Al convocar elecciones unilateralmente mientras se negociaba en República Dominicana, el régimen de Maduro cierra el camino de la solución pacífica para superar la grave situación en Venezuela.
El régimen no solo miente, sino que con sarcasmo se burla del pueblo. No era necesario poseer artes adivinatorias ni tener bola de cristal para anunciar lo que ya era conocido: el rotundo y estruendoso fracaso de la parodia de diálogo en República Dominicana. Con mucha anterioridad lo habíamos advertido, además de que allí nada bueno saldría para Venezuela.
Ese fracaso se veía venir con las renuncias de los representantes de México y Chile, quienes participaban como observadores. El ministro azteca Luis Videgaray -al abandonar esta posición- manifestó con meridiana claridad que era debido al anuncio hecho en Caracas por el oficialismo de convocar el proceso de elecciones para el primer cuatrimestre de este año. El mexicano apuntó que el proceso de negociación “ha dejado de ser serio si una de las partes, de manera unilateral, define esa fecha”. Y así, carente de seriedad, actuó el gobierno a través de la convocatoria hecha por la ilegal asamblea constituyente.
El gobierno de Chile también se escabulló de esa reunión, al suspender su participación como observador por “no concretarse a la brevedad las condiciones entre las partes para la realización de las elecciones presidenciales democráticas, transparentes y conforme a estándares internacionales”.
La representación del país austral se retiró del encuentro el 29 de enero debido a los obstáculos surgidos para el logro de un acuerdo serio y creíble entre las partes, que posibilitara la realización de elecciones presidenciales libres y democráticas. Su retiro se produjo el mismo día en que finalizó la reunión en Santo Domingo, en la que el gobierno habla de la firma de un “preacuerdo”, que ha sido ampliamente desmentido.
Muy contundente fue la Declaración del Grupo de Lima integrado por doce países latinoamericanos, reunidos la pasada semana en Santiago de Chile, al rechazar la decisión del régimen de convocar unilateralmente las elecciones presidenciales, aduciendo con toda razón que ello imposibilita la realización de comicios «transparentes y creíbles».
El canciller chileno, Heraldo Muñoz destacó en la lectura de la declaración, la exigencia de que las elecciones sean convocadas con una adecuada anticipación, la participación de todos los actores políticos venezolanos y con todas las garantías que correspondan. «Unas elecciones que no cumplan estas condiciones carecerán de legitimidad y credibilidad», añade la declaración, firmada por cancilleres, vicecancilleres y representantes de Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Lucía, Brasil, Costa Rica y Guayana.
Antonio se reunió en Santiago de Chile con el canciller mexicano Videgaray con motivo de esa reunión e intercambiaron opiniones sobre la situación venezolana. Lo verdaderamente cierto de todo esto es que el régimen no quiere la realización de elecciones libres en el país, y nadie en Venezuela -ni en el mundo- debe avalar otra farsa de Maduro. El gobierno está cerrando los caminos de la solución pacífica para superar la crisis social y política que vive Venezuela.