Los problemas de los venezolanos son tan grandes y tan graves que necesitamos un gobierno eficaz y prestigioso capaz de enfrentarlos con éxito por el bien de todos.
El actual régimen nos hace pasar la vergüenza nacional de que el Presidente de la República no sea bienvenido en la Cumbre de las Américas a celebrarse en Lima. Que recuerde, es la primera vez que esto ocurre desde que estas citas hemisféricas se realizan. Van siete desde 1994. Entonces el Presidente Bill Clinton fue su anfitrión en la ciudad norteamericana de Miami. La mejor respuesta que se le ocurre a Miraflores es que estará allí “llueve, truene o relampaguee”, dando lugar a una respuesta proporcional por parte de la Primera Ministra del Perú.
En Estados Unidos y la Unión Europea se sanciona a altos funcionarios de nuestro país. Catorce países del denominado “Grupo de Lima”, con naciones de Norte, Centro, Sudamérica y el Caribe, han censurado categóricamente las políticas adelantadas por nuestros gobernantes y les exigen que cumplan con sus obligaciones internacionales y que respeten la Constitución de Venezuela y los derechos de los venezolanos. La condena a la ilegítima Asamblea Constituyente se ha agravado por la convocatoria unilateral y compulsiva a un proceso electoral sin garantías democráticas aceptables. Realidades incontrastables que el grupo en el poder se resiste a admitir.
Es obvio que el actual gobierno venezolano ha caído muy bajo en su desprestigio internacional. Se nos ve como un país donde la legalidad no es respetada, casi sin crédito externo e indigno de confianza para las inversiones. Muy mala noticia para nosotros, los ciudadanos de esta patria que nos duele, porque sufriremos las consecuencias de los dislates gubernamentales.
Por causa de su contumacia en el error, sufrimos de la hiperinflación y la escasez. La moneda ha perdido su valor y con ella lo que se nos retribuye por nuestro trabajo se convierte en sal y agua. Miles de jóvenes se van a la aventura del extranjero en nuestro continente sea en tierra firme o en las islas del Caribe o regados por los otros cuatro rincones del planeta, porque aquí no encuentran oportunidades, no se generan empleos suficientes ni sienten seguridad ni perciben futuro. Es la situación más grave por su profundidad y extensión que alguna vez Venezuela haya vivido. No es posible exagerarla. Superarla es posible, pero hace falta una conducción que la reconozca, la entienda y tenga las ideas, la capacidad, la competencia para buscar aquí y afuera lo que hace falta y el coraje para enfrentarla y vencerla. Por lo que conozco a mi país, sé que ese potencial existe.
2018 ofrece la oportunidad constitucional de cambiar las cosas, mediante elecciones libres, limpias, justas. Esa oportunidad nos la quiere expropiar el mismo grupito que ha privatizado el Estado en su beneficio. No podemos dejarnos.
Creo en la fuerza de un vasto movimiento cívico, pacífico, nacional, tricolor, que sea heraldo de una nueva esperanza para todos.