La Unidad de la oposición es imprescindible para que junta a las acciones de la comunidad internacional construyamos una salida cívica, pacífica y democrática.
El régimen de Maduro está bajo apremio por la deuda y por las sanciones de la Unión Europea (UE), por eso convoca a una reunión crucial con acreedores, mientras la UE actúa contra funcionarios del Régimen.
Venezuela tiene una deuda de 150.000 millones de dólares, por lo que enfrenta vencimientos por 1470 millones hasta fin de año y en 2018 debe pagar 8000 millones de US$.
Han surgido informes contradictorios respecto del cumplimiento de las obligaciones. La firma Wilmington Trust difunde un aviso de incumplimiento de pago de los intereses de un bono por US$ 650 millones emitido por la Electricidad de Caracas, que luego de su nacionalización en 2007 pasó a ser parte de Corpoelec. En lo que respecta a la deuda de PDVSA, algunos inversores alegan que todavía aguardan el pago.
Lo cierto es que la Asamblea Nacional es marginada de todo este proceso de refinanciamiento o reestructuración de la deuda. De derecho no hay ninguna ley especial que fije el monto de endeudamiento, ya que Maduro -con aval de la Sala Constitucional del TSJ- decretó un endeudamiento, por lo tanto en 2017 la AN no aprobó ninguna ley especial. Así que las operaciones que haga Maduro son a espaldas del pueblo que hoy tiene el control de la AN.
Lo peor es que el funcionario que invita a la reunión con los acreedores, Simon Zerpa, figura en la lista de sancionados por corrupción por parte de USA, entre los cuales está Tarek El Asissami, quien fu designado por Maduro para dirigir las conversaciones. Los tenedores de bonos gringos pueden asistir a la reunión, pero se les prohíbe tratos con los funcionarios sancionados.
Lo cierto es que la fanfarria de Maduro, cuando decía que era puntual en los pagos de sus obligaciones, es pura retórica porque el default se considera, en el mercado internacional, dado el escenario de una inflación que puede llegar en el 2018 al 2350 %, con pobreza crítica del 52 % y crónica del 30 %, con un PIB que cierra este año con -12 %, con un índice de escasez del 68 % y un déficit fiscal del 19.6 % del PIB.
Las cifras revelan que estamos al borde del default y de llegarse a eso Venezuela se convertiría en un país marginado de los mercados internacionales, no obtendría créditos y si los tuviera sería a tasas muy altas, así como puede sufrir embargos en el exterior.
Un fracaso es el nacionalismo chavista. Tenemos un régimen rezagado y fracasado, que quiere dinero a costa de lo que sea para sostener un modelo corrupto, súper burocrático, enemigo de los derechos humanos y fundamentalista que no revolucionario.
Lo que propongo es la unidad de la oposición para, de cara a los eventos futuros, con la presencia de la comunidad internacional, construir la salida cívica, democrática, pacífica y popular.
El populismo chavista destruyó Venezuela y Maduro quiere ahogarnos en un mar de sangre solo para sostenerse en el poder.
¡Ceder es permitirlo! ¡Combatir hasta triunfar!