y China. La entrega de la patria a estos imperios y la regaladera en la región es un mecanismo creado por el castrochavismo internacional para asegurarse su estadía en el poder.
La búsqueda de la democracia y la libertad en Venezuela no es un juego de muchachos, no solo por la tragedia que vivimos sino por lo imponente y despiadado del enemigo. No basta con buenas intensiones. Sin unidad de propósitos y de comando, sin profundidad en el análisis ni el trabajo profesional que debe hacer una sala situacional y un comando estratégico la pelea será larga y desbastadora.