Déjenlo íngrimo y solo. No sigan apoyándolo, así sea de manera disimulada. No sigan contribuyendo a destruir a Venezuela.
Los cubano-castristas, que son los que mandan a Maduro y los suyos, están haciendo un esfuerzo máximo para que éste no parezca estar lo solitario que está, sino más bien acompañado por amigos o aliados directos o indirectos. Estos últimos son lo que alegan enfrentarlo, pero jugando el juego de Maduro, lo cual, sin duda, ayuda al representante más visible de la hegemonía roja.
El caso de las pretendidas elecciones es notorio al respecto. Todos sabemos en Venezuela, y muchos en el exterior, que se trata de un montaje para favorecer el continuismo de Maduro y, de paso, “convalidar” lo que queda de fachada democrática. Y sin embargo, no pocos se prestan a participar en ese montaje, y lo hacen declarando sapos y culebras en contra de Maduro. Aquí es claro que no importa lo que digan sino lo que hagan. Y lo que hacen es acompañarlo en la farsa.
En tiempos recientes han aumentado e intensificado las sanciones patrimoniales y migratorias sobre un número creciente de funcionarios de la hegemonía, así como otras sanciones de carácter económico-financiero dirigidas a la hegemonía misma. Todo ello, sin duda, busca debilitar al régimen que sojuzga a Venezuela. Y en ese sentido hay que repetir el “paradigma”: lo que sea bueno para Maduro es malo para Venezuela, y lo que sea malo para Maduro es bueno para Venezuela.
Entonces, ¿qué es lo apropiado: luchar en pro del aislamiento nacional e internacional de Maduro y su entorno, o laborar en contra de esa tendencia, así sea de manera simulada? La respuesta es obvia, al menos para mí: lo necesario es lo primero. Y además tengo la impresión que tal consideración es compartida por todos aquellos que quieren un cambio efectivo que nos empiece a sacar de esta catástrofe.
Cambio efectivo, repito, no apariencia de cambio, para que siga el despotismo, la depredación, el envilecimiento y la corrupción, aunque con alguna que otra cara maquillada.
Cuando una persona o un régimen se encuentran cada vez más aislados, ello significa que también se encuentran más débiles. Esa debilidad es mala para Maduro y su hegemonía, luego es buena para Venezuela y la causa de la reconstrucción nación. El ideal es que se queden íngrimos y solos. Y lo que se vaya acercando a ese ideal, es positivo y debe apoyarse. Hacer lo contrario equivale a profundizar la tragedia, la agonía, la destrucción de nuestra patria.