Las severas penurias y carencias que vive el pueblo venezolano se agudizarán si no se concreta el acuerdo entre el gobierno y la oposición para renegociar la deuda, sostiene el sociólogo Leopoldo Puchi.
En el centro visible de la situación nacional está la inflación, que muele las economías familiares y obstruye la actividad productiva. Las dificultades económicas obedecen a múltiples elementos: la caída del precio de los hidrocarburos, los errores de las políticas macroeconómicas, el endeudamiento mal administrado, la ineficiencia en el manejo de Pdvsa.
A todo esto se le añade el bloqueo financiero que multiplica de manera geométrica los problemas, al obstruir el flujo de insumos y el refinanciamiento de la deuda, algo que sería natural por el simple hecho del descenso del ingreso de divisas por la baja en los precios del petróleo.
Las razones de este bloqueo que prohíbe el refinanciamiento de la deuda son de carácter geopolítico y tienen que ver con el peso petrolero de Venezuela en el escenario mundial, su desplazamiento fuera de su espacio tradicional y hasta su mensaje político, considerado anacrónico, que se cree pudiera reanimar banderas sociales: nunca se sabe por dónde salta la liebre.
Las sanciones y los bloqueos son considerados, por los efectos destructivos que pueden tener sobre la economía de un país y el padecimiento que causan a la población, como equivalentes a los efectos concretos de acciones de guerra, como bombardeos sobre zonas industriales o militares. Un bloqueo comercial o financiero puede ser tan destructivo de un parque industrial o de inventarios de alimentos, como lo puede ser un ataque aéreo.
Se trata pues de un asunto de poder, como casi todo aquello que se plantea en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ya que la separación de un satélite de su centro de gravedad puede causar una reacción de fuerza para obligarlo a volver a su órbita.
¿Qué se puede hacer? Lo primero, de parte del Gobierno, es adelantar políticas que permitan mejorar la situación económica aun en este contexto de bloqueo, comenzando por corregir las políticas macroeconómicas, en particular las cambiarias y permitir el libre cambio de divisas entre particulares, lo que reanimaría la actividad productiva y comercial al ingresar al país insumos y bienes de consumo.
Por otra parte, sería necesario un acuerdo de Gobierno y oposición para llegar a acuerdos de renegociación con los tenedores para reestructurar la deuda, condición que ha puesto el gobierno estadounidense. Ahora bien, si esto significa que el Gobierno ceda el CNE y el TSJ a la oposición, parece muy difícil que tenga lugar ese entendimiento, cuyas negociaciones estaban previstas que se realizaran en República Dominica.
En este caso, de no renegociarse la deuda por no concretarse el acuerdo señalado, las dificultades materiales de la gente se agudizarían en los próximos meses. Por esta razón, habría que entender que es necesaria una alternativa, un escenario distinto, que permita construir un escenario de coexistencia a largo plazo, independientemente de quien esté en el poder. Entender la realidad para entenderse.