El proceso político venezolano va evolucionando hacia una solución heterodoxa si la medimos por el cartabón democrático, mas no si lo hacemos por la experiencia estadounidense, única que cuenta en nuestro caso, dado que en esta región Europa no tiene el músculo militar que debe respaldar toda operación política y diplomática, y la sociedad venezolana ya nada más puede hacer para escapar de unos secuestradores que la mantienen bajo el cañón de sus fusiles.
La conducta de Estados Unidos tiende a ser repetitiva, y en casos como el venezolano actual una de sus soluciones eficaces es la de
un sargento que ponga la casa en orden. Lo que vendría después ya no es tan predecible. Tampoco si esta vez el método será eficaz. Pero eso es lo que hay.
Inmediatamente después se restablecería la normalidad democrática -es la idea. Los dos polos del ejercicio político serán Acción Democrática y Primero Justicia, ambos tan cerca del centro que por momentos podría confundírsele. Esto tiene sus ventajas, sobre todo cuando es necesario acordarse sobre un proyecto común, para lo cual es mejor que sean superficiales las diferencias entre quienes se deban acordar.
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Por cierto, es sólo aparente la inmovilidad de las dos principales fuerzas políticas. AD trabaja en su tejido organizacional, lo que mejor hacen los adecos y lo que potencia el rendimiento de sus votos. Es un trabajo tedioso, sin la espectacularidad que prefieren los líderes mediáticos de estos tiempos. Mientras tanto, PJ ajusta su red de relaciones internacionales, con marcado acento europeo. Igual era Copei, del cual PJ es substituto idóneo, a más de otros componentes.
Julio Borges responde a su metódica personalidad, representando con sobriedad a la oposición venezolana. Como expresidente de una Asamblea Nacional que sus correspondientes del mundo defienden frente a la arbitraria Constituyente de los secuestradores, Borges anuda solidaridades en los países determinantes de la escena europea. De paso lleva consigo a Carlos Vecchio, quien,con respaldo eficaz destaca como figura de Voluntad Popular en el exilio, y a Antonio Ledezma, que tras su fuga se ha asociado a un sector que pudiera ser el mismo que respalda a Vecchio. Pero ese es otro tema, merecedor -eso sí- de atención para comprender lo que vendría después de una sargentada electoral.