Presidente de Ecuador tiene posibilidad de actuar y no quedar atrapado en “trama delictiva Castrochavista”

El presidente de Ecuador tiene la posibilidad de actuar ahora para no quedar atrapado en lo que Carlos Sánchez, exministro y parlamentario de Bolivia, llama “la trama delictiva del Castrochavismo”. 

Por CARLOS SANCHEZ BERZAIN

Los resultados del referendo y consulta popular en Ecuador son la orden inequívoca del pueblo para que el gobierno restaure la democracia.  No es un tema ideológico, se trata de restituir los elementos que Rafael Correa y su régimen suprimieron, como hicieron en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, en el modelo al que el expresidente de Ecuador Osvaldo Hurtado denunció como “dictaduras del socialismo del siglo XXI”. Lenin Moreno está fortalecido pero hay dudas sobre si puede sacar a Ecuador del grupo de las dictaduras castrochavistas.

Recordemos que el “castrochavismo” con mucho dinero y crímenes se expandió en la región hasta controlar la mayoría de los estados de la OEA. El castrochavismo, hoy en crisis, controla Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, con señales de salida de Ecuador e influencia países del Petrocaribe.

Cuando en 2007 Correa llegó a la Presidencia de Ecuador, sometió su país al eje Caracas-La Habana. Fueron desapareciendo los elementos de la democracia por violación de los derechos humanos y las libertades individuales; control de los poderes del Estado; uso de la justicia para reprimir, perseguir y confiscar; desaparición del “estado de derecho”; perseguidos, presos y exiliados; control de medios de comunicación y anulación de libertad de prensa; fraude electoral; apoyo a grupos narcoterroristas; corrupción; reelección indefinida y más.

En el 2017 Correa dejó el poder en manos de su “delfín” Lenin Moreno. Un Ecuador en crisis económica, sobre endeudado, con perseguidos, presos y exiliados, denuncias de fraude electoral, encubrimiento de la corrupción e impunidad, sin prensa libre y ejerciendo como dictadura castrochavista. Tal vez fue esto lo que llevó a Lenin a proponerse ser el Presidente del Ecuador en lugar de ser el sucesor del dictador Correa, y buscar el cambio por referéndum y consulta popular.

Ahora que Lenin recargó su capital político y tiene el mandato -que superó los dos tercios de votos en promedio- para restituir la democracia en Ecuador, la cuestión es si puede hacerlo, si los entornos políticos del régimen postcorreista lo permitirán, y si no se dejará neutralizar por la amenaza internacionalista del castrochavismo. Sus relaciones con las dictaduras lo mantienen bajo sospecha y su política exterior sigue siendo correista.

No se trata de un asunto ideológico porque Lenin, ni su gobierno, necesitan dejar de ser izquierdistas ni progresistas para ser democráticos y cumplir la Carta Democrática Interamericana, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución. No es ni de derecha ni de izquierda retornar al estado de derecho, respetar la independencia de poderes, los derechos humanos, liberar a los presos políticos, cesar las persecuciones, auspiciar el retorno de los exiliados….

Tampoco es cuestión ideológica sacar a Ecuador del cada vez más pequeño grupo de gobiernos encubridores de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Las dictaduras de los Castro en Cuba, Maduro en Venezuela, Morales en Bolivia y los Ortega en Nicaragua representan narcotráfico, terrorismo, migración forzada, crisis y control del poder por grupos delictivos y eso NO es política sino crimen organizado. Cuando de crimen se trata no hay derechas ni izquierdas, solo delincuentes y el Presidente Lenin tiene la oportunidad de no quedar atrapado en la trama delictiva del catrochavismo.