La mayor tragedia en la historia de Venezuela fue entregar el país a la ideología de los Castro para instalar un esquema de dominación y saqueo.
Tenemos que derrotar la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales “progresistas”. De esos que el pensamiento único es el del que todo lo sabe y condena la política mientras la practica. No debemos permitir mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura: desde el 2000 comenzó a desvanecerse la moral.
Nos imponen el relativismo: la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes.
Nos hacen creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan ahora es vivir sin obligaciones y gozar sin trabas.
Quieren terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Promueven la cultura del sexo en edad de adolescencia y hasta la financian. Una izquierda hipócrita que permite indemnizaciones millonarias a los grandes empresarios corruptos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.
Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación y en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo.
Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud: los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.
Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo. Aman mucho la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia pero jamás viven en ella. Es más desubicaron a las clases menos favorecidas, desde su ubicación y la insertaron en la clase media, sin preparación ni culturización. Promueven la impunidad en el violentamiento de la propiedad y justifican y negocian invasiones. Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república.
Usan todo el poder para toda clase de marramuncias, desde el contubernio con las FARC y el ELN, facilitando toda clase de beneficios para esos delincuentes como a sus familiares.
No hay un solo funcionario desde el 2000 con poder de mando que no esté incurso en la violación de los derechos humanos de los venezolanos, desde el asesinato a mansalva hasta la promoción de muertes sigilosas y progresivas por falta de medicinas.
¿Son cómplices o idiotas? Estamos en la crisis y en la desgracia que estamos por sujetos como estos delincuentes y su falta de probidad, de valores, por su oportunismo, su viveza criolla, en algunos casos por acción, en otros por omisión del desastre de entregar nuestro país a la ideología de los Castro para instalar un esquema de dominación y saqueo perpetuándose en el poder. La mayor tragedia de la historia de Venezuela.
No ha salido el régimen y ya tienen quienes le perdonen todo el abuso, los asesinatos, la prisión, la ruina moral y económica con que nos inundaron.