Maduro debería leer a Betancourt para entender que nadie -nacional e internacionalmente- aceptará el resultado de las próximas mega elecciones de abril con que su régimen quedará liquidado.
«Tanto más se pertenece uno a sí mismo cuanto más tenga su pensamiento y su voluntad, su vida toda, puesta al servicio de un ideal colectivo”. Rómulo Gallegos
El 22 de febrero cumple Rómulo Betancourt 110 años de haber nacido en Guatire (estado Miranda) y parodiando a Gallegos afirmamos que su pensamiento, su voluntad, su vida estuvo al servicio de un ideal colectivo. Por eso aún vive en el corazón de la inmensa mayoría de los venezolanos que no renunciamos al ideal colectivo de la democracia.
Libertad y democracia hoy en grave peligro de sucumbir, pero prevalecerá el pensamiento democrático de Betancourt. Lo hará porque no hay ningún otro sistema político que produzca libertad, convivencia civilizada y bienestar.
En estos momentos Venezuela atraviesa una profunda crisis económica y social, pero todo deriva de la situación política porque el causante es un gobierno que se resiste a cambiar la política ruinosa que nos trajo este desastre por eso debemos cambiarlo, ya que una minoría no tiene derecho de imponerle una vía hacia el abismo a una sociedad. El gobierno de Maduro comete un disparate que le llevará a su defenestración. Eso de convocar un plebiscito para reelegirse sin oposición imita lo que hizo Pérez Jiménez en 1957. Aquella fue la chispa que acabó con su gobierno. Oigamos a Betancourt relatar lo que ocurría en 1957 para ver la similitud:
“El plebiscito se celebró el 15 de diciembre de 1957 en un ambiente de apatía agresiva o de desdén ciudadano. Los que fueron a votar lo hicieron para no perder sus cargos públicos y obligados los demás por una policía amenazante. El dócil Consejo Electoral afirmó que Pérez Jiménez había sido reelecto por 2. 738.972 votos azulea afirmativos y que solo hubo 384.972 tarjetas rojas negativas. Nadie en Venezuela ni en el exterior creyó en la legalidad de ese proceso o en la diafanidad de esas cifras manipuladas por el ministro del interior Laureano Vallenilla Planchart”.
El gobierno se autoproclamó triunfador. Creyó que se había salido con la suya y que Pérez Jiménez había quedado reelecto por otro período constitucional. Ese diciembre rodó el champagne por Miraflores y al mes siguiente cayó. Aún en la memoria colectiva está el famoso vuelo de “la vaca sagrada” surcando el cielo de Caracas el 23 de enero de 1958, llevando al dictador y su gente a un exilio dorado.
Por eso quienes aconsejan a Maduro continuar esa convocatoria a elecciones presidenciales, ahora extendida a una mega elección sin opositores, a imitación del escarnio plebiscitario perezjimenista, le hacen un daño irreversible. Si hay un átomo de sensatez en el alto gobierno deberían suspender ese proceso, abrir un diálogo serio con la oposición y convocar elecciones al final de su mandato constitucional.
Ah, pero la oposición también debe oír a Betancourt de cara a un enfrentamiento con una tiranía: “El despotismo caerá en el curso de días, de semanas o de meses. Pero caerá. […] Las manifestaciones deben realizarse en torno al reclamo de garantías básicas: restablecimiento de las libertades públicas, entre ellas las de prensa y asociación política y sindical; libertad de los presos políticos, regreso de los exiliados. […].
Así lo haremos, porque en AD sabemos que Betancourt vive en la conciencia de las mayorías nacionales anhelantes de un cambio pacífico, democrático y electoral.