Si no hay una organización interna que empuje desde varios frentes, tendremos a un pueblo sometido y aislado como el cubano.
Al principio, el finado Chávez era, para el mundo, un “enfant terrible”, el «buen revolucionario», o el Robin Hood que había llegado a Venezuela para rescatar al pueblo oprimido por los adecos y los copeyanos que se habían robado todo y empobrecido a los venezolanos, negándoles la educación y la salud y entregado el petróleo a los extranjeros. Gracias a la lucha de muchos esta posición ha cambiado.
Antes de 2014, apenas la Comisión de Derechos Humanos denunciaba violaciones puntuales a esos derechos en Venezuela. Para los gobiernos no era gran cosa. La sangre no llegaba al río. Solo los EE.UU., desde el principio, en sus informes sobre derechos humanos, fue muy claro sobre lo que pasaba. Hicieron más que nuestros hermanos latinoamericanos, pero nada que cambiara el juego. Obama se dedicó a apaciguar pero no actuó.
Fue la caída de los precios del petróleo que mostró el rostro tenebroso de un régimen convertido en pranato. El marrullero triunfo de Maduro, las violaciones masivas de derechos humanos, frente a las protestas de 2014 y la conquista de la Asamblea dieron un tono diferente de la lucha interna e internacional. La AN se convertía en un interlocutor válido internacionalmente. En la OEA y la ONU se discute nuestro caso. Luego, cuando el TSJ quitó competencias a la AN, se demuestra al mundo que ya no estábamos en democracia. El régimen tomaba la vía represiva, no solo en número de muertos, heridos y presos sino en el bloqueo de la salida electoral, evitando el referéndum revocatorio y lanzando la Asamblea Constituyente cubana. Todo esto rechazado por la comunidad internacional, en especial por el Grupo de Lima, EE.UU., Canadá y Europa.
Esto, conjuntamente a la salida del lulismo y de kirchnerismo del poder, ha provocado una nueva realidad internacional. Ya no está un condescendiente Obama sino un Trump que no solo ronca sino que lanza zarpazos con sus sanciones individuales y financieras. A lo que se unen Canadá y luego Europa. El Grupo de Lima lleva la batuta para denunciar la ANC y rechazar el adelanto electoral, pero les falta garra para sancionar.
¿Ha servido esto para algo? Claro. Esto facilita nuestra lucha en lo internacional y el régimen ha tenido que negociar para intentar palear la crisis económica que los está destruyendo sin salida aparente. En República Dominicana trata de que le levanten las sanciones y que las elecciones, que tiene que ganar a todo evento, sean consideradas legítimas. También se moviliza el apoyo internacional para los migrantes venezolanos. Y lo más claro: se construye ese “cordón sanitario” internacional del que hablaba Rómulo Betancourt.
La Comunidad Internacional podrá y deberá ir más allá sancionando a más funcionarios e imponiendo más sanciones económicas, pero no creo que estén dispuestos a inmolar a su juventud en una invasión por nuestra libertad a menos que el pranato se convierta en un “real and present danger”. Entrenados por los cubanos, el pranato sabe hasta dónde estirar la cabuya.
Sin una organización interna que empuje desde diferentes frentes, ese apoyo y ese cerco internacional no tendrá sino el destino de un pueblo sometido y aislado como el cubano. Por eso la política del pranato de dividirnos. Sin unidad nos será muy difícil de salir de esto.