De ser uno de los países más felices de América Latina, nos hemos convertido en el más infeliz ¿Qué pasó? ¿Puede el socialismo del siglo XXI expropiarnos la felicidad?
En abril de 2012 el diario ecuatoriano «El Universo», publicaba el Reporte de la Felicidad del Mundo, basado en una encuesta de Gallup. Allí Venezuela clasificaba como el segundo país más feliz de Latinoamérica, después de Costa Rica y el décimo noveno del mundo entero, solo superado por naciones como las escandinavas, Canadá, Australia, Estados Unidos. El jueves pasado, «El Nacional» presentó el mismo índice correspondiente a este año que clasifica a ciento cincuenta y seis países del planeta. Según el informe, en estos seis años nos hemos convertido en el país más infeliz de la región latinoamericana y a nivel mundial ocupamos el puesto 102º.
Para establecer una comparación, los costarricenses siguen siendo los más felices de América Latina y han subido del puesto 18º al 13º mundial. Hasta la sufrida Honduras, acosada por el narcotráfico y el crimen está mejor que nosotros. El índice, que se basa en encuestas, toma en cuenta seis variables. Ingresos, esperanza de vida saludable, apoyo social, libertad, confianza y generosidad.
Raro sería que estuviéramos felices, considerando la realidad con la que cada venezolano se enfrenta diariamente. Hasta el Banco Central reconoció que tenemos la inflación más alta del mundo, eso la última vez que se atrevió a darnos cifras luego de un prolongado silencio. Cualquiera de nosotros lo siente en el elemental hecho de que los precios nos cambian en horas. «Bloomberg» nos clasifica como la peor economía del globo, y lo sabemos por la escasez y la falta de oportunidades. Una verdadera hemorragia de venezolanos, mayoritariamente jóvenes y muchos de ellos preparados, se va de aquí buscando afuera el futuro personal y familiar que aquí sienten difícil o francamente negado. Cuatro de las diez ciudades más peligrosas del mundo son venezolanas, si leemos que «El Observador» de Uruguay ofrece en julio del año pasado datos del CCSJPJ, una ONG mexicana especializada. Caracas encabeza la lista, pero Maturín es la sexta, Ciudad Guayana la octava y Valencia la novena.
Lo irónico de todo esto es que en octubre de 2013 el gobierno venezolano de Maduro anunció la creación del Viceministerio de la Suprema Felicidad. No es chiste, es cierto y que yo sepa es el único en el mundo. Dicha alta función pública depende, nada menos, que del mismísimo despacho de la Presidencia de la República, en el Palacio de Miraflores, como se puede ver en la página web correspondiente www.presidencia.gob.ve.
Resulta una ironía que el único país que se gasta un Viceministerio de la Suprema Felicidad, no pueda garantizar a su pueblo siquiera un mínimo de tranquilidad. Evidentemente, otro logro revolucionario del socialismo del siglo XXI es expropiarnos la felicidad para en realidad, privatizarla para goce exclusivo del grupito en el poder.