El oficialismo siempre se llenó la boca diciendo que “nada estaba negociado hasta que todo estuviera negociado”, pero se le fueron los tapones cuando la MUD puso reparos al preacuerdo.
Al fin quedó claro que el gobierno, tanto con el diálogo como con las negociaciones, lo que tenía montado era una trampa; mientras que el presidente de República Dominica, Danilo Medina –en complicidad con su socio– se prestó para montarle una celada a la MUD al organizar en la Cancillería Quisqueya un acto protocolar a todo trapo, presidido por los terribles hermanitos.
Cualquier estudiante de negociaciones sabe que al final de todo proceso hay un preacuerdo que las partes inician (sin mayores parafernalias como pretendió el presidente Medina) y se somete a consideración a instancias superiores, y en caso de que exista algún reparo se vuelve a negociar. Por ello existe un principio que establece “que nada estaba negociado hasta que todo este negociado”, por lo cual la celada montada por el Presidente de República Dominicana fue una traición a quienes confiaron en su buena fe, transparencia e imparcialidad. Afortunadamente, la delegación de la MUD no cayó en esta celada y no asistió a la emboscada que tenía por único objetivo dar validez a un proceso viciado, tanto en su forma como en su fondo.
A la estrategia del gobierno (desde los inicios del diálogo y durante las negociaciones) se le vio lo burdo de las costuras. Por mucha sonrisita del psiquiatra jefe de la delegación oficialista, no se podía ocultar que la estrategia se dirigía a: bloquear cualquier salida que diera con el trasto de una revolución fracasada; correr la arruga de la crisis que viven los venezolanos con argumentos prefabricados por los ñángaras, desde los años de la guerrilla castrocomunista de los 60, como de que el imperio es el responsable de todos los males; ganar tiempo para que la agonía consuma las fuerzas de la oposición; sentar en la mesa a la oposición y hacerla firmar un acuerdo por firmar un acuerdo; mantener la fachada ante la comunidad internacional de ser un gobierno amplio, abierto al diálogo y las negociaciones; y quinto, organizar unas elecciones de acuerdo a sus intereses con los partidos y candidatos de su preferencia.
La negativa de la oposición de no firmar un “preacuerdo” como si fuera un acuerdo exasperó al gobierno. Los hermanitos tuvieron que echar “pa´ fuera” su movimiento político que les independiza de Diosdado. Tibisay tuvo que levantarse de la cama para llamar a elecciones y a Maduro se le fueron los tapones cuando dijo que iría solo a las elecciones, sin tener presente que ese hecho provocó la caída de Fujimori y dio origen a la Carta Democrática.
Afortunadamente, la oposición no pisó el peine al no atender a la pérfida invitación del presidente dominicano; sin embargo, desde este “Balcón” nunca hemos visto claro cuál es la estrategia de la oposición representada en la MUD. No puede ser solo demostrar que se es democrático. Eso ya lo sabemos todos. No basta con no firmar. Hay que tener un plan “B”, lo que se llama en negociaciones un MAAN (la “Mejor Alternativa a un Acuerdo no Negociado”). Sin ella difícilmente se va pal´ baile.