La fuga de información que sacude al mundo y hunde a Facebook

Una red social que se encarga de controlar hasta los aspectos más básicos de tu vida social. Ni tu pareja, ni tus padres, ni tus mejores amigos, ni probablemente tu psicólogo, te conocen tan bien como los algorritmos que utiliza esa organización. Con toda esa información, pretenden controlar hasta el proceso de votación en las elecciones para cargos gubernamentales.

Esa puede ser la sinopsis de The Circle (El Círculo), el libro de Dave Eggers que hace poco fue llevada al cine en una película protagonizada por Tom Hanks y Emma Watson. Sin embargo, quienes hayan seguido aunque sea un poco la prensa en la última semana seguramente pensaron que nos referíamos a Facebook, la red social más grande del mundo, envuelta en un escándalo de proporciones mundiales.

¿Qué pasó? Una consultora política con base en Reino Unido consiguió financiamiento de la derecha estadounidense más conservadora para desarrollar unos algorritmos que les permitieron conocer de la forma más íntima a los votantes en las últimas elecciones presidenciales. La campaña que contrató a Cambridge Analytica (CA), la consultora en cuestión, fue la de Donald Trump. Steve Bannon, el ex asesor del actual inquilino de la Casa Blanca y uno de los máximos representantes del radicalismo xenófobo, fue uno de los directores de la compañía. Robert Mercer, el multimillonario conservador, es dueño de la mayoría de CA. Kellyanne Conway, la consejera de Trump y ex jefe de su campaña, fue asesora de CA. Alexander Nix, el suspendido director ejecutivo de CA, es un autodenominado «matemático loco». Aleksandr Kogan, el creador de los algorritmos, es un científico y psicólogo estadounidense de origen soviético. Christopher Wylie, el denunciante, es un joven analista de datos con el pelo teñido de rosa que se define como «canadiense, vegano y gay». En el medio de la polémica, la red social más grande del mundo. La realidad superó a la ficción.

¿Cómo pasó? Kogan desarrolló hace años una aplicación para Facebook que era un test de personalidad. Luego, con sus algorritmos, podía conocer los rincones más recónditos de la psiquis de cada usuario que había presentado el quiz. La red social no protegió eficazmente la información que los usuarios le proporcionaban y permitió que el científico tuviera acceso a toda esa data. Kogan fue contactado por CA y les vendió todo lo que tenía, lo cual fue utilizado por la consultora para desarrollar la campaña presidencial de Trump. Sin embargo, antes habían probado con comicios en África y en Latinoamérica, tierras con leyes laxas, pero también en un proyecto tan grande como el referéndum del Brexit, en el cual trabajaron para quienes impulsaban la idea de abandonar la Unión Europea.

Ahora, el escándalo sale a la luz pública porque uno de los analistas que trabajaba en CA, Wylie, decidió filtrar toda la trama a The New York Times y diversos periódicos británicos. Facebook está en el ojo del huracán, pero tratándose de la red social más grande del mundo, con casi 2.2 billones de usuarios al mes, todas las redes sociales se ven afectadas de una u otra manera.

La tormenta de Facebook

La fuga de información de Facebook afectó a 50 millones de usuarios. Cambridge Analytica asegura que ya se deshizo de la data, pero no hay pruebas sobre eso. De hecho, hay indicios de que buena parte o toda sigue en poder de la consultora, la cual suspendió a su director ejecutivo y está bajo investigación estatal. Sin embargo, aunque Cambridge Analytica cuente entre sus filas con Mercer o Bannon, la prensa en estos días ha apuntado hacia Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Facebook.

¿Por qué el ensañamiento contra la empresa de Menlo Park? No es la primera vez que algo así sucede. Es otro episodio más de fuga de información y de cuestionamientos hacia la forma en que Facebook protege la privacidad de sus usuarios. Además, ratifica que la red se ha convertido en la herramienta perfecta para influenciar decisivamente en la política a niveles tan grandiosos como el de decidir si Donald Trump llega a la presidencia o no, sin olvidar el referéndum que dio con Gran Bretaña fuera de la Unión Europea. Con esos dos movimientos, Cambridge Analytica cambió el tablero mundial al desestabilizar a Occidente.

Por ello, no es para menos la lluvia de críticas que le ha caído al opaco Zuckerberg, quien a sus 33 años se enfrenta a su mayor reto desde que en 2004 fundara Facebook en su dormitorio universitario. Conversando con The New York Times tras el escándalo, el directivo estadounidense se permitió un raro momento de introspección pública cuando dijo, casi pensando en voz alta, que nunca pensó las dimensiones que alcanzaría su proyecto. Ahora, deberá declarar ante el Congreso de Estados Unidos y fue citado a hacerlo también en el Parlamento Británico.

«La transparencia es crucial en todos los niveles. Incluso si eso significa que los usuarios se pongan nerviosos y dejen de usar la plataforma. Al final del día la información que les proveemos a esas compañías es nuestra y deberíamos estar a cargo de la misma y saber cómo se esta usando y tener alguna voz», comentó Charlie Warzel, editor de la sección de Tecnología de Buzzfeed News, a la revista Zeta.

Zuckerberg ha estado muy presente en los medios de comunicación en la última semana. Entrevistas con The New York Times y con CNN, anuncios a página completa en los principales periódicos estadounidenses pidiendo disculpas, entre otros. Sin embargo, tardó en dar la cara y eso enfureció a la gente. «La lenta respuesta de Facebook al escándalo revela que subestimaron cuán frustrada se sentía la gente con la falta de control que tienen en línea. En el corazón del escándalo está la idea de que no hay ni remotamente la más mínima transparencia en cómo operan estas grandes plataformas en línea. Entonces, la forma en que se deben afrontar estos escándalos es no reteniendo información crucial para el público y respondiendo tan rápida y abiertamente como sea posible. Medias respuestas y evasiones a preguntas solo frustran a aquellos que ya de por sí están molestos ante la falta de control que tienen sobre la plataforma», consideró Warzel.

La cuestión es sí un pez gordo como Facebook puede verse afectado por este escándalo o logrará salir liso. «Pienso que absolutamente puede tener un efecto a largo plazo. Nunca hemos visto un servicio operando a la escala que opera Facebook. Nadie predijo lo exitoso que sería Facebook en reconfigurar el mundo y creo que, igualmente, es difícil saber cómo seguiremos reaccionando a cuán central es el rol que ha jugado en remodelar el internet. Las consecuencias del escándalo de Cambridge Analytica es el resultado de un mayor reconocimiento, en el cual estamos finalmente tomando nota de cómo usamos el internet en la última década. Y creo que no tenemos ni idea cuál va a ser la conclusión final. Pero creo que es ingenuo pensar que Facebook simplemente es demasiado grande para fracasar», dijo Warzel.

Cambridge Analytica cruzó la línea roja

Aunque ciertamente Facebook permitió que Kogan accediera a toda la data de los usuarios que tomaron su test, la responsabilidad del científico y de Cambridge Analytica radica en que violaron el acuerdo con la red social ya que aseguraron que la información sería utilizada para fines académicos cuando realmente era con fines políticos. ¿Cuál es la delgada línea roja que cruzó la consultora política? «La información fue utilizada de una forma desleal e ilegal para influenciar el voto. Eso va más allá del acuerdo entre Facebook y los usuarios, además», opina Andre Rodríguez, consultor político en Florida cuya base de experticia es la informática y el análisis de datos justamente para fines electorales, al ser cuestionado por Zeta al respecto.

El debate en Estados Unidos y el mundo es la necesidad de regular a las redes sociales para que hagan un uso correcto de la información que le confían sus usuarios. La carrera contra el tiempo de Facebook en estos momentos es recuperar la confianza del público antes de que eso ocurra, prometiendo auto-regularse. Rodríguez va más allá y pide regular también a las consultoras políticas.  «Lo que pasó es equivalente a grabar llamadas telefónicas sin el consentimiento del interlocutor, por lo que no solo debemos regular a las redes sociales sino también a las consultoras».

No solo es la fuga de información de los usuarios mediante aplicaciones de terceros lo que tiene a Facebook como actor clave en temas políticos. La presencia de granjas de contenido que orquestan desde Rusia informaciones convenientes a los intereses del Kremlin han encontrado en la mencionada red un vehículo de difusión ideal. La ironía es que se está utilizando a algo tan liberal y occidental como puede ser una de las mayores compañías tecnológicas de California para desestabilizar precisamente a ese mundo liberal y occidental.

«La elección es manipulable en el momento en que tienes información a la cual no puede acceder el otro bando. En ese momento se convierte en una elección fraudulenta. Al tener el tipo de información que manejó o maneja Cambridge Analytica tienes un perfil detallado de los intereses más personales de cada elector, por lo que puedes explotar eso de las formas menos pensadas sin el consentimiento de ese elector. Esto seguirá sucediendo si no hay regulaciones», planteó el consultor experto en análisis de datos.

Un ciberespacio en el que podamos decidir

¿Es posible un internet más transparente y seguro? Ciertamente, las regulaciones pueden hacer sentir más tranquilos a los usuarios, pero atajar a gigantes tecnológicos es cuesta arriba. «No estoy seguro de que alguna vez sea posible un internet perfecto. Plataformas que operan a la escala de Facebook o YouTube o Twitter son tan grandes que siempre van a ser imperfectas y siempre habrá que hacer ciertas transacciones para ese tipo de conectividad y exposición», reflexiona Warzel.

Más que regulaciones, Warzel propone darle más poder de decisión al usuario sobre qué tipo de información desea compartir en línea, sobre todo con lo más personal. Esta es parte de las promesas que Facebook tiene años haciendo a sus usuarios, pero hacen falta más que retoques cosméticos.

«Por años la gente se ha dado de alta en estos servicios sabiendo, en el fondo, que están dando su información personal. Pero la confianza ha sido abusada en lo que estas compañías han hecho con la información y a quiénes les han dado acceso a la misma. Lo que tiene que cambiar en estas plataformas es que les den más control a los usuarios, haciendo esos controles extremadamente fáciles de usar y entender», dijo el experto en tecnología de Buzzfeed News.

Facebook capeará o no la tormenta -hasta la etiqueta #DeleteFacebook (# BorraFacebook) se ha posicionado en Twitter-, pero lo cierto es que tras la irrupción de ese fenómeno llamado internet que cambió el mundo, estamos tomando conciencia acerca de los peligros de su uso. Ya no tenemos unos pocos canales de televisión y periódicos para informarnos. Ya no es necesario una operación militar o de inteligencia a gran escala para desestabilizar. La era de la guerra de la información está aquí. La gran pregunta es si los usuarios de a pie saldrán victoriosos, porque heridos ya están.

El mal momento de Zuckerberg hizo que Silicon Valley «resucitara» a Steve Jobs. Como este no es el primer escándalo de Facebook en cuanto a la seguridad de la información de sus usuarios, ya en 2010, el gurú fundador de Apple dijo en una conferencia que la «privacidad significa que la gente entienda en qué se registra, en palabras claras y repetidamente. Eso significa. Soy un optimista. Creo que la gente es inteligente, y alguna gente quiere compartir más que otra. Así que pregúntales. Pregúntales cada vez. Haz que te digan que dejes de preguntarles si se hartan de que les preguntes. Infórmales exactamente qué haces con sus datos». Mark estaba en el público escuchando a Steve, pero parece que no le hizo caso.

Foto destacada: Cortesía Justin Sullivan — Getty Images.

 

 

 

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