El año pasado, un venezolano fue reconocido como el mejor médico de Miami por los Top Doctor Awards, una organización dedicada a seleccionar y honrar aquellos médicos que demuestran excelencia clínica y de cuidado al paciente.
El galardonado, Marco Bologna, es un muy conocido cardiocirujano, cuya formación médica empezó en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en los años 90.
De acuerdo a Bologna, ya en aquel entonces, hace más de 20 años, existían duros retos para aquellos que querían estudiar y ejercer la medicina. Éstos no sólo tenían que lidiar con la dificultad de las materias en sí, sino con la escasez de recursos en hospitales públicos metropolitanos y rurales.
“Ya en esa época había mucha deficiencia. Recuerdo que el hijo de un empleado albañil de mi papá llegó a la emergencia con una apendicitis pero no había antibióticos; los antibióticos los compramos nosotros”, relata Bologna. “Si alguien necesitaba una resonancia magnética o una tomografía, había que trasladarlo a una clínica privada, si el paciente tenía el dinero”.
Según explica Bologna, la crisis médica que atraviesa Venezuela actualmente no es algo que ocurrió de la noche a la mañana. Mas bien, es una pequeña crisis que fue empeorando debido al mal manejo de las instituciones públicas y al declive de la economía nacional, en general.
Fue aquella crisis hospitalaria de hace más de dos décadas, cuando ni siquiera había entrado Chávez al poder, la que forzó a Bologna a emigrar en busca de un país que le permitiera ejercer completamente su carrera.
“Muchas veces ibas a tratar algo y veías lo que decía el libro y lo que tu hacías y eran dos cosas diferentes porque no habían los insumos”, dice Bologna. “Entonces obviamente eso tuvo un impacto y hubo un doctor en la cruz roja que me dijo ‘si tienes como irte, te lo recomiendo”.
Sin embargo, a pesar de haber emigrado hace más de dos décadas, la crisis hospitalaria actual de su natal Venezuela, es algo que ha afectado a Bologna.
“La situación es extremadamente crítica. La tasa de desnutrición, los niños muriéndose, enfermedades que ya estaban erradicadas, como la malaria, vuelven de nuevo. Evidentemente estamos en un total retraso”, afirma Bologna.
Desde Miami, Bologna y otros colegas, ayudan a combatir la crisis, enviando insumos y medicamentos constantemente al país, que van desde gasas hasta antibióticos corrientes, como la Amoxicilina.
Sin embargo, no ve una salida clara o pronta a la crisis hospitalaria, asegurando que cuando él era estudiante “había una carencia, pero había esperanza”.