Somos un Kuwait en Sudamérica gracias a los nuevos yacimientos descubiertos en nuestro territorio, afirma el dirigente político Antonio Ecarri Angola, quien ve con preocupación que grandes consorcios petroleros exploten írritamente nuestros recursos.
Estamos frente a una realidad muy dura que nos obliga a consultar las páginas de la historia venezolana. Hoy, una opinión pública dividida y desorientada busca una luz en la oscuridad.
Trataré de dar una orientación. No se trata sólo de una de nuestras coyunturales crisis económicas o sociales por la caída del precio de nuestro principal -y único- producto de exportación, sino que va más allá. La viabilidad y la integridad de la República están en juego.
La última vez que Venezuela vivió una tragedia semejante fue en medio de la caída del liberalismo amarillo. El último gran caudillo de la saga guzmancista, heredero de la Federación, Joaquín Crespo, caía asesinado en “La Mata Carmelera” cerca de San Carlos de Cojedes. Con su trágica desaparición, el vacío de poder y de conducción nos llevó a la última y más grave crisis de liderazgo y con ello, no sólo a profundizar la ruina social y económica sino al despojo y robo de parte importante de nuestros territorios.
Nada fue automático. Los enemigos de lo ajeno están pendientes de los vacíos de poder para sacar ganancias en las tragedias. Muere Crespo y se desatan las pasiones entre dirigentes que no dirigen, sin liderazgo. La política queda atrapada en comentarios de pasillos y nadie llenaba el vacío político.
Mandaba y no mandaba. El presidente Andrade trataba de prolongar un régimen que ya no existía, mientras el país iba extraviado. Sin embargo, alguien con audacia y temeridad tomó la iniciativa: 60 andinos, en mula, salen de la Hacienda “Buenos Aires” de Cúcuta, dispuestos a invadir Venezuela. Fueron derrotados en Táchira, pero siguieron hacia el centro del país y lo hallaron vacío, con una clase política menguada atrapada en intrigas y fracturas.
“Pongamos a este tonto, que a ese lo manejo yo”, dijo uno de los “caciques” políticos de la época. Cipriano Castro toma el control del país y se inician 45 años de hegemonía andina en el poder. Los vacíos se llenan, muchas veces trágicamente, pero son severamente castigados en política.
Mientras estos hechos ocurrían Venezuela fue despojada del Esequibo. Un fraudulento y amañado “Laudo Arbitral” nos arrancaba una franja importante de nuestro territorio. El castigo que se llevó la Nación en ese desesperante episodio de vacío de poder fue más que una simple crisis. Se desintegró parte importante de nuestro territorio, aún en reclamación.
¿Cuánto nos costará esta crisis? Rafael Poleo y otros importantes venezolanos lo vienen advirtiendo. El Esequibo y la fachada atlántica venezolana ya no sólo se tratan de unos simples territorios selváticos tropicales sino de los más importantes yacimientos de petróleo liviano, diamantes, oro y en especial, de agua. Un pequeño Kuwait suramericano está allí, con inmensas riquezas que pertenecen a los venezolanos, hoy explotado sin consideración violando el Acuerdo de Ginebra y nuestra soberanía. El gigante Exxon Mobile y Petrochina comienzan a explotar nuestro petróleo a través de un írrito acuerdo con Guyana. Mientras unos pocos sobreviven en medio de intrigas, la integridad de la república está en jaque.
Aquél vacío que generó el robo de 1899, hoy se presenta con su mejor gala. Los venezolanos tenemos la palabra.