El obsceno saqueo del erario nacional, sumado a la escandalosa malversación de nuestra riqueza petrolera, causaron la terrible crisis económica y financiera que padecemos.
Los medios de comunicación nos informan a diario de los enriquecimientos súbitos de personeros del régimen chavista. Apreciable parte de la renta petrolera ha ido a parar a las cuentas bancarias, suyas o de sus testaferros, en países llamados paraísos fiscales. Las denuncias y acusaciones que se hacen al respecto y las sanciones que se aplican se apoyan en pruebas procesadas judicialmente. En algunos casos, se mencionan conexiones con la droga y el terrorismo internacional.
Venezuela ha tenido muchos gobiernos corruptos, como lo confirma un simple rastreo de nuestra historia, pero el actual se distingue por haber prácticamente adoptado la corrupción como política de Estado. Se roba y trafica con el patrimonio nacional en los diversos niveles de la administración pública, desde arriba hasta abajo. La crisis económica y financiera que atravesamos está causada, no solo por la inepcia del clan gobernante y por la malversación regalona de una buena parte de la riqueza petrolera que se entrega a amigos políticos, sino también por el literal saqueo que se le está haciendo a las arcas públicas. Un sistema cambiario en el que coexisten un tipo de cambio de 10 bolívares por dólar y un tipo de cambio paralelo de más de 100.000 bolívares por dólar, compra de importaciones con sobreprecio por amigos del oficialismo que monopolizan la recepción del dólar barato, un control de precios que se presta para manipulaciones interesadas, otorgamiento de contratos públicos sin licitación y con cobro de coimas, la supuesta construcción de obras que después no aparecen, el tráfico de influencias en numerosas actividades estatales, etc., son algunos de los mecanismos y vías que utilizan los que forman la nueva clase o boliburguesía que, por la vía del fraude electoral, ha asaltado y se ha adueñado del poder.
Actualmente, el país está sacudido por el escándalo de la gigantesca corrupción que se ha destapado en PDVSA, hasta el punto de que el propio régimen ha tenido que reconocerla, aparentando condenarla, como si no fuera una propia hechura suya. Se han destituido y apresado a funcionarios de alto coturno y a 65 gerentes con posiciones de mando en la industria que es pilar fundamental de la economía nacional y que genera el 96 % de las divisas que ingresan al país. Esa corrupción que la asfixia y su mala administración han llevado a que agencias calificadoras de riesgo hayan declarado que PDVSA incurrió en default selectivo o parcial al pagar con demora a los tenedores de bonos de su voluminosa deuda externa.
La Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional ha manifestado, por boca de voceros suyos, que el escándalo que presenciamos es el estruendo de la lucha o guerra interna entre bandos que se está librando en el seno de PDVSA “para ver quién se queda con el poder”. También ha anunciado que la investigación que realizó contiene 1.500 documentos probatorios de los ilícitos cometidos en dicha empresa.
Fue el oro de Filipo quien tomó las ciudades de Grecia, escribió Plutarco. Parafraseándolo, diríamos que fue la corrupción quien tomó a PDVSA.