Hasta hoy las elecciones peruanas se definían contra la izquierda populista o contra el fujimorismo, afirma el periodista Carlos Montaner, quien se pregunta qué pasará con este movimiento ahora que Fujimori está libre.
«El Comercio» de Lima titula sabiamente su editorial sobre la renuncia del Presidente: “Historia sin héroes”. Así es. No hay una pizca de grandeza. La tragedia se convirtió en farsa.
Pedro Kuczynski (PPK) renunció el 21 de marzo antes de que lo sacaran del poder. El 22, como advirtió Alan García, el congreso habría votado la vacancia. Perú es un país bronco y él era un presidente débil con mínima presencia en el Parlamento.
La crisis era inevitable. Estuvo 20 meses en la presidencia, estaba a escasas semanas de cumplir 80 años, y, no se parecía mucho al país. Hijo de un médico judío alemán que se le escapó al nazismo y de una acomodada burguesa suizo-francesa de apellido Godard que se le escapó a las películas de su sobrino Jean-Luc, uno de los genios del cine francés de los sesenta.
PPK fue triturado por su falta de principios y por la familia Fujimori, protagonista de una tragedia japonesa dirigida por Akira Kurosawa.
Hace meses Keiko Fujimori le tenía preparada una encerrona parlamentaria a PPK, pese a no ser miembro del cuerpo legislativo. Pero se interpuso su hermano Kenji, congresista, quien consiguió una decena de congresistas de la bancada fujimorista que se negaran a destituir a PPK, con lo cual desaparecía la mayoría.
Keiko perdió la partida… en ese momento. A los tres días de su victoria, PPK firmó un decreto de indulto y Alberto Fujimori salió libre. No hay quien crea que no se trataba de un quid pro quo. PPK lo sacó de la cárcel para prolongar su vida política.
En esta oportunidad volvió a suceder, y trató de usar los mismos resortes para evadirse del cerco, pero no le salió bien. Como sucedió con Montesinos, hay pruebas fílmicas del intento de compra a los parlamentarios. Keiko pudo hundir a PPK y vengarse de Kenji, definitivamente, pero al costo de afectar los cimientos institucionales del país.
La pregunta clave no es qué hará PPK en el futuro, sino que pasará con el fujimorismo, ahora que el ingeniero está libre y su fuerza política escindida entre Keiko y Kenji. Hasta hoy las elecciones peruanas se definían contra la izquierda populista o contra el fujimorismo. Así salieron electos Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Kuczynski. Pero las próximas elecciones pueden ser diferentes.
En la década de los ochenta del siglo XX el politólogo español Juan Linz, profesor en Yale, escribió un ensayo sobre la fragilidad del sistema presidencialista y su incapacidad para encajar las crisis, frente a la fortaleza que mostraban las naciones que adoptaron el modelo (aproximadamente) británico. El Caribe insular colonizado por los ingleses, incluso la Guyana continental, aunque no fuera un ejemplo de desarrollo económico, tenía una tradición de gobiernos civilistas y de respeto a las libertades.
De lo que no puede existir duda es que un sistema parlamentario habría salido de un Primer Ministro incómodo sin aspavientos. O acaso los peruanos deben recurrir a un mecanismo electoral como el griego, que dota a los jefes de gobierno de un número importante de congresistas para que el presidente no quede desprotegido ante el parlamento. Lo que no es conveniente es ponerlos en el foso de los leones porque se ha comprobado que se los comen.