Es casi seguro, de acuerdo a las encuestas, que Sebastián Piñera ganará hoy las elecciones presidenciales en Chile, pues cuenta con 45% de aprobación, según explica el periodista uruguayo Danilo Arbilla.
Por Danilo Arbilla
Hoy habrá elecciones presidenciales y legislativas en Chile. La noticia ha merecido moderado espacio en la prensa internacional. Es que serán elecciones normales en las que no hay trampas, esquives constitucionales ni fraude. Se prevé además que el gobierno de “izquierda y progresista” de Michelle Bachelet nuevamente pasará el mando a Sebastián Piñera, “conservador y de derecha”, repitiendo lo ocurrido en el 2010, así como en 2014: Piñera le devolvió el bastón a Bachelet y de la diestra se pasó a la siniestra. Digo esto para advertir sobre ese maniqueísmo ridículo y frívolo pero manipulador que nada tiene que ver con la realidad.
Chile es ejemplo de ello: tras la dictadura, la Concertación -coalición de “izquierda y progresista”- ganó las elecciones hasta 2005 (triunfo de Bachelet) y en ese tiempo se cuidaron de seguir el modelo económico “neoliberal, conservador y de derecha”, impuesto por Hernán Büchi, ministro de Hacienda de Augusto Pinochet.
Chile se desarrolló, se modernizó, se destacó y se “separó” del resto de la región. Se llamó “milagro chileno”. Es que ninguno de aquellos presidentes -Patricio Alwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos- eran tontos. La Bachelet hizo pesar la ideología (“de izquierda”) y a desordenar lo hecho con la consecuencia de que al final de su mandato debió entregar el poder a Piñera (“la derecha”). Este reencaminó algunas cosas, pero no como se esperaba y ni cerca con su política exterior. Se mostró tímido y ambientó la agitación social -de “izquierda y progresista”- a caballo de la cual volvió Bachelet.
En su segundo mandato, la presidenta no hizo oídos sordos al griterío y avanzó en su línea. Hay que reconocerle cierto aggiornamento: unión civil entre personas del mismo sexo y el aborto terapéutico. Bachelet también encaró una reforma educativa e insistió en “desordenar” el sistema o el modelo, con consecuencias negativas para la economía de Chile y de los chilenos, afectando la credibilidad del país y la confianza ganada. Si lo de Bachelet no fue peor se debió a la subida del precio del cobre, del que Chile es el primer productor del mundo. El buen precio del cobre fue también una de las causas “del milagro”. Hay que reconocerles que lo manejaron bien. Los venezolanos tienen una de las mayores reservas de petróleo del mundo y no les va bien. ¿Será por causa del “modelo”?
Lo de Bachelet muestra que la agitación y la militancia meten ruido, pero no siempre junta votos. Hay una gran mayoría que no milita, pero tiene otras urgencias. Buena parte de ella quiere la vuelta de Piñera. Las encuestas dan un apoyo de 45%, que si bien no le alcanza para obtener la presidencia en la primera vuelta, lo da como casi seguro para la segunda que será el 17 de diciembre.
Son 8 candidatos presidenciales y Piñera le lleva 25 puntos al oficialista Alejandro Guillier que va segundo. Es difícil otro resultado. Puede que haya gran abstención y muchos de los 14 millones de chilenos se queden en sus casas o quizás Piñera cometa torpezas, como ha pasado, que jueguen en su contra y unan a un “centro izquierda” dividida y variopinta.