Del diálogo a las negociaciones

La cuarta ronda de negociaciones entre el pranato y la MUD  termi-nó, el 13 de enero, sin humo blanco, pero con una nueva fecha, el 18 de enero, para reconvenir la reunión.

Diálogo

Las manifestaciones antigubernamentales que empezaron en febrero de 2014 desencadenaron una primera ola de represión que pasó la línea de lo tolerable por la comunidad internacional al alcanzar más de 40 muertos y unos 800 heridos, unas 3.500 detenciones arbitrarias,  cerca 1.000 venezolanos con medidas cautelares sustitutivas de libertad por manifestar y el número de  presos político que  alcanzó la centena. Se documentaron más de  150 casos de torturas y casos crueles, inhumanos y degradantes a manifestantes que se llevaron a  instancias internacionales.  El desprestigio del régimen comenzaba a crecer a pasos agigantados.

En marzo, se reúne Unasur  y por petición del régimen, que no quería que el tema se tratara en la OEA, se  envía una misión en abril  compuesta por los cancilleres de Colombia, María Ángela Holguín; Brasil, Luiz Alberto Figueiredo, y Ecuador, Ricardo Patiño, y se incorpora al nuncio apostólico en Caracas, Aldo Giordano, por exigencia de una MUD,   que  en una carta dejaba sus puntos sobre la mesa: «Una ley de amnistía para presos políticos, la instauración de la Comisión Nacional de la Verdad Independiente, el compromiso para la renovación equilibrada de los Poderes Públicos y la desmovilización de grupos paramilitares conocidos como colectivos». Pero desde el comienzo Maduro dejaba claro que esto no era  «…una negociación. Yo nunca voy a participar en una negociación, no tengo nada que negociar con nadie, ni negociación, ni pacto, ni nada de eso. Aquí lo que hay es un debate, un diálogo, que es diferente a una negociación y un pacto».  Por supuesto  este primer diálogo fracasó.

La Asamblea Nacional

En diciembre de 2015, la conquista de la AN por la oposición replantea el juego político en Venezuela y en el exterior. Ahora hay un poder del Estado que reivindica la defensa de los DD.HH. y la democracia en Venezuela. El tema comienza a florecer en la OEA con el apoyo del nuevo secretario general, Luis Almagro.  Para abril de 2016 la AN solicita que se exploren «… los distintos mecanismos que contempla la OEA para la protección de la democracia». Y para mayo, Almagro presentaba su informe sobre Venezuela donde pedía una reunión del Consejo Permanente.  Para junio, cuando esta reunión se haría posible, Maduro llama a Unasur para que constituya un mecanismo de diálogo con la MUD con base a tres expresidentes (Panamá, República Dominicana (RD) y España) -ninguno de Unasur- y su secretario general Ernesto Samper- operador político del Foro de San Pablo.  Entonces, con la adición de un delegado del Vaticano, por exigencia de la MUD, comienza un diálogo que no resolvió ninguno de los cuatro puntos que propuso la MUD, es decir, cronograma de elecciones, respeto a la AN, liberación de presos políticos y canal humanitario.

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En diciembre de 2016, luego de que el pranato bloqueara el referéndum revocatorio, el diálogo fracasa de nuevo. Las razones las expone el secretario de estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin cuando afirma que  «lo sucedido hasta ahora no me parece alentador. Me refiero en particular al hecho de que estamos asistiendo a un inquietante retraso en la adopción de las medidas necesarias para la aplicación concreta de los acuerdos».  Es decir, el régimen llegó a acuerdos y no cumplió.

La negociación

En 2017 la oposición sale a la calle a manifestar por elecciones y en contra de la eliminación de las competencias de la AN por el TSJ, acto que genera que la OEA comience a hablar de la ruptura del hilo constitucional, es decir de dictadura.  Tras casi cuatro meses de resistencia callejera, el saldo fue de unos 150 muertos, 3.000 heridos y cientos de detenidos, con casi la mitad encarcelados, muchos llevados a tribunales militares. Para agosto los presos políticos alcanzaron casi 700. Para noviembre de 2017 había «7.113 personas investigadas penalmente … con medidas cautelares sustitutivas de privación de libertad…», según la ONG el Foro Penal.

Pero la presión internacional seguía incrementándose. Occidente representado por la OEA y la Unión Europea insistían en una salida negociada. La agenda: los mismos cuatro puntos que proponía la MUD, más la inclusión por el régimen del levantamiento de las sanciones y el reconocimiento de la Asamblea Nacional Constituyente Comunal o cubana (ANCC) por parte de la oposición y por esta coalición internacional que en su mayoría no la reconoce, en específico el Grupo de Lima, EE.UU. y la UE.

 Las sanciones financieras de EE.UU. fueron clave en que el pranato aceptara negociar, en presencia de cancilleres de seis países, escogidos por ambas partes. Le interesa que se levanten dichas sanciones ya que Venezuela al entrar en default de su deuda, se le cierran los mercados financieros. Esto en el marco de una hiperinflación y un nivel muy alto de desabastecimientos crea una situación difícil para el pranato.

Las frustraciones de haber ganado la AN y no poder avanzar en concretar un revocatorio, ni las elecciones regionales en 2016 y en general de haber dejado el pellejo en la calle y nada que el régimen retrocedía, dislocó a la MUD. Se crearon grupos disidentes. Sin embargo los principales partidos de la MUD siguieron por el camino de una salida «pacífica, democrática y constitucional» y aceptaron la mencionada negociación que se realiza en  República Dominicana bajo los auspicios de ese país.

Sin humo blanco

Previa a la pasada reunión, los dos cancilleres puestos por la MUD, dejaron claro que  «Si no hay resultados concretos y creíbles ya, entonces no tendrá ningún sentido seguir adelante» .  Y no los hubo. Se sabe que la MUD intentó que hubiera un acuerdo sobre el canal humanitario independiente de todos los demás, a fin de resolver el asunto de inmediato dado la crisis alimentaria, pero los hermanos Rodríguez no lo permitieron, por aquello de que «nada está acordado si todo no está acordado».  Por su parte, la MUD no cede en cuanto a reconocer a la ANCC y exige un CNE equilibrado.

Según fuentes bien informadas, los puntos donde se ha avanzado son los relativos a los presos políticos y a la posible suspensión de inhabilitaciones. En todo caso esos puntos de tranca parecen difíciles de superar y existe un cierto pesimismo, tanto que el mismo 12 de enero, varios miembros del equipo de apoyo tuitiaron: «Lamentable actitud del Gobierno. No reconoce catástrofe nacional y no están dispuestos a garantizar elecciones libres y limpias. Hicimos todo lo posible… «( Juan M Raffalli);  «No hay acuerdo. Gobierno no cumple con el tema de las garantías para las elecciones. Y no vamos a aceptarlo (Asdrúbal Oliveros).

Muchos apuestan a que el diálogo fracase por aquello de «te lo dije» y otros van a él sin mucho optimismo. En general muy pocos auguran éxito. Aquí la clave no es qué hacer si la negociación permite una salida electoral, sino qué hacer si fracasa. ¿Tendrá la MUD un plan B?