Con el «petro», el oficialismo busca recursos para financiar la campaña electoral

A medida que los días avanzan, se va aclarando el panorama sobre el tema de la criptomoneda «petro», que promueve el mandatario Nicolás Maduro. La administración de Venezuela se encuentra aislada y sometida por sanciones financieras extranjeras dirigidas a personeros del gobierno, los cuales no pueden asomarse por las oficinas de los principales financistas del mundo, ya que cualquier negocio con estos, generaría sanciones a banqueros, inversores y prestamistas que violen las normas aplicadas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Ante ello, el oficialismo asume un reto que ha tenido resonancia global: se trata del primer banco central en el mundo que promueve el uso de las criptomonedas, el primer Estado que recurre a esta modalidad, que viene causando en todo el globo un cambio con el uso de la tecnología de la «cadena de bloques».

 Hasta ahora hay una situación de confusión en el debate desarrollado respecto al tema. Los factores de oposición han esgrimido argumentos de que la operación es ilegal al ser respaldada con petróleo que está en las reservas en uno de los bloques de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO), otros sectores expresan que no habrá confianza y será un fracaso, algunos han señalado que se trata de una emisión de deuda. Sin embargo el superintendente de Criptoactivos y Actividades Conexas, Carlos Vargas, ha sido claro en informar que el lanzamiento del «Petro», que sería a mediados de febrero de este año, será una criptomoneda pre-minada en su primera emisión. Señaló que se trata de al menos 100 millones de «tokens», los cuales serán vendidos en subastas en un mercado primario y a partir de allí el mercado secundario sí entraría a posicionarse en «Petros», mediante la minería, la cual será de manera descentralizada. Islandia y España emitieron el «aurora» y el «spaincoin» respectivamente, de manera pre-minada, distribuidas entre sus habitantes.

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Antes hay que explicar qué es una criptomoneda pre-minada. Cuando se lanza este tipo de software, ya que eso es lo que es básicamente el Bitcoin y las otras, en su protocolo, al definirse el bloque cero, o bloque génesis, que es el que da inicio al proceso de emisión, los desarrolladores definen que ya existe una cantidad definida de «monedas», las cuales, estos se las reservan o reparten total o parcialmente. Es decir, antes de que el «Petro» comience a ser comercializado de manera libre, según lo que ha definido lo establecido en el Decreto de la Gaceta Oficial N° 6.346 del 8 de diciembre de 2017, la administración Maduro define que hay 100 millones ya. Hay que aclarar que la cadena de bloques, que es la tecnología que da soporte al Bitcoin, por ejemplo, se programó para que cada cierto tiempo, los «mineros» descarguen, tras un proceso de verificación de transacciones y descifrado del criptograma que los protege, un bloque con una cantidad determinada de «tokens», que se reparte entre quienes tienen más poder de procesamiento o de «hashrate». Pero el «Petro» en su lanzamiento no será «minado» desde cero, ni en su cantidad, ni en su valor, como ocurrió con Bitcoin que su precio al salir fue de 0,00 dólares.

 Las autoridades en la materia en Venezuela, han dicho que luego del proceso de pre-minado, los «tokens» serán vendidos en una subasta en un mercado primario. El precio lo estiman, según lo que Maduro informó días atrás, cercano a lo que cuesta un barril de petróleo, ya que el Estado venezolano se compromete a pagar a quien tenga «Petros», lo que cuesta un barril de petróleo, que no necesariamente implica una privatización de los hidrocarburos en reserva, como una garantía colateral. El mercado primario estaría conformado por inversores, interesados en la emisión, la cual tiene como atractivo que al poderse cambiar por otras criptomonedas y por dinero fiduciario de manera libre, el Ejecutivo estaría creando de manera indirecta un mercado de acceso a dólares, al cual en Venezuela muy pocos podrán negarse a entrar dada la situación crítica que se atraviesa por la merma de divisas. Sería, hasta ahora según lo decretado, un mercado de libre intercambio. De hecho ya hay «exchanges» venezolanos, registrando a personas naturales y jurídicas para tales fines, operando con Bitcoin y otras criptodivisas bajo la supervisión oficial, incluso, sobre las comisiones que genera de ganancias para el «bróker» se aplica el cobro de IVA. Es un asunto que se viene desarrollando desde antes de sus anuncios oficiales.

En la primera emisión, el monto total del valor que el oficialismo pretende, estaría en unos 5,6 mil millones de dólares, ello se origina al calcular que 100 millones de «Petros», los desarrolladores aspiran colocarlos según el precio del barril petrolero venezolano. Tomando en cuenta el argumento de factores de la oposición, de que no hay confianza al respecto, la misma podría ser medible y se podría tomar como referencia la actual cotización de los bonos de deuda soberanos y de Pdvsa, que se ubican entre 25% y 30% de su valor. El «Petro» podría estar en ese rango, por lo que en esa primera emisión, Nicolás Maduro lograría captar unos 1,68 mil millones de dólares. Una cantidad de dinero que sería suficiente para encarar una campaña electoral para unas hipotéticas elecciones presidenciales adelantadas. En el fondo el oficialismo demuestra con esto su condición de estar forajido o fallido, al tener que recurrir a usar este tipo de recursos para lograr dinero, prácticamente de manera anónima.

Mercado secundario

Una vez que la primera emisión se coloque, sea completa o no, el paso siguiente, siempre según Vargas, es que quienes compraron en el mercado primario, podrán poner en venta sus «tokens» a un mercado secundario, al precio que estimen o que este mercado defina en la creación de las tasas según la demanda y la oferta. Este segundo paso,  es importante tomar en cuenta que funcionaría, siempre y cuando los desarrolladores hagan público el algoritmo de «minado», el mismo será evaluado por los «mineros» interesados en cuanto a la descarga de bloques, la cantidad de «tokens» que históricamente estarán en circulación y sobre todo que este algoritmo permanezca sin modificaciones unilaterales, sino con el consenso del mercado, como ocurrió recientemente con un «fork» que surgió en Bitcoin, tras un debate global sobre el tamaño del bloque, del cual surgió Bitcoin Cash (BCC) y que fue definido por los usuarios de manera descentralizada. A partir de allí, la criptomoneda con que el oficialismo se aventura a evadir sanciones extranjeras y lograr recursos que por la vía tradicional no consigue, sería de funcionamiento descentralizado. Esto último indica que ya no quedaría bajo control de los desarrolladores en cuanto a sus precios y nuevas descargas de bloques o «emisiones», sino en un mercado libre.

Debilidades

El tema de la criptomoneda ha generado controversias, porque en el aspecto legal, esta tecnología está desligada de capacidades regulatorias de legislaciones en el mundo. Esta semana la Asamblea Nacional (AN) declaró nulo el «Petro», además de que el oficialismo ofrece petróleo en garantía a quienes tengan en su poder tales criptoactivos.

En cuanto a la confianza, quienes alientan a usarlo, recriminan las prácticas de políticas monetarias de los bancos centrales en el mundo, los cuales han estado emitiendo dinero para dar cobertura al sobre endeudamiento y el déficit de los estados, sabiendo que esto se traduce en inflación a pesar de las bajas tasas de interés que hay en los países industrializados.

Incluso en circunstancias normales, las criptomonedas tienen puntos débiles en su camino, por una parte la demanda de electricidad para mantener las operaciones de minería está en aumento, actualmente sólo la minería de Bitcoin, consume 220% de electricidad de un país como Ecuador. Otro factor que en un futuro las hará poco atractivas, es que desde distintos sectores se comenzará a emitir criptomonedas, como ya lo comenzará a hacer la corporación Apple, previendo la debacle que podría tener el dinero fiduciario en una situación de crisis de deuda global.

@alexvallenilla

 

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