Las negociaciones son la mejor vía para la salida a la actual crisis; sin embargo, no se puede “negociar por negociar” para salir en la foto.
A la salida de esta columna habrá concluido el encuentro en República Dominicana entre algunos factores de la oposición y el gobierno. Llamamos “encuentro”, porque el gobierno asiste bajo el formato de un diálogo, mientras que la oposición (como se percibe desde afuera) pareciera que va a “negociar por negociar”. Con esto no queremos decir que estamos en contra de las negociaciones, ya que esta es la única vía mediante la cual unas partes en disputa pueden alcanzar una solución sin intervención de terceros, como son: la mediación, los buenos oficios, incluso la vía arbitral y judicial, las cuales requieren de actores externos al conflicto.
Como para el momento de la redacción de esta columna gobierno y oposición estarán sentándose en la mesa, no se está en capacidad de hacer un análisis en propiedad de los resultados; sin embargo, sí se pueden adelantar algunas observaciones en cuanto a la forma y fondo de cómo se organizó esta tenida caribeña, que en lo personal no estamos de acuerdo por ser extemporánea ni existen las garantías del gobierno para el cumplimento de los resultados.
En la teoría de las negociaciones y en particular en diplomacia se dice que forma y fondo son parte del todo, por lo que es valedero hacer algunas observaciones sobre ambos componentes.
En lo que respecta a la forma, toda persona que sirva de mediador, facilitador, garante o buen oficiante así como el lugar que sirva de sede, deben ser neutrales, sin identificación con algunas de las partes. El continuar aceptando la presencia de Sr. Zapatero (después de conocerse su oposición al revocatorio y sus veleidades con el chavismo) así como aceptar la invitación del presidente de República Dominicana como país anfitrión, parecerían una inocentada, conociendo las simpatías del presidente Medina y Zapatero con el gobierno.
En lo que se refiere al fondo, no puede haber negociaciones si no hay una agenda oficial inicialmente acordada. La oposición por separado lleva los cuatro puntos ya conocidos, mientras que el gobierno ha planteado dos puntos que desde un inicio no dan margen a negociación alguna: el reconocimiento de una Asamblea Nacional Constituyente Inconstitucional y la eliminación de las sanciones impuestas por el gobierno de los EE.UU, lo cual significa sobredimensionar la influencia de Julio Borges en la Casa Blanca y una ignorancia supina, al desconocer el proceso de formación de las leyes, en particular el de las Órdenes Ejecutivas en el imperio.
Frente a la grave crisis que atraviesa el país, un proceso de negociones en buena fe no tendría espacio a una semana de las elecciones municipales a nivel nacional. Por ello, el único punto de negociación para sortear esta crisis sería la salida de Maduro bien por la vía electoral con un adelanto de las elecciones o un acuerdo político con la participación incluso de Maduro. De lo contrario, me temo que los viajeros vendrán con las maletas vacías y el gobierno se habrá salido con la suya: ganar tiempo y correr la arruga.