Control de cambio destruye a PDVSA

Aunque los medios pagados por el Estado traten de mostrar otra cara y los voceros del gobierno del presidente Nicolás Maduro digan a la comunidad internacional que aquí no hay crisis humanitaria, la procesión va por dentro.

En algunos medios impresos por alcaldías aliadas del gobierno se deslizan verdades a medias sobre la decepción de los que apoyaron al comandante Hugo Chávez a partir de diciembre de 1998 creyendo que las deficiencias de los gobiernos de entonces serían superadas en favor de las grandes mayorías.

El resultado de todo eso es una lucha grupal dentro del proyecto político dejado por el desaparecido Chávez al que la corrupción y la impunidad han complicado, mientras el gobierno de Nicolás Maduro insiste en prácticas que complican lo que promete resolver.

Dirigentes del chavismo, en todos los niveles y en todo el país, insisten en alertar que el llamado Cambio de Divisas Protegidas o dólar Dipro solo protege y ampara a la cúpula que multiplica sus ganancias personales cada semana con ese dólar a 10 bolívares.

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El expresidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) Rafael Ramírez insistió el domingo pasado con extenso artículo publicado en el diario zuliano Panorama en el que explica que lo más grave del manejo de esa empresa no es la corrupción que alega el actual gobierno, sino el control de cambio.

Agregó que «PDVSA capta dólares en el mercado internacional, sin embargo, tiene que venderlos al BCV a 10 bolívares, mientras todos sus costos y gastos se pagan a más de 100 mil bolívares por dólar.

«Es decir, la política cambiaria ha afectado las posibilidades de PDVSA de cumplir sus compromisos y mantener su operatividad».

También dijo que «hoy día, podrán decir lo que sea, podrán mentir, en un coro extraño, impensable, con la derecha internacional, pero PDVSA, la Nueva PDVSA, operaba a satisfacción hasta el año 2014».

Sobre la situación actual de la industria petrolera venezolana, el ex directivo de PDVSA Juan Fernández aporta en este número de la revista Zeta datos que muestran la destrucción de una empresa que fue reconocida en todo el mundo como una de las mejores.

Contradicciones

En medio de la diatriba interna, el enredado gobierno ya no puede  ocultar sus contradicciones. Mientras persigue a los comerciantes que venden alimentos a precios provocados por la realidad económica, esta semana decidió que el precio de la bolsa de comida Clap que ayuda a los más necesitados dejó de costar 10 mil y ahora deben pagarla a 25 mil bolívares.

Freddy Gutiérrez, jefe de comunicación de Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV) y comisionado nacional de comunicación y propaganda de la Juventud/PSUV, dijo el pasado lunes que Venezuela tiene que pasar de ser un país monoproductor de petróleo a la de ser multiproductor, y «lo primero que hay que garantizar en el Plan de Patria es la paz, el diálogo, para avanzar en cumplir con todas las metas macroeconómicas y sociales, en la disminución del desempleo, de la inflación y de la pobreza y nivelarnos en las metas del milenio, nosotros tenemos que tener paz en el país y eso lo alcanzamos a través del diálogo».

Lo cierto es que cada vez que el gobierno, calificado de populista en todo el mundo, decreta un nuevo aumento del salario mínimo, son miles de venezolanos que pasan a ser desempleados porque las medianas y pequeñas empresas no pueden cubrir eso.

Lo triste es que la violencia desatada en todo el país suma cada día huérfanos porque sus padres, incluyendo militares, policías o funcionarios medios, son asesinados por delincuentes que se mueven a sus anchas por todo el territorio nacional.

La más reciente víctima de esa violencia es el miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el estado Trujillo, Tomás Lucena, a quien un motorizado atacó el miércoles a tiros en Valera y se habla de supuesta venganza.