Merkel cimenta su cuarto mandato y Alemania sigue siendo la locomotora de Europa, ahora aliada con la Francia de Macron. La canciller ha logrado sacar adelante un pacto de Gobierno con los social-demócratas, quienes obtienen una jugosa cuota de poder, con las carteras de Exteriores y Finanzas.
Por ANA CARBAJOSA
Si hay una clara ganadora de la consulta de las bases socialdemócratas, es la canciller demócrata-cristiana, Angela Merkel. El “sí” del SPD cimenta el cuarto mandato de la canciller, tras doce años en el poder, contradiciendo el coro agorero que desde hace meses vaticina el declive político de una líder debilitada. A pesar de las luchas internas y de los nubarrones que se ciernen sobre la próxima legislatura, Merkel vuelve a partir del lunes a estar al frente de la nave.
Alemania y en buena parte Europa seguirán marchando al compás que marque la eterna canciller, al menos por un tiempo. Un “no” de las bases del SPD al proyecto de gran coalición con Merkel y la probable celebración de nuevas elecciones hubiera complicado sin embargo extraordinariamente un nuevo mandato de la líder de la Unión demócrata cristiana (CDU).
La mandataria alemana ganó las elecciones del pasado septiembre, pero no logró la mayoría suficiente para formar Gobierno. Su partido y ella misma emergieron muy debilitados, al lograr los peores resultados desde 1949. Un millón de votos fueron a parar a la extrema derecha y las voces que critican la “socialdemocratización” de la canciller y su política de puertas abiertas para los refugiados se escuchan con insistente fuerza.
En su búsqueda de aliados, Merkel trató primero de poner en pie una coalición tripartita, con los liberales y los Verdes. Habría sido una innovación atractiva, pero fracasó al dar la espantada el jefe de filas liberal. El pacto con el SPD se convirtió entonces la última opción para encontrar un socio minoritario con el que inaugurar la era ‘Merkel IV’. Vencer las reticencias socialdemócratas a reeditar una alianza y seducir a las bases con un buen pacto de Gobierno fue el siguiente paso.
Merkel arriesgó mucho en las negociaciones del acuerdo con el SPD y ahora recoge sus frutos. La canciller cedió toneladas de poder al futuro socio. Ese contrato de 177 páginas que será programa de Gobierno para el próximo Ejecutivo tiene una impronta marcadamente socialdemócrata -más Europa, inversiones en temas sociales…-. Como colofón, en el reparto de ministros del futuro Gobierno, el bloque conservador cedió los principales ministerios a los socialdemócratas, incluido el de Finanzas, la joya de la corona de Berlín.
Los testimonios de los negociadores de aquella última noche de principios de febrero en la que se repartieron las carteras destacaban que las cesiones se hacían mirando a la militancia del SPD. La canciller era consciente que había que presentarles un paquete atractivo. El resultado de esa negociación enfureció sin embargo a amplios sectores del partido de Merkel, que por momentos amenazaron con una revuelta.
La canciller acalló las críticas nombrando secretaria general del partido a Annegret Kramp-Karrenbauer, su delfina, y dando a entender que la carrera por su sucesión está abierta y que no aspira a morir con las botas puestas. Encumbró también a su mayor crítico, el joven Jens Spahn, que en el nuevo Gobierno será ministro de Sanidad. El pasado lunes, la CDU, su partido, finalmente respaldó por abrumadora mayoría las negociaciones de Merkel.
Con este nuevo Ejecutivo, la canciller alemana va camino de igualar a su mentor, Helmut Kohl, el canciller que más tiempo estuvo al frente de Alemania, 16 años. Cobran ahora nueva vida las especulaciones sobre si Merkel será capaz de finalizar el mandato que ahora comienza. El contrato de gran coalición incluye una cláusula de revisión a los dos años de comienzo de una legislatura, que se perfila muy agitada.